
Desde su primera aparición en Journey into Mystery #83 en 1962, de Stan Lee y el gran Jack Kirby, Thor ha sido una figura central en el universo Marvel. Como el dios del trueno, Thor ha sido un pilar del cosmos superheroico, llevando consigo una mezcla única de mitología nórdica y heroísmo moderno. A lo largo de las décadas, varios escritores han dejado su huella en la saga de Thor, moldeando y reformulando al personaje para adaptarse a las necesidades narrativas y culturales de cada época. Entre estos escritores, Donny Cates emergió como una de las voces más distintivas y audaces, llevando a Thor a territorios inexplorados, tanto en términos de mitología como de psicología del personaje. Como ya reseñamos en su primera grapa americana, Donny Cates se enfrentó a una tarea monumental: coger el testigo de Jason Aaron, quien dejó una marca indeleble en la narrativa del dios asgardiano. Sin embargo, Cates no es un escritor que simplemente camine sobre los senderos ya trazados; él los quema y forja nuevos caminos con su distintiva voz narrativa.
En la primera etapa del Thor de Cates, nos enfrentamos a un dios nórdico que ha alcanzado un nuevo estatus como Rey de Asgard. Este ascenso, sin embargo, no trae consigo la paz que uno podría esperar. En lugar de la satisfacción, Thor está plagado de dudas y un sentimiento creciente de fatalismo. Cates explora a fondo la carga del poder y la inevitabilidad del cambio, temas que han sido una constante en la vida de este personaje, pero que aquí se presentan con una nueva intensidad.

El primer arco llamada «El Rey Devorador”(”The Devourer King«), establece el tono de casi toda la serie para lo que será una epopeya cósmica y personal. Cates trae de vuelta a Galactus, uno de los seres más poderosos del universo Marvel, pero en un estado de vulnerabilidad nunca antes visto. La decisión de Thor de servir temporalmente como heraldo del devorador de mundos en una de las más impactantes redefiniciones en su papel en el universo. Este acto refleja no solo el poder de Thor, sino también su disposición a sacrificarse para salvar a aquellos bajo su protección.
Cates no es ajeno a las narrativas cósmicas, como lo demuestra en varios de sus trabajos como “Estela Plateada: Negro”(“Silver Surfer: Black”) y Guardianes de la Galaxia. En Thor, continúa esta tradición, llevando al dios del trueno a las profundidades del universo, enfrentándolo a amenazas que desafían no solo su fuerza física, sino también su comprensión de la realidad. El personaje de Invierno Negro, una entidad que trasciende el entendimiento convencional de la muerte y el fin del universo, introduce un elemento de horror cósmico que añade una capa de complejidad a la mitología del rey de Asgard. Cates juega con la idea de ciclos eternos de destrucción y renacimiento, no solo a nivel cósmico sino también personal, sugiriendo que el hijo de Odín está atrapado en un destino inevitable de ascenso y caída. La lucha contra este ente culmina en una revelación inquietante: la visión del propio fin de Thor. Este momento no solo actúa como un catalizador para el desarrollo del personaje, sino que también sirve como una metáfora del temor existencial que impregna la serie. A pesar de todo su poder, se enfrenta a la inevitabilidad de su muerte, un tema que Cates explora con gran perspicacia.

Cates borda también la relación de Thor con su martillo, Mjolnir. Desde su creación, ha sido más que una simple arma; ha sido un símbolo de la dignidad, la responsabilidad y el poder del señor del trueno y el rayo. A medida que Thor asume el papel sucediendo a Odín como el gobernante de Asgard, encuentra que el martillo se está volviendo más pesado con cada día que pasa. Este cambio físico en Mjolnir es un reflejo directo de la creciente carga emocional y psicológica que Thor está soportando. No solo es responsable de proteger a Asgard, sino también de mantener el equilibrio en los Diez Reinos y, en muchos sentidos, en todo el universo. La creciente dificultad para levantar su adorado martillo simboliza la lucha interna de Thor por mantenerse fiel a sí mismo mientras enfrenta las exigencias de su nuevo rol. Y el guionista usa este conflicto para explorar temas más profundos sobre la identidad y la autovaloración. Thor, que siempre ha sido digno del regalo de Odín, ahora duda de sí mismo. Se pregunta si ha perdido algo esencial en su transición de héroe a rey, y si esa pérdida es la causa del cambio en Mjolnir. Este dilema se convierte en uno de los motores centrales de este volumen, impulsando a Thor a buscar respuestas y soluciones, no solo en el campo de batalla, sino también en su alma.
Por otro lado, también está presente en la ecuación Donald Blake, el clásico alter ego mortal del Thor de Marvel. En los cómics clásicos, Blake fue creado por Odín como una manera de enseñar a su hijo humildad y compasión. Sin embargo, en la interpretación de Cates, Blake es mucho más que una simple fachada mortal; se revela como un personaje profundamente traumatizado y peligrosamente inestable. Después de años de estar atrapado en una especie de limbo, Blake regresa a la realidad con una rabia incontenible. Este no es el Donald Blake que Thor recuerda; este es un hombre transformado por la soledad y el sufrimiento, alguien que ha sido moldeado por la traición que siente hacia Thor y los dioses de Asgard. Blake se convierte en un villano formidable, no solo por su conocimiento íntimo de Thor y sus debilidades, sino porque su locura está impulsada por una lógica retorcida pero comprensible. El enfrentamiento entre Thor y Blake es más que una simple batalla física; es una lucha entre dos aspectos de la misma identidad. Blake representa la parte de Thor que fue dejada atrás, la humanidad que una vez definió su perspectiva y su comportamiento. Al enfrentarse a Blake, Thor debe confrontar lo que ha perdido en su transformación en sustitución de su padre, y este conflicto interno se desarrolla de manera espectacular a lo largo de los números que componen ese arco.

En el aspecto gráfico, Nic Klein y Aaron Kuder se hacen cargo del dibujo de estos primeros 14 números. Nic Klein, el artista principal durante gran parte de los números en Thor, ha traído una intensidad visual que encarna la brutalidad y la belleza del mundo de Asgard. Desde los primeros números, es evidente que Klein entiende la magnitud del personaje de Thor y el universo que lo rodea. Su estilo combina un poderoso dibujo (hablando físicamente del estilo con que perfila al asgardiano) con una atmósfera oscura y melancólica que refleja los conflictos internos y externos con los que se enfrenta el Dios del Trueno. Uno de los aspectos más destacados del trabajo de Klein es su diseño de personajes. Thor, bajo su pluma, es imponente y majestuoso, una figura que irradia poder y autoridad. Sin embargo, Klein también es capaz de capturar las vulnerabilidades de Thor a través de expresiones faciales sutiles y un lenguaje corporal que refleja su creciente duda y carga emocional. Este Thor no es solo un guerrero invencible, sino un rey que lleva el peso del universo sobre sus hombros. Aunque Nic Klein y Aaron Kuder tienen estilos distintos, su colaboración en Thor bajo la dirección de Donny Cates es un ejemplo de cómo dos artistas pueden trabajar en armonía para crear una narrativa visual cohesionada y poderosa. La serie no sufre de una desconexión estilística, sino que se beneficia de la mezcla de la majestuosidad contemplativa de Klein y la energía de Kuder. La transición entre los estilos de Klein y Kuder se maneja de manera que no resulta discordante para el lector. Esto se debe en parte a la coherencia proporcionada por el colorista Matt Wilson, cuya paleta y enfoque de la iluminación unen visualmente los diferentes estilos. Pero también es un testimonio del entendimiento compartido entre Klein y Kuder de la historia que están contando. Ambos artistas comprenden que están construyendo un mundo que es a la vez divino y humano, cósmico e íntimo, y su arte refleja esta dualidad de manera magistral.

Editados en su momento en España en grapa por parte de Panini Comics, vuelven ahora los primeros catorce números compilados en este tomo de la línea Marvel Deluxe: 336 páginas con traducción de Gonzalo Quesada y un introducción de Nacho Teso, además de incluir al material extra de la serie, donde podemos disfrutar de todas las portadas alternativas que salieron para el mercado americano con autores y autoras como Jen Bartel, Oliver Coipel, Arthur Adams, Matteo Scalera, Ryan Stegman, Alex Ross, Jenny Frison o Ed McGuinness entre otros.
En este primer integral de esta etapa, “El Thor de Donny Cates”, tanto guionista como dibujantes tomaron un personaje que ya icónico y lo llevaron a nuevas alturas, enfrentándolo a desafíos tanto internos como externos, obligándolo a crecer y cambiar. Entre la épica y lo íntimo, aquí se exploran las profundidades del alma de Thor mientras se narran algunas de las aventuras más grandiosas que el universo Marvel haya visto últimamente. Así que pilla una buena cerveza de hidromiel, ponte delante del ventilador y disfruta de una de los mejores relatos sobre el Dios del Trueno.
