
Oriente Próximo lleva siendo un polvorín para sus habitantes desde ya hace un largo tiempo. Uno que, como un avispero, los intereses occidentales han agitado de forma regular en función de objetivos económicos o geopolíticos. Pobreza, falta de recursos para el conjunto de la población, integrismos religiosos, terrorismo, minorías étnicas, estados fallidos o totalitarios y constantes incumplimientos en materia de Derecho Internacional se combinan con ese colonialismo latente transmutado de intereses económicos occidentales en unos territorios que son el caldo de cultivo de varias situaciones límite. Como la que ocurre ahora mismo en Palestina con la invasión de Israel (bien retratada en “La Guerra de Gaza” de Joe Sacco) y tantas otras.
En una zona que fue, paradójicamente, cuna de civilización, los conflictos siguen siendo una constante. Donde hay territorios atacados con alevosía e impunidad, como el palestino. Donde hay otros pueblos, como los kurdos, que siguen sin tener un territorio propio reconocido por el derecho internacional. O zonas que buscan su autonomía dentro de otros estados, como es el caso de la comunidad ezidí, situada al norte de Irak.

Los ezidíes sobrevivieron al genocidio que cometió el ISIS hace once años. Protegidos por la milicia kurda, basan su convivencia en un confederalismo democrático que supone una luz civilizadora en medio de tanta sinrazón. En 2021 Zerocalcare la quiso conocer de primera mano para contarlo en el tebeo que hoy nos ocupa: “ No sleep till Shengal”, editado en castellano por Reservoir Books.
A lo largo de sus 218 páginas, el cómic nos cuenta el viaje que realizó el autor y lo que descubrió en ese lugra. Un viaje en el que se ven las cicatrices de las heridas que tiene un pueblo que siguió adelante tras la masacre del ISIS, que vive en un territorio sujeto a decisiones, tensiones y pactos internacionales ajenos a ellos. Que han resistido y resisten, tanto a la barbarie integrista como a las hostilidades civilizadas de algunos estados oficiales.

Todo eso es el paisaje de fondo de este cómic, donde Zerocalcare pone el foco en personas. Las que pisan el suelo de Shengal, las que se cruza de camino a su destino. Retratando de forma certera a la vez da a conocer una situación y lugar. Más allá de la ironía y humor cauterizador que hace digerible el relato, lo que muestra en sus páginas no deja indiferente y aporta luces sobre situaciones que en occidente quedan difuminadas por el ruido mediático. Dando a conocer, informando. Con un tono cercano y su estilo gráfico reconocible en cada viñeta. Logrando que el conjunto suponga un ejercicio de periodismo gráfico notable, de los que calan tras haberlos leído.

Por eso este tebeo es atemporal, aunque lo que cuente sea de un momento concreto de 2021. Editado en Italia en 2022 por Bao Publishing, Reservoir Books lo presentó en castellano en 2023 en formato rústica y traducción de Carlos Mayor. Dos años después, sus páginas conservan plenamente su vigencia y fuerza. Constatándose así “No sleep till Shengal” como un tebeo necesario. De esos que conviene leer con atención, por lo que muestra y retrata. No es más que una “foto” de una pequeña zona y situación que muta constantemente. Pero es nítida, con matices y complejidades. De una aparente sencillez en su desarrollo, pero reveladora en su conjunto.
