G.I. Gay: Encontrarse a si mismo entre un ambiente hostil

“No preguntes, No digas” (“Don´t ask, don´t tell”). Ese era el nombre de la política militar que llevó a cabo el ejercito de los Estados Unidos desde 1994 hasta 2011. Así se obligaba a que cualquiera que no fuera heterosexual ocultara su condición si se incorporaba a filas. Antes de ese periodo, la cosa no fue mejor: previamente se había catalogado en el ejercito a los homosexuales como criminales o enfermos. Tanto es así que, en plena Segunda Guerra Mundial, era causa para expulsar del ejercito a un soldado de forma degradante. Y también motivo para que un ciudadano no pudiera alistarse.

Ese era el trabajo de Alan, un joven psiquiatra que en 1941 discriminaba por razones psicológicas a los nuevos reclutas. Con sus pruebas filtraba y desterraba del ejercito a los “malos elementos”. Hasta que conoció a Merle Gore. Y ese es el punto de partida de “G.I. Gay”, de Alcante y Bernardo Muñoz, recién editado por Norma.

Didier Swysen, alias Alcante, es de sobras conocido por su soberbio trabajo en “La Bomba”. En esta ocasión, vuelve a la Segunda Guerra Mundial para tratar un tema mucho más íntimo: el de la identidad sexual del soldado protagonista. Una que ha estado reprimida por el contexto donde ha crecido y que se descubrirá en el marcial ambiente del ejército, donde no solo se discriminaba al diferente, sino que se humillaba y maltrataba.

Es la época donde en el ejercito estadounidense la presión sobre los homosexuales fue más asfixiante. Esa es la que sirve como telón de fondo para esta obra de ficción que bien puede expresar muchas de las vidas reprimidas que pasaron por algo muy similar. Ahí germina una historia de amor sobria, que crece de forma natural en un camino de conocimiento. El de dos personas. También el de el reconocimiento propio de una de ellas, que se descubre como lo que es frente a las estrictas normas sociales. Con estos mimbres Alcante teje un guion sobrio, en el que cuentan tanto los silencios como los textos. Donde las miradas, dibujadas certeramente por Bernardo Muñoz, son tan elocuentes como los discursos. Donde crece una historia de amor de dos personas en un ambiente hostil. De forma orgánicamente fluida, sin atajos ni excesos. Calando en quien la lee.

Plagada de emoción e impregnada del momento vital en que es ambientada, las páginas de “G-I. Gay” nos llevan a ese Pacífico en guerra mostrándonos los combates, tanto los explícitos, que son los bélicos, como los implícitos, que son los que soterradamente han de lidiar los protagonistas en el batallón. Unos en los que el enemigo es más sutil y constante: la homofobia reinante. Muñoz captura ambos de forma precisa, en páginas que cautivan, destilando emoción a cada viñeta. Cimentando un tebeo de una pieza. De esos que dejan poso.

Traducido por Vanesa Plana Carrasco, “G.I. Gay” acaba de publicarlo Norma en castellano en una cuidada edición de 132 páginas en cartoné. Puede que lo que cuente sea una historia ficticia, pero es, en esencia, un alegato a favor de la libertad de cada cual. En su lectura deja, en consecuencia, el sabor de lo real, de lo posible. De lo que les ocurrió a muchos soldados a los que se les privó de ir al frente o se les humilló solo por su condición sexual. Conseguir transmitir eso de forma sobria y cercana, sin caer en maniqueísmos simples es un trabajo notable. Y eso es lo que han conseguido Alcante y Muñoz.

Deja un comentario