Golden West: creciendo en el ocaso


Dentro del género de frontera por excelencia, el Western, últimamente se están produciendo excelentes cómics que ponen el foco en el pueblo indio (como, por ejemplo, «Hoka Hey!»). Apoyados en el contexto histórico en el que estas gentes fueron despojadas de sus hogares y confinados en reservas. Fue la época de “la conquista del Oeste”, que comenzó con la expansión de Estados Unidos hacia el Pacífico. La fiebre del oro llegó. Y con ella, la civilización. Dispuesta a imponerse en las praderas de Norteamérica. En frente, los nativos que fueron diluyéndose junto a su orgullo y fiereza, mientras el desarraigo se hizo una constante diaria en sus vidas. Sin embargo, no todos se resignaron. Muchos se rebelaron ante lo inevitable, como el célebre Gerónimo (Cañón No-doyohn, California, 16 de junio de 1829-Fort Sill, Oklahoma, 17 de febrero de 1909), que entre 1885 y 1909 puso en jaque a los ejércitos de Estados Unidos y México.

“El que bosteza” (traducción literal del nombre Chiricahua de Gerónimo: “Goyaałé”) fue uno de los líderes de la nación apache que ha pasado a la historia. Este chamán, que llegó a ser un gran jefe militar entre los suyos, legó para la posteridad un espíritu indovable, forjado en un carácter de nunca doblegarse ni rendirse. Siempre al ataque defendiendo las praderas que fueron su hogar. Hecho que no mitigó ni sus últimos años recluido en una reserva de Oklahoma, donde estaba obligado a ser un “Indio ejemplar”. Su orgullo como apache permaneció intacto.

No es de extrañar que su nombre no se diluyera en el olvido. Enseguida su figura trascendió a su muerte, transformándose en un icono de la cultura popular, además de una figura muy respetable y reconocida entre los apaches. Así llegó al cine con “Geronimo’s Last Raid” (1912) de Gilbert P. Hamilton o las célebres “La Diligencia” (“Stagecoach), de 1939, y “Fort Apache” (1948). Ambas de John Ford, siendo ésta última una de las primeras cintas que comenzó a mostrar respeto por el pueblo indio.

Desde entonces la figura de Gerónimo no ha dejado de aparecer en películas, novelas, canciones y cómics. Con mayor o menor nitidez, su nombre sigue siendo sinónimo de valentía y coraje. No por nada muchos lo siguen gritando cuando van a acometer una empresa arriesgada. Y su figura ha alimentado, como ya digo, muchas ficciones con mayor o menor fortuna. Una de las últimas es el cómic que hoy nos ocupa: “Golden West”. Toda una delicatessen obra de Christian Rossi, que Norma ha estrenado en castellano este verano, con traducción de Alfred Sala.

En sus páginas nos vamos a encontrar a Woan, un niño Chiricahua que es expulsado de su pueblo para liberarse éste de una maldición. El crecerá en soledad y cuando sea un orgulloso joven se encontrará con Gerónimo. Junto al chamán y famoso líder militar apache aprenderá habilidades y compartirá vivencias, mientras la vida de frontera y los acontecimientos se sucederán y las montañas se vayan llenando de “ojos claros” y “mexicanos”.

Bajo esa premisa Christian Rossi ha construido un western crepuscular de manual. Donde se subvierte el mito clásico del género a la vez que se muestra como la libertad de un pueblo es cercenada entre casacas azules, cazarrecompensas, comerciantes sin escrúpulos y soldados mexicanos. También entre chiricahuas dispuestos a mantener sus costumbres y legado, mientras otros se corrompen traicionando a su orgullo y su pueblo. Así se consuma este relato de crecimiento mientras el ocaso continúa.

Es el fin de una era y Rossi nos lo muestra utilizando como catalizador la vida de Woan. Llena de el polvo y la aridez del desierto. Hábilmente plasmada en páginas que son una delicia, donde lo sepia se confunde con la visibilidad que deja el pleno sol en pleno desierto. Donde las sombras se tornan terrosas de día y oscuras de noche. Manejando un tempo notable en cuanto a narrativa gráfica, cada viñeta sumerge en un relato en el que la sensación de fin de ciclo es palpable. Donde cada rostro lo expresa todo. Donde la acción es tan precisa como efectivamente contundente. Ensamblado en un ritmo pausado, de los que forjan relatos de una pieza.

Eso es lo que es “Golden West”: Un majestuoso western crepuscular que permite a Chistian Rossi desplegar sus magistrales habilidades como autor completo. Sus 176 páginas conforman un relato sobrio y pausado, para degustar pacientemente mientras aumenta la intensidad de su trama. Con la sombra de Gerónimo planeando al fondo, pero revelándose de frente como un solvente relato con entidad propia. De los que hacen grande a este género en viñetas. De esos que no se olvidan.

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