
Esta semana se ha conmemorado el ochenta aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Aquel 8 de mayo de 1945, el Día de la Victoria para la vieja Europa (el 9 para Rusia, que entonces formaba parte de la Unión Soviética), fue el punto de partida hacia el occidente en el que hoy vivimos. Tras la barbarie que supusieron los dos conflictos mundiales de la primera parte del siglo XX, en los siguientes cincuenta años se aprendió la lección, con alianzas supranacionales en términos de defensa y comerciales. Fue también el periodo de Guerra Fría, donde las dos potencias que emergieron en 1945, Estados Unidos y la URSS, se repartieron el mundo con sus áreas de influencia llevando una competencia velada en términos geopolíticos que, en varias ocasiones, se dirimía en guerras de terceros países.
La semilla de todo esto está sin duda en la Segunda Guerra Mundial. De sus cenizas se estableció un nuevo orden con organizaciones supranacionales (ONU, OTAN, FMI, ect) que cambiaron por completo las relaciones internacionales, sobre todo en occidente. Un mundo que en la actualidad parece tambalearse a raíz de los vaivenes políticos internacionales pero que aún está presente. Un mundo que fue consecuencia del mayor conflicto bélico que acabó en el viejo continente hará 80 años.

Conforme pasa el tiempo, los hechos históricos pueden entrar en el campo de la fabulación, la simplificación o la manipulación interesada, sustituyéndose “los hechos” por “el relato”; característica propia por otra parte de la condición humana. Es por ello que tebeos como “La Segunda Guerra Mundial en cómic” (“La Seconde Guerre mondiale en BD”) de Arnaud de la Croix y Vicente Cifuentes, recientemente publicado por Norma editorial, nos parecen, además de oportunos, necesarios.
La coyuntura de la efeméride se antoja ideal para la edición en castellano de esta obra, que fue publicada en francés el año pasado por Le Lombard. Suele ser una costumbre muy humana que las efemérides despierten la curiosidad y este tebeo la sacia con eficacia. Arnaud de la Croix (“La verdadera historia de la Edad Media”) ha diseñado un guion tan didáctico como interesante, huyendo en todo momento de sesgos y centrando el foco en los hechos. En sus páginas, más que argumentar, expone y documenta los años difíciles de la primera mitad del Siglo XX europeo y mundial, desde el Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial (que fue la semilla de la segunda) hasta la rendición de Japón el 2 de septiembre de 1945.

Es pues éste un periodo dramático que conviene analizar con cautela, despojándolo de los mitos que la literatura, el cine y los cómics en ocasiones lo han abordado. Eso es lo que hace de la Croix, a través de veinte capítulos breves, donde está la esencia de cada momento histórico. Acompañados todos ellos de textos que aumentan la profundidad de lo expuesto, el tebeo, además de entretener, arroja luz sobre todo el periodo que abarca.
Más que un relato, este cómic es un documental en viñetas. Realizadas con eficacia por Vicente Cifuentes (“Whodunnit?”, “Into the Deep” o “Murderville”), con una sobriedad que nos lleva a cada momento que retrata. Consiguiendo que funcione la narrativa grafica en un guion que va cambiando de escenario a cada momento. Hecho difícil, pues se puede caer, ante un guion de estas características, en el riesgo de plasmar una colección de viñetas sin conexión entre ellas. Cosa que Cifuentes logra evitar presentando cada hecho y cambio de escenario de forma resolutiva y que quedan bien cohesionados por los acertados textos de de la Croix.

Presentadas en formato cartoné y con traducción de Antoni Giral, las 296 páginas que componen “La Segunda Guerra Mundial en cómic”, funcionan de forma orgánica, siendo un tebeo tan ameno como didáctico. De esos que pueden servir para conocer mejor la Historia (en su interior se detalla una bibliografía por si se quiere profundizar), pero que no pierden el objetivo de mantener la atención del lector en ningún momento. Ahí están las razones del segundo adjetivo con que hemos calificado este tebeo, necesario. Por lo que puede instruir a quienes no conocen este periodo de la historia. Uno que precede a nuestros días y que no está tan lejos en el tiempo.
