
El pasado 2022 La Cúpula hizo gala de buen olfato editorial editando la joya que es “Una carta para Yodo” (“Lettres Perdues”). Un soberbio, onírico y emocional tebeo que puso en el radar de los aficionados españoles a Jim Bishop, quizá uno de los artistas de la Bande Dessinée actual con propuestas más excitantes. Este año nos traen su trabajo más reciente, “Mi amigo Pierrot” (“Mon ami Pierrot”), suponiendo éste un paso adelante del Bishop en términos creativos.
Estamos ante una obra de las que deja huella en lo más hondo de quien la lea, tanto por los recursos formales que emplea como por lo que despierta el relato que alberga. “Mi amigo Pierrot” empieza, y se desarrolla, como un mágico cuento, y como todo cuento que se precie, posee varias capas de lectura. La protagonista, Cléa, es quien nos guiará por la historia que nos espera. Ella es una joven muchacha cuyo futuro ya está decidido y pactado de antemano. Concertado ya su matrimonio con un miembro de la nobleza, ella sabe que apenas ha vivido aún. La danza le atrae con pasión y todo lo que implica una vida con vocación artística, no siendo compatible con la vida de condesa que le espera. Todo su futuro parece en programado, destinada ella a ocupar el rol que se le ha asignado “por su bienestar” y “porque es lo mejor”. Como las responsabilidades que se exigen (absurdamente) a un adolescente justo en el momento de que deja la niñez atrás, ignorando que el termino “adolescencia” tiene la misma raíz que el verbo “adolecer”.

De repente, Pierrot, un mago, aparecerá en la vida de Cléa. Con su magia y encanto conquistará a la muchacha que, deseosa de vivir, por primera vez experimentará la llama del amor y la pasión, cambiando por completo de entorno y vida, como una liberación a través de la magia. Pero el amor, como una rosa, posee espinas, cuando una de las partes no cuida a la otra. Y tras las ilusiones de lo idílico puede esconderse lo mezquinamente egoista.
“¿Está lista para ver un truco de magia que recordará toda la vida?”
Poco más se ha de saber de este relato en el que lo poético y surreal se entrelaza con la filosofía y las primeras pasiones. Este camino que nos propone Bishop, en forma de fábula, está bañado de esoterismo, pero solo de forma tangencial. Lo que nos muestra “Mi amigo Pierrot” a través de sus luminosas y potentes páginas son cuestiones universales e intrínsecas a la condición humana y al proceso de crecimiento y madurez, con el amor como motor del relato. Amor en el espectro más amplio del término: abarcando desde el pasional y romántico hasta el amor consciente y el amor propio que dignifica y libera a cada ser.

Todo eso está en esta fábula, en la que Bishop apela a lo íntimo y esencial a través de la fantasía. Un baño gráfico poético de ensueño que posee, como los mejores relatos atemporales, trasfondos de mayor calado, esos que tras su lectura quedan en la mente para reflexionar mientras aun saboreamos la potencia gráfica del tebeo. Así aparece el “amor cortés de los caballeros” asociado a la búsqueda del ego del caballero. También la eterna confusión entre deseo y amor, la toxicidad del amante ruin, o la renuncia que impone “lo socialmente aceptado” a quien quiere buscarse en el mundo y su vida.
Cuestiones todas de gran calado, que Bishop sintetiza y combina de forma orgánica en el cómic. Que primero cautivará por lo gráfico, pues el trazo y composición de página de Bishop desprende encanto y magnetismo en cada una de las páginas del relato. Consiguiendo en ocasiones soluciones gráficas en las que Mizayaki, Matsumoto y Moebius se encuentran en la voz propia del lápiz y color de Jim Bishop. Tras la atracción gráfica, queda la férrea seducción que provocará el guion en quien lo lea, por lo bien planteado y secuenciado que está en cada una de las viñetas de la obra.

Equilibrado en su desarrollo y excepcional en su conjunto. “Mi amigo Pierrot” es una suerte de “camino de descubrimiento”, “una lección de vida”, envuelta en una estética cautivadora. Narrada con maestría, hechiza conforme se avanza en su lectura. Por la utilización que lleva a cabo Bishop de elementos aparentemente clásicos , pero que en sus manos se tornan frescamente sofisticados.
Editado en francés por Glénat el pasado 2022, lo acaba de estrenar en castellano La Cúpula en una edición en rústica que es un festín visual y narrativo, que cuenta con la traducción de Inés Sánchez Mesonero. Lo que aquí espera es una golosina para quien guste de potencia gráfica en un tebeo. Un relato para atesorar para quien sienta querencia por cuentos que lleven implícito un camino de aprendizaje. “Mi amigo Pierrot” es magia, es inocencia y su pérdida. También es surrealismo y poesía. Pero ante todo es “savoir faire”: el de plasmar un rotundo relato que huye del estereotipo para llevarnos a lugares creativos más fértiles, liberadores y mágicos. En definitiva, excepcionales.
«Au clair de la Lune
On n’y voit qu’un peu
On cherche la plume
On cherche le feu»
(“Au clair de la lune”)
