Lo que a priori era un paseo resulto ser algo más traumático para las ambiciones del Primer Imperio Francés de Napoleón. Si bien la treta del corso había funcionado con las abdicaciones de los pusilánimes Carlos IV (que fue capaz, a cambio de una pensión vitalicia, de ceder a José Bonaparte sus derechos al trono español”) y Fernando VII (el mal llamado “deseado”, causa y origen de muchos de los lastres estructurales que ha tenido España en la Edad Contemporánea) en Bayona durante la primavera de 1808, el pueblo español no comulgó con las “ruedas de molino” propuestas por Bonaparte, levantándose en armas contra el invasor francés e iniciando la Guerra de la Independencia (1808 – 1814).

“Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses… esta maldita guerra me ha perdido.”
Son palabras de Napoleón Bonaparte (“Ajaccio, 15 de agosto de 1769-Santa Elena, 5 de mayo de 1821”), recogidas por Ronald Fraser en “La maldita guerra de España. Historia social de la guerra de la Independencia”. En ellas deja claro el error de cálculo que supuso para sus ambiciones estratégicas la incursión en la península ibérica. Los levantamientos, como el simbólico dos de mayo en Madrid, se extendieron como la pólvora por la península ibérica. Y victorias como las de Bailén o Girona, entre otras, dieron bríos a la sublevación frente al invasor. Del mismo modo, los asedios franceses a diversas plazas les supusieron más que un contratiempo. Como ejemplos, citaremos solo dos, pero hubo muchos. Uno se decantó por el bando español, los Sitios de Zaragoza. Otro, con victoria francesa, fue la toma de Badajoz. Que a pesar de la derrota, se demostró la resistencia numantina de la ciudad y de las gentes y ejercito que la defendieron, lideradas por Rafael Menacho y Tutlló (Cádiz, 22 de mayo de 1766 – Badajoz, 4 de marzo de 1811), el mariscal que resistió con férrea voluntad los envites de las tropas comandadas por el mariscal Jean-de-Dieu Soult (Saint-Amans-la-Bastide, Tarn, 29 de marzo de 1769-Saint-Amans-Soult, 26 de noviembre de 1851).

Son ese asedio, y la figura de Menacho, los protagonistas del tebeo de Juan Luis Iglesias y Juanfer Briones : “Menacho. Triunfar o Morir”, editado por Cascaborra. El título ya nos da la dimensión de lo que espera en sus páginas, pues deja clara la actitud del militar, dispuesto a todo por no rendir la plaza. A pesar de tener todo en contra su apuesta siempre fue “Todo o Nada”, no aceptando en ningún momento las misivas para capitular enviadas por Soult.
«Solo tenemos dos opciones.»
Antes de caer, los tres meses de asedio entre enero y marzo de 1811, fueron feroces. Al fin y al cabo, Badajoz era una plaza estratégica para el control de la frontera con Portugal. Soult se empeñó con contundencia en su objetivo. Pero no contaba con la heroica resistencia de las gentes y ejercito que poblaban Badajoz. Ni con la determinación y valor de Menacho.

Eso lo cuenta el cómic con la voz de Hilario Giral Laborda (Barbastro, (Huesca), 21-10-1978 – Madrid, 13-12-1865), el capitán de infantería que logró entrar en la Badajoz sitiada y que sirvió de apoyo literal para que un Menacho herido pudiera ir a dirigir personalmente a sus tropas. Ese hecho histórico, que el propio Giral dejó escrito en sus “Recuerdos de los hechos militares durante la Guerra de la Independencia”, sirve a Juan Luis Iglesias para convertirlo en el narrador del cómic, quien desde su Barbastro natal cuenta en una taberna los hechos.
Así comienza este relato histórico, que tiene mucho de épico por lo que cuenta: una resistencia estoica ante lo inevitable. En un “Todo o nada” cargado de valor y audacia. Uno que queda amplificado en las páginas dibujadas por Juanfer Briones, que sintetiza hábilmente el tono y tempo que precisa esta historia. Metiéndonos de lleno en el relato que cuenta Giral y llevándonos al Badajoz bajo asedio francés. A partir de ahí, en un ejercicio notable, se hilvanan los hechos de forma solvente, maridando solventemente guion y viñetas. Capturando tanto la fiereza de los combates como la tensión soterrada que se respira en la ciudad cercada. Dejando tras de si un relato que no solo ilustra, sino que enseña las huellas de la historia. Esa que quizá se vaya diluyendo ante la ignorancia general, pero que conviene no dejar en el olvido.

Editado por Cascaborra, las 64 páginas de “Menacho. Triunfar o morir” en formato álbum, cuentan, además, con un certero texto de Eduardo García- Menacho y Osset, Académico de número de la Academia de las Artes y las Ciencias Militares y descendiente de sexta generación del héroe de Badajoz, que ahonda en la biografía del protagonista del cómic, así como de la bibliografía utilizada para la documentación del cómic, que puede servir para profundizar tanto en los hechos como en la figura del militar gaditano. Dejando claro que, con obras como estas, se recupera un pasado histórico que no solo entretendrá a quien lo lea, sino que lo ilustrará. Ya solo con eso, este tebeo supone una victoria.
