Miracleman: La Edad de Plata. La espera terminó

Un dios camina entre los hombres

Esa frase, tan solemne y perturbadora, podría servir como epitafio para toda la historia de los superhéroes. Desde que en la primavera de 1938 Superman irrumpiera en la portada de «Action Comics #1« levantando un coche por encima de su cabeza, el género superheroico se ha debatido entre el mito y la humanidad, entre el escapismo infantil y la parábola filosófica. Los superhéroes nos han salvado de invasiones alienígenas, nos han mostrado mundos imposibles y nos han enseñado que, quizá, hay algo más allá de la carne y el hueso. Con «Miracleman«, Alan Moore primero, y Neil Gaiman y Mark Buckingham después, llevaron el género a un terreno completamente nuevo: ¿qué pasaría si los dioses no solo caminaran entre nosotros… sino que decidieran rehacer la Tierra a su imagen y semejanza?

Esa es la pregunta central de «Miracleman: La Edad de Plata«. La obra que, por fin, tras más de tres décadas de espera, podemos leer completa gracias al titánico esfuerzo de Gaiman y Buckingham. Publicados originalmente en dos tiempos, los números 1 y 2 reconstruyendo el material inconcluso de principios de los 90 cuando escribían para la extinta Eclipse Comics, y los números 3 a 7 publicados entre 2022 y 2024 ya en Marvel. Estos cómics son mucho más que una continuación de la obra del barbudo de Northampton. Son un ensayo sobre la utopía, un tratado sobre el libre albedrío, una reflexión sobre lo que significa ser humano en un mundo donde los problemas han desaparecido… a costa de nuestra esencia.

La historia arranca de manera sencilla, casi humilde. Dickie Dauntless, el joven Miracleman, ha regresado de entre los muertos. Para él, solo han pasado unos segundos desde su última batalla en 1963, pero al abrir los ojos se encuentra con un planeta irreconocible. El mundo de hoy es un paraíso sin guerras ni hambre, donde la enfermedad es cosa del pasado y la tecnología permite una vida plena a cada ser humano. Miracleman, su antiguo compañero y mentor, ha cumplido su visión mesiánica: ha elevado a la humanidad a un estado casi divino. Pero para Dickie, criado en una época de inocencia y sencillez, esta utopía es un choque brutal. Todo es demasiado perfecto, demasiado ordenado… demasiado extraño.

Los dos primeros números de esta serie reconstruyen fielmente el material inconcluso de principios de los 90. Buckingham actualiza su dibujo de aquella época con un estilo más refinado, casi etéreo, mientras Jordie Bellaire aporta un color vibrante que transforma la utopía en algo tan hermoso como inquietante. A partir del número 3, la serie se adentra en territorio completamente nuevo. Los números 3 a 7, publicados entre 2022 y 2024, no solo mantienen el tono filosófico y elegante de los originales, sino que lo amplían. Aquí, Gaiman explora temas como la identidad de género, la fe, la sexualidad y la disidencia en un mundo donde todo está supuestamente resuelto. Cada capítulo es una pieza de un rompecabezas mayor. En el #3, Dickie comienza a explorar su lugar en el nuevo orden mundial, mientras en el #4 se enfrenta al peso de su propio legado. El #5 y el #6 son una odisea de autodescubrimiento: viajes, encuentros con personajes secundarios fascinantes, y un crescendo emocional que desemboca en el #7. Gaiman y Buckingham cierran así la etapa con un final que es a la vez hermoso y perturbador, dejando al lector con más preguntas que respuestas.

La edición española de Panini Cómics, con traducción de Raúl Sastre, recopila estos siete números en un volumen de tapa dura con un formato superior al estándar que hace justicia al arte de Buckingham. Además de la historia principal, incluye varios tesoros para los aficionados: bocetos, páginas inéditas, portadas alternativas realizadas por Steve Mcniven, Phil Jimenez, Peach Momoko, David Aja o Skottie Young entre otros, incluyendo también la página del «Marvel Comics #1000» protagonizada por Miracleman.

Por todo esto, este comic es mucho más que la continuación de una historia de superhéroes. Es un homenaje a los personajes y a las personas que durante décadas pelearon para que esta historia pudiera concluirse. Cada página lleva impresa la memoria de juicios, disputas editoriales, contratos envenenados y la obstinación de autores que se negaron a dejar morir un mito. El regreso de esta saga no es solo un acto creativo, es un triunfo sobre el olvido, un milagro en un medio que rara vez concede segundas oportunidades.

Este milagro ha concluido, pero llega cargado de sombras. Las recientes acusaciones contra Neil Gaiman nos obligan a leer estas 200 páginas desde un lugar incómodo, preguntándonos si es posible separar al autor de la obra, si la belleza puede seguir siendo belleza cuando el creador está en entredicho. Tal vez ahí resida también parte de la grandeza y la contradicción de Miracleman: es una obra sobre dioses con pies de barro, sobre utopías perfectas construidas sobre ruinas humanas, sobre milagros que cuestan demasiado.

Con todos estos detalles sitúan este tebeo en otro nivel para bien o para mal. No es un comic para todo el mundo. Su ritmo contemplativo, su ausencia de acción espectacular y su denso discurso filosófico pueden alejar a quienes busquen evasión rápida. Pero para aquellos dispuestos a mirar más allá de las capas y los puñetazos ofrece un tesoro de ideas, emociones y preguntas incómodas. Es un cómic que no solo habla de superhéroes, sino del propio acto de creer en ellos… y en las personas que los crean. Que «Miracleman: La Edad de Plata» exista es, en sí mismo, un milagro. Leerlo hoy es enfrentarse tanto a la luz como a las sombras, a lo divino y lo humano, al mito y a la realidad. Tal vez nunca hubo una obra de superhéroes tan consciente de su propia historia. Y tal vez nunca volvamos a ver algo igual, ni su continuación.

Voy a ser tu adversario. Ahora no. Algún día. Voy a ser la oposición. Si esto es el Edén, yo voy a ser la serpiente. Y vas a decir que sí. Porque me necesitas”.

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