Silencio.
En la portada, el retrato de un hombre mayor de gesto adusto y mirada reprobadora nos vigila. Sin que nos hayamos dado cuenta, el autor Josh Simmons nos ha convertido en ese hombre, de tal modo que seremos nosotros los que observemos y juzguemos a los personajes que deambulan por las páginas de House.
«House» es un silent comic, es decir, una historieta sin una sóla línea de texto. Para más inri, es en blanco y negro. Un blanco y negro que gradualmente irá adquiriendo un significado capital. La ausencia de palabras, unida a la falta de cualquier explicación previa, convierte a esta obra en algo especial y le otorga un misterio peculiar. El cómic se inicia con un joven caminando por un claro. Poco a poco se internará en el bosque y pronto se unirá a un par de chicas. Casi como si fuera un juego, emprenderán una laberíntica travesía alrededor de un pueblo ruinoso y plagado de casas abandonadas que la naturaleza empieza a reclamar.
«House» resulta un relato inquietante y claustrofóbico gracias a una creciente ambientación opresiva que asfixia al lector al mismo tiempo que a los personajes. La luminosidad con que comienza la historia se va tornando en una oscuridad cada vez más impenetrable, en un descenso a los infiernos realmente perturbador. Más allá de una lectura literal, podemos interpretar la obra como una triste y tétrica parábola sobre nuestro recorrido vital. Empezamos en una inocencia pura, representada por un luminoso claro en el bosque, y poco a poco las experiencias humanas como el amor, el miedo al rechazo, la incomunicación o la soledad, nos van ennegreciendo y arrastrando a lugares recónditos. Tal vez quiera ver más de lo que realmente hay en la obra, pero creo que el paralelismo que propongo está ahí para hacernos pensar. Lo bueno de «House» es que, obviando todas estas connotaciones, también es posible disfrutarla como una simple historia de terror psicológico y funcionará de la misma manera.
El dibujo de Josh Simmons posee un estilo particular, con un diseño de personajes un tanto cartoon que, sorprendentemente, le va muy bien a la historia. Pero donde realmente se luce Simmons es en la creación de las casas y edificios por los que se mueven los protagonistas. El nivel de detalle y realismo es asombroso en este sentido, pero además el autor consigue que todas las estructuras posean un aire reverencial y amenazante siempre presente, transmitido tanto en unas fachadas decadentes y ajadas como en los decrépitos y abandonados interiores. La extraordinaria utilización del blanco y negro aporta un tono realmente inquietante, que será patente en el inaudito uso de las viñetas que hace Simmons en el desenlace.
En definitiva, creo que «House» es un magnífico ejemplo de lo que puede conseguirse en el medio sin necesidad de utilizar palabras ni bocadillos de texto. Estamos ante un relato de 80 páginas que se puede leer en un periquete, pero que alcanza su verdadera dimensión en sucesivas relecturas cuando nos detenemos a captar todos los detalles. Aunque no se ha publicado en España, la ausencia de texto hace que el idioma no suponga un problema, por lo que podréis encontrarla en Internet sin problema.
Y ahora, silencio.
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