El Rayo “U”: la antesala a la grandeza posterior

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En 1942, las restricciones impuestas por los países en lucha contra las fuerzas del eje comienzan a dar sus frutos y consecuencias en los territorios europeos afines a Alemania. Eliminando cualquier atisbo de comercio, las entregas de King Features Syndicate de Flash Gordon para publicaciones quedan interrumpidas, dejando las series colgadas en varios países, como Bélgica o España. Hecho que no impidió que las series continuaran, aunque con material autóctono. En el caso español, el gran Jesús Blasco fue el encargado de solucionar los saltos argumentales que ocasionaron la falta de páginas suministradas en las páginas de la cabecera “Leyendas”.  

En Bélgica, en la revista “Bravo”, optaron por cerrar debidamente la serie y, ante la falta de material que cerrara los cabos sueltos del argumento, le encargaron la tarea a un joven dibujante, que por aquel entonces colaboraba activamente con Hergé. Aquella joven promesa, cuya contribución fue notable en Tintín, tenia ante si su primer encargo de envergadura: sustituir y continuar las páginas de Alex Raymond.

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Él era Edgar P. Jacobs y salió airoso del órdago de “Bravo”. No por nada “Flash Gordon” era el personaje más apreciado de la revista. Y tras cerrar con oficio el argumento, se le propuso a Jacobs que comenzara a hacer su propia “Space Opera” para ocupar el hueco de la ausencia de la serie de Raymond. Jacobs aceptó nuevamente el envite. El resultado, el tebeo que hoy nos ocupa: “El Rayo «U»” («Le Rayon «U»«), el primer trabajo de Edgar P. Jacobs antes de alumbrar su creación más celebre: “Blake y Mortimer”.

Eso es lo que contiene “El Rayo U”, el álbum editado en castellano por Norma Editorial en una “Edición Aniversario” coloreada por Bruno Tatti. Todo el material de la serie que tuvo la difícil tarea de ocupar el hueco dejado por el carisma de Flash Gordon en “Bravo”. Tarea titánica que sirvió para que Jacobs llevara un paso más aquel encargo, a modo de sucedáneo, que le encomendaron. Pues si bien la finalidad que primaba era proporcionar entretenimiento con páginas con sabor a genuina space opera, en este trabajo seminal se pueden rastrear ya indicios de la grandeza que vendría después.

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En primer lugar, ya se atisba ese cruce gráfico que devino en el estilo personal de uno de los padres más importantes de la Línea Clara, donde rasgos propios de Alex Raymond y Milton Caniff se encuentran con el trazo de Hergé, todos asimilados de forma orgánica por “el barítono de la Línea Clara”. También se puede comprobar como la atención al detalle, argumental y gráfico, comienza a germinar en “El Rayo “U”.

Por todo eso y con la perspectiva que otorga el tiempo, esta obra es mucho más que un pastiche de urgencia para cubrir una contingencia coyuntural de falta de suministro de un cómic estadounidense en Bélgica. Fue una oportunidad muy bien aprovechada de un autor para crecer y avisar del potencial que había en su mesa de dibujo. Fue el campo de pruebas para que los trasuntos de “Flash Gordon” y “Zarkov” aparecidos en el Rayo “U” tuvieran caracterizaciones opuestas a los originales, siendo “el científico”  más intrépido y “el aventurero” más analítico. Un hecho muy significativo que marca la antesala conceptual de la clásica pareja de aventureros que crearía con “El secreto del Espadón” en 1946: los inmortales Blake y Mortimer.

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Es por eso que vale la pena sumergirse en las 48 páginas de este álbum editado por Norma, con el acertado color de Bruno Tatti realizado para esta “edición aniversario”, y traducción al castellano de Diego de los Santos. “El Rayo “U”” supone la antesala a la creación de un clásico definitivo de la Línea Clara; también el cruce que resulta de influencias de ambos lados del Atlántico, con sabor a Space Opera exótica de mundos lejanos y querencia por la aventura en su máxima acepción. Quizá por esas razones, esta obra mantiene su fuerza como el clásico menor del tebeo europeo que es. Una pieza pequeña, pero necesaria para toda la grandeza que vino después. Por eso conviene recorrerla y disfrutarla.  

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