
“Just another poor boy off to fight a rich man’s war”
Steve Earle – Rich man’s war
El seis de enero de 1979 se publicó el número 200 de “Battle Picture Weekly” en el Reino Unido. Entre las páginas del bélico magacine comenzaba la serie que podría considerarse el primer cómic que trató con dureza y crudeza el tema de la guerra. Nos referimos a “La Guerra de Charley” («Charley’s War«), de Pat Mills y Joe Colquhoum. A lo largo de capítulos de 4 páginas se mantuvo hasta octubre de 1986 retratando la Primera Guerra Mundial con un tono despojado de cualquier heroísmo o épica y reflejando, por primera vez en el cómic británico, el horror real que implica una guerra.
Charley, el protagonista de esta saga, es un inocente muchacho inglés de clase obrera que, movido por el idealismo, se alista mintiendo sobre su edad para combatir por su país y es enviado al frente francés días antes de la fatídica batalla del Somme (1916), una de las más cruentas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial, con un resultado que superó el millón de bajas en ambos bandos.

El contexto elegido por Pat Mills (“Marshal Law”, Slaine o “Nemesis The Warlock») da pistas sobre la crudeza que nos vamos a encontrar. Aquí no hay héroes ni ningún atisbo de épica. Solo hay víctimas y pobres muchachos intentando sobrevivir entre el horror de las trincheras. Como peones humanos en un ajedrez manejado por los mandos, que no tienen el menor reparo en sacrificar sus recursos humanos en campañas militares casi suicidas, por no decir estúpidas.
Ese es el entorno en el que Charley va a (sobre) vivir y combatir; donde su ingenuidad se irá diluyendo entre las muertes de compañeros y horrores propios de la masacre en la que forma parte, tanto de forma activa combatiendo, como de forma pasiva siendo utilizado como “carne para la picadora bélica” de un conflicto avivado por intereses de los poderosos. Esos que nunca se manchan las manos ni combaten, pero mandan “en nombre de la patria” a muchos infelices a la desgracia.

Todo esto subyace en estos capítulos de apenas cuatro páginas, que entrega tras entrega, cautivo a muchos lectores durante más de un lustro en las islas británicas. Magníficos ejercicios de síntesis dramática donde Mills capturaba la atención del lector con maestría y el magnífico dibujo de Joe Colquhoum hacia el resto para retratar con altas dosis de un realismo hasta entonces no visto en UK. Cabe destacar que, en alguna ocasión, le pidieron desde la editorial a Colquhoum que no fuera tan realista en sus viñetas, obligándole a retocarlas para “suavizarlas”. Aún con eso, cada una de estas páginas es una ventana al horror que supuso la Primera Guerra Mundial. Una ventana que no está situada en los puestos de mando, sino en la trinchera, donde la vida se juega y se pierde. Donde no hay héroes, solo pobres infelices que no son más que carne de cañón.
Considerado por muchos el tebeo más importante que ha salido del Reino Unido, el propio Alan Moore dijo de él que “nadie ha llegado a representar tan fehacientemente la crueldad y la miseria de la guerra como “La Guerra de Charley””. Sin duda, el camino que abrieron Mills y Colquhoum con esta obra es significativo. Baste ver las “War Stories” o los “Battlefields” de Garth Ennis para encontrar la conexión, por poner solo un ejemplo. Paradójicamente, ésta obra estaba inédita en España, habiéndose publicado solo dos capítulos en castellano en 1987 en los dos números que publicó MC Ediciones de la cabecera “Guerras de ayer, hoy y mañana”. Una deuda que inexplicablemente nadie había saldado con el lector español. Hasta ahora, que Cartem comics nos presenta la edición integral de la obra en un cuidado volumen de 328 páginas en cartoné, que cuenta con la traducción de Víctor Manuel García De Isusi y jugosos extras como comentarios del propio Pat Mills y una galería de portadas del «Battle Action» o «Battle Picture Weekly» a cargo del propio Joe Colquhoum, Carlos Ezquerra, junto a otras covers no acreditadas. Toda una presentación de lujo para un volumen que no puede faltar en ninguna estantería de cualquier aficionado al mejor tebeo bélico o antibélico. Entre el horror de estas páginas de «La Guerra de Charley» no hay héroes, como ya he dicho. Solo pobres chicos en guerras de hombres ricos.
