
Desde el 2022 Miguel Vila se ha convertido en una acertada constante en el catálogo de La Cúpula. La editorial barcelonesa demostró un gran olfato editando en castellano el ácido “Dulce de Leche”, a los que siguieron la ópera prima del artista paduano , “Padualand”, y la “Fortaleza Volante” compuesta junto a Lorenzo Palloni. El 2025 ha traído consigo “Comfortless”, la obra que culmina la llamada “Trilogía de Nordeste” de Vila.
“Padualand”, “Dulce de Leche” y “Comfortless” conforman ese tríptico: un retrato costumbrista y humano. «Demasiado humano», dirían algunos parafraseando a Nietzsche, pero sin más alienación que las mediocres soledades ante la sociedad donde viven en aparente armonía. Pues Vila no mete el dedo en la llaga con sus historias, sino que escarba para mostrar el vacío existencial, el patetismo y las fragilidades de sus personajes. Haciéndolos tan tridimensionales que duelen en sus imperfecciones y miserias. Todo bajo un prisma tan ácido como inmisericorde.

Ahí es donde se sublima lo contado, por la sensación de veracidad, sin falsas poses. Exponiendo la debilidad y dobleces de cada uno de los miembros que componen el “dramatis personae”. Como un reflejo de caracteres y personalidades, que puede que esté distorsionado o amplificado. O puede que no. Porque lo contado suena a lo más íntimo de cada personaje. A esas cuestiones inconfesables. A lo que se siente y se sufre, a lo que se perpetra por egoísmo o por supervivencia. Donde lo mezquino y mediocre sale a la luz. Son, en definitiva, esos secretos que esconden las puertas que se cierran. Sin sutilezas.
Eso traspira el retrato coral que es “Comfortless”. Ambientada en el pandémico año 2020 en el note italiano. Con el confinamiento y las restricciones de movimiento como parámetros para bucear en sentires, pesares y comportamientos. Con la soledad como compañera en muchos hogares. Sin contacto real. Con el histerismo acusador hacia aquel que sale a la calle en tiempos confinados. Donde el miedo egoísta empaña cualquier atisbo de empatía. O no.

Ese es el tejido donde se mueve “Comfortless”, uno que se refiere a Italia pero que es perfectamente extrapolable a nuestra península donde “de la pandemia saldremos mejores como sociedad”. Ahí pasea un elenco tan imperfecto como real. Frágil ante lo que viene encima, pero obligados a ser resilientes. Aunque dejen heridas en la mochila emocional de cada cual.
Con composiciones de página y un gusto por el color que ya son “marca de la casa”, Vila ha compuesto este inmisericorde retrato social. Demoledor por certero e inquietante por íntimo. Marcando “a quemarropa” una trama que conmueve y desalienta a partes iguales. Con una tensión soterrada en cada uno de los capítulos que componen la obra, Vila nos muestra el vacío del abismo que espera cuando las condiciones de nuestras “sociedades avanzadas” se trastocan.

La condición humana. Capaz de lo mejor y lo peor. Entre lo grotesco y la humana debilidad, arroja «Comfortless» una lucidez descarnada en el recorrido que plantea. Ese es el motor que mueve sus 212 páginas, editadas en rústica por la Cúpula, traducida al castellano por Gema Moraleda. Una obra que, como siempre ocurre con Vila, su lectura no deja indiferente y lo sitúa como a uno de esos autores a los que conviene no perder la pista. De nuevo.
