Alien Descendant: oscuro secreto

En el oscuro universo de Alien, donde la supervivencia humana se enfrenta constantemente a los horrores biomecánicos de los xenomorfos y a la codicia corporativa de Weyland-Yutani, Alien Descendant se alza como una obra que no solo expande los límites del terror, sino que también reimagina las raíces del miedo. Escrito por Declan Shalvey con arte de Andrea Broccardo y Danny Earls, este volumen se sumerge en la esencia de lo que hace que el universo Alien sea tan inquietante: la combinación letal de monstruos implacables, secretos enterrados en el tiempo y la moralidad distorsionada de la humanidad.

La historia abre con el «Alien Annual 2023«, una entrega sin diálogos que deja al lector en un estado de alerta constante. Ambientada en 2156, muestra el destino de una nave caída de Weyland-Yutani que, lejos de contener un simple incidente, dio lugar a una nueva y aterradora variante de Alien. En las entrañas heladas de su entorno, los descendientes de estos horrores despiertan, ansiosos por reclamar vidas. Este prólogo establece un tono de pesadilla, marcando el ritmo para el resto del volumen. En la línea temporal principal, la trama avanza años después de los eventos del primer volumen, con una protagonista que, como descendiente, busca respuestas y, quizá, venganza. Este salto temporal añade un matiz intrigante: ¿qué significa ser una «descendiente» en un mundo moldeado por las atrocidades de Weyland-Yutani? La respuesta se revela gradualmente a través de flashbacks y conexiones con el pasado, mientras la protagonista se enfrenta a horrores familiares y nuevas amenazas.

Asi se nos presentan temas que han sido centrales en la franquicia Alien, realizándose con cierta frescura, pero sin mucha profundidad. La codicia corporativa, representada por un joven heredero de Weyland-Yutani, resuena como una advertencia inquietante sobre cómo las decisiones impulsadas por el lucro pueden desencadenar el caos. Este personaje, con su búsqueda obsesiva, personifica el desprecio humano ante las consecuencias éticas y ambientales de las decisiones y acciones que toma. Además, el comic aborda la autonomía de los androides, criaturas atrapadas en el limbo entre lo humano y lo mecánico. Shalvey logra que estos personajes sintéticos sean inquietantes y profundamente trágicos a la vez, reflejando un conflicto interno que es tanto filosófico como visceral. En su búsqueda de libertad, los androides se convierten en un espejo oscuro de nuestra propia humanidad perdida.

En el apartado gráfico, el arte de Andrea Broccardo captura a la perfección la atmósfera claustrofóbica y el horror corporal que definen a los xenomorfos. Los nuevos diseños de los “bichos” son una pesadilla hecha realidad, con detalles que los hacen parecer aún más letales y aterradores. Las escenas de acción están coreografiadas con precisión, sumergiendo al lector en un caos organizado que no da tregua. Por otro lado, Danny Earls, entrega un capítulo sin palabras que se siente como un grito atrapado en la garganta. Sus ilustraciones transmiten el frío glacial y la soledad de un lugar donde la vida nunca debió prosperar, mientras que el diseño de los nuevos Aliens muestra una amenaza primigenia y salvaje. Por su parte, Shalvey, quien también contribuye con flashbacks ilustrados, imprime una tono perturbador a los androides. Sus miradas vacías y movimientos calculados los hacen parecer simultáneamente vivos y muertos, añadiendo una capa extra de incomodidad al relato.

El desenlace es una montaña rusa de emociones. Mientras las líneas argumentales convergen en una lucha desesperada contra los Aliens, Shalvey y Broccardo logran que el horror sea tanto físico como psicológico. Sin embargo, aquí es donde el ritmo del relato tambalea un poco. El enfrentamiento final, aunque impactante, se siente apresurado, con una resolución que deja al lector con ganas de más. El uso de un monstruo gigante al estilo kaiju añade espectacularidad, pero también introduce un elemento que puede parecer un cliché dentro del universo Alien. A pesar de estos pequeños tropiezos, el final del relato posee la brutalidad y el nihilismo característicos de la saga. En el mundo de Alien la esperanza es efímera y la supervivencia siempre tiene un precio.

Editado en castellano por Panini Comics, con traducción de Raúl Sastre, «Alien Descendant» contiene, además del annual, los cuatro números de la miniserie «Descendant». En conjunto, no solo es una continuación digna de su «Alien: Deshielo«, sino también una obra que intenta redefinir los límites del horror dentro de la icónica franquicia. El subtítulo «Descendant» cobra múltiples significados: descendientes de un legado corporativo corrupto, descendientes de Aliens atrapados en el hielo, y descendientes de un trauma que sigue persiguiendo a sus víctimas. Cada uno de ellos añade profundidad a un relato que, en sus mejores momentos, rivaliza con los mejores tebeos de la saga. Mientras recorremos las 136 páginas que lo componen, sentimos el frío de los secretos enterrados en el hielo, escuchamos los ecos metálicos de los androides buscando libertad, y experimentamos el terror primigenio de criaturas que nunca debieron existir. Este volumen no solo amplía la mitología de la franquicia, sino que, como un buen Alien, se queda contigo, escondido en las sombras de tu mente (y cuerpo), listo para atacar cuando menos lo esperes. Porque, en el universo de los xenomorfos, nadie puede oírte gritar… ni escapar de lo que significa ser descendiente.

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