
Dentro de las mitologías que han acompañado a la humanidad, el apocalipsis siempre ha sido una constante en muchas de ellas. También en el ámbito lúdico, donde los relatos sobre el fin del mundo han sido recurrentes. Y el cómic no es excepción. Entre los “fines del mundo posibles”, el “Ragnarök” nórdico siempre ha sido uno de los más requeridos, pues es un terreno creativo con abundantes posibilidades. Ejemplos de ello hay en abundancia en el mundo del tebeo. Por citar solo a unos pocos, ahí están los magistrales trabajos del gran Walter Simonson, cuyo nombre siempre estará asociado a la etapa que redefinió al Thor de Marvel, también al “Ragnarök” que llevó a cabo ya en su madurez artística. En el extremo opuesto, y con una fidelidad rigurosa conviene destacar el “Ragnarök” de Mariano Saura, una trilogía que recorre con fidelidad el apocalipsis de la mitología nórdica.
Entre estos dos extremos tan significativos, hay un abanico amplio de obras que se han basado en el “Ragnarök”. Unas más solmenes, otras más bizarras. Todas son ejemplo de la huella de la mitología nórdica en la sociedad actual, como caldo de cultivo para generar nuevos relatos. De ellos beben también los “Vientos del Norte” del salmantino Fernando “Nando” Vicente, Alfonso García, Sergio Martín y Ana Peñasco, editado por Azur Editorial.

En este cómic nos espera una nueva venganza de Loki que va a suponer una amenaza notable. No solo para Asgard, sino que el Olimpo griego y los dioses egipcios estarán en riesgo también. Un peligro mortal espera en estas páginas, el que suponen las tropas comandadas por Loki. Que se cobrará a su paso la sangre de los Dioses…
Bajo esta premisa, Nando Vicente, junto a Alfonso García, han optado en el guion por llevar su particular Ragnarök “al límite” (nombre por otra parte de la banda salmantina de rock que Nando forma parte como guitarra y voz). Un límite en el que se busca lo épico y lo espectacular. Un extremo que puede entroncar con el tebeo superheroico, buscando la acción y emoción desde las primeras viñetas. No hay espacio pues para una gran introducción. Para eso está el texto que precede al cómic, donde se pone en situación al lector para que, cuando comience la primera página, la acción comience. Sin respiro y con voluntad de blockbuster.

El dibujo corre a cargo del propio Nando Vicente, así como el color donde ha compartido tareas con Ana Peñasco y Sergio Martín. La estética y el diseño de personajes oscilan entre lo medieval (para el mundo nórdico) y el clasicismo griego (para el Olimpo), poblada por personajes con excesivas proporciones, pues o bien son dioses o bien son seres sobrenaturales. Dando así una personalidad propia al cómic mientras viajan estos “vientos del fin del mundo” y la acción es la constante que marca el ritmo. Donde no se pierde el tiempo en introducir la situación y se busca, en todo momento, situaciones contundentes. Hecho que potencia las cualidades del relato. Uno que, como digo, no es para reflexionar, sino para entretener desde una premisa bizarra en parte. Donde subyace mucho elemento superheroico en sus extrañas. Y es que al final, ¿acaso no son deidades pop los superhéroes?
Bajo esos parámetros, los “Vientos del Norte” se recrean en lo más espectacular que pueden proporcionar los mitos, centrándose fundamentalmente en batallas e intrigas. No es pues un tebeo con elementos para reflexionar o cuestionar. No hay metáforas ni segundas lecturas. Son páginas para divertir y entretener, donde se busca lo extremo y se deja de lado la profundidad. Ya se da por hecha, aquí lo que se busca es amplificar lo trágico, lo monstruoso y la épica desmedida. Es en esos términos donde este tebeo juega sus bazas.

Editado por la independiente Azur Editorial, “Vientos del Norte” se presenta, con un prólogo firmado por Miguel Gómez Andrea, Gol, en un formato rústica de 106 páginas. Unas que no dejan respiro. Que nos llevan a lo que podría entenderse como un blockbuster de serie B, donde queda poco tiempo para profundizar en reflexiones. Pues este está lleno de acción y testosterona. Con la sensación de un final trágico inminente. Con el presentimiento de que la sangre de los dioses correrá…. Es, por tanto, un Apocalipsis al límite.
