
En los noventa, cuando el Metal fue derivando en varias ramificaciones estilísticas, el Black Metal pasó a conocerse de forma mundial por los hechos aberrantes relacionados con la banda Mayhem más que por las cualidades estilísticas del género: frías atmosferas de desolación entre voces rasgadas, envueltas entre rápidos riffs y contundentes blast beats. En los textos, el esoterismo y el culto a lo satánico planean componiendo un concepto que destila buenas dosis de rabia, nihilismo, odio, misantropía, pesimismo y melancolía.
Fue la respuesta generacional de un determinado grupo de chavales. Algunos de ellos llevaron muy lejos lo artístico, hasta convertirlo en algo fuera lo musical: profanación de cementerios, quema de iglesias (pues se detesta por concepto al Cristianismo, la religión que acabó con el paganismo en buena parte de Europa), inducciones al suicido y asesinatos son elementos que, en la cultura popular, han quedado asociados a este género.

Asesinatos como el que sufrió el fundador de Mayhem: Øystein Aarseth, alias Euronymous, en 1993. El entonces bajista de la banda – y alma mater de Burzum – Varg Vikernes (acusado también de quemar iglesias), le asestó 23 puñaladas poniendo fin a una rivalidad existente dentro del seno de la banda. Años antes, en 1991, cuando se suicidó Per Yngve Ohlin, Dead, cantante de la banda desde 1988, el cuerpo fue encontrado por Euronymus, el cual, antes de llamar a la policía, hizo fotos. Una de ellas es la que ilustra el disco pirata del 95 “Dawn of the Black Hearts”.
Con esos mimbres Diego Corbalán, Magius, ha construido “Black Metal”, su último trabajo tras los gloriosos “Primavera para Madrid” y “El Método Gémini”. Una obra donde vuelve a un tema que ya había tocado en su época de fanzines y que ahora lo aborda en toda su complejidad y con un sorprendente enfoque que hace del tebeo algo especial: para recrear, con las pertinentes licencias, estos hechos, ha infantilizado a todos los personajes.

Así el paso del nihilismo al perturbado delirio que supone este relato toma un cariz satírico, plagado de humor negro y lleva la propuesta a terrenos creativos fértiles. No se niega el horror y la aberración de lo ocurrido, pero la sátira se hace digerible y, a la vez, inquietante. Llevando a quien lo lea a lugares perturbadores. Esos que se muestran en el contraste entre lo bizarro, lo demente y lo infantil, sazonados puntualmente con expresiones murcianas en los diálogos.
“Black Metal” es pues una puerta a lo oscuro del alma, revestido de absurdo y humor negro, consiguiendo así hacer un tebeo que no va a dejar indiferente a nadie. O se le ama o se le odia, pues te lleva a lugares extraños, te hace reír mientras lo aberrante se sucede y a la vez, inquieta.

Es en esa mezcla donde radica la fuerza de “Black Metal”. Editado por Autsaider cómics con excelsa elegancia: 220 páginas de riguroso blanco y negro, donde este último prevalece, envueltas en una cuidada encuadernación en cartoné simulando la piel de un viejo grimorio. Junto a él, con las primeros ejemplares se ha regalado el recortable de una iglesia noruega, para conservar, construir o quemar; haciendo gala de un notable y absurdo sentido de humor negro, muy de agradecer en estos tiempos tan encorsetados. Así se presenta en sociedad, en un formato que potencia su interior y demostrando nuevamente el exquisito mimo con que Ata Lasalle cuida los tebeos que edita. Dentro de el, la constatación de que Magius sigue guardando grandes ases creativos en la manga. De esos que no dejan indiferentes. Como fueron «El método Gémini» y “Primavera para Madrid”. Como es, a partir de ahora, este nuevo cómic.

Con estas palabras acaba este texto acercándose al número de la bestia entre ositos de peluche, progenitores divorciados y padrastros serviles. Ese que a muchos asusta, olvidándose que, en ocasiones, el mayor mal no está en lo sobrenatural, sino en las cabezas de muchos perturbados. Como los que protagonizan “Black Metal”, que pasaron del nihilismo artístico a la psicopatía más atroz y aberrante.
