Hay quien dice que su presencia fue previa a los actores de teatro. Restos quedan de unas pequeñas figuras manipulables encontradas en Egipto, datadas en fechas cercanas a los 2000 años antes de Cristo. Desde entonces su presencia es perfectamente rastreable a lo largo de la historia, hasta nuestros días. Porque, aunque la tecnología haya cambiando en un tiempo relativamente corto (menos de cien años) muchos de los usos y costumbres en cuanto a ocio, sus actuaciones siguen agrupando niños y mayores en torno al retablo donde actúan. Es el Teatro de títeres, que sigue despertando risas y diversión manteniendo la ilusión y carcajadas allá donde una función tiene lugar.

Una tradición rica engloba estas representaciones, donde hay que distinguir entre los títeres de marioneta, de varilla, de sombra y de guante. Conocidos popularmente estos últimos en España como “Títeres de Cachiporra”. Siendo los históricamente más célebres Polichinela, Guiñol (cuya fama en Francia extendió su nombre a la denominación de este tipo de teatro de títeres), Kásperle, Gorgorito o Pelegrín. Este último es nuestro protagonista de hoy, ya que protagoniza el cómic que llevaron a cabo Juanarete y Diego Burdío, editado por Editorial Arbolé y GP Ediciones.

Pelegrín es, sin duda, la máxima estrella que ha salido al retablo de la compañía de teatro Arbolé, protagonizando junto a su cachiporra momentos divertidos a lo largo de más de cuarenta años de la compañía. Un títere que ha hecho reír a generaciones de niños y que el pasado 2023 cumplió cuatro décadas junto a Arbolé. Por ello, sobre una idea de Esteban Villarrocha, director de Teatro Arbolé, se gestó “La cachiporra perdida de Pelegrín”.

En formato apaisado, y con viñetas que tienen el sabor del retablo del teatro de títeres, Juanarete nos presenta una historia de búsqueda: la del títere que ha perdido su preciada cachiporra. En sus pesquisas viajará por diversos retablos interactuando con clásicos del teatro de títeres de todo el mundo, coincidiendo con figuras célebres de la cultura y protagonizando desternillantes situaciones: de esas que, a la que se descuida, el títere se lleva un porrazo con el que comienza las carcajadas del público.

En lo gráfico, Diego Burdío nos traslada a esos retablos y nos hace viajar por el tiempo y el espacio para recorrer este homenaje en viñetas que va más allá de Pelegrín, extendiéndose a este entrañable teatro de títeres. Siendo el camino tan entrañable y respetuoso con la tradición como efectivo en su discurrir secuencial por las viñetas, con sencillos y efectivos diálogos de Juanarete que potencian el sentido de ilusión del mundo de los títeres en un viaje en viñetas que denota querencia por este tipo de teatro. Uno que va a hacer disfrutar a cualquiera que se ha reído viendo una función de títeres.