En un escenario apocalíptico, donde la civilización se desmorona y la supervivencia se convierte en el único imperativo, el valor de la vida humana adquiere una dimensión única y desafiante. En el contexto de un apocalipsis las estructuras sociales se desmoronan, las ciudades se vuelven ruinas y la civilización tal como la conocemos llega a su fin. La decadencia y la desesperación se apoderan del paisaje. En medio de este caos, el valor de la vida humana se vuelve más agudo. ¿Cómo encontrar significado cuando todo lo familiar ha desaparecido? Esta es una de las preguntas que vemos en este segundo volumen de “The Horizon” (“수평선”) de Jung Ji Hun.

En ese mundo de guerra, la supervivencia se convierte en la moneda de cambio. La escasez de recursos, la amenaza de criaturas desconocidas y la competencia por los elementos básicos desencadenan una lucha constante. Sin embargo, en medio de esta lucha, surge una pregunta existencial: ¿Qué significa realmente estar vivo cuando la muerte acecha en cada esquina? Decisiones difíciles sobre compartir recursos, confiar en extraños y proteger a los seres queridos plantean cuestiones profundas sobre la moralidad en un contexto de supervivencia extrema. ¿Se mantendrán los valores humanos o se erosionarán en la lucha diaria por la vida? A pesar de la desolación, la necesidad de comunidad persiste. La conexión con otros se vuelve crucial para la supervivencia, emocional y física. La formación de comunidades, aunque pequeñas, ofrece un sentido de pertenencia y seguridad en un mundo caótico.
En ese escenario, los dos personajes principales de la obra siguen su camino, obligados a depender el uno del otro. Juntos, exploran este paisaje desolado, buscando agua, alimentos y refugio. Se enfrentan a la realidad: deben aprender a sobrevivir en un mundo sin misericordia. A medida que su viaje avanza, se topan con una banda de militares despiadados. También con “el hombre del traje”. La hostilidad de estos seres humanos, despojados de humanidad, los confronta con una verdad brutal: para protegerse y sobrevivir, deben empuñar un arma. Y eso no es solo una acción física; es un rito de paso que los sumerge en la cruda realidad de su existencia. La inocencia se desvanece como humo en el aire, reemplazada por la comprensión de que sobrevivir en este mundo roto exige sacrificios que ningún niño debería tener que hacer. Así recorreremos con los pequeños situaciones que ningún niño debería vivir.

Jung Ji Hun usa el acto de avanzar hacia el horizonte no como simplemente un desplazamiento físico, sino un viaje metafórico hacia la transformación. Un impulso innato de los niños para superar sus propios límites, de explorar lo desconocido y de mejorar las condiciones de vida. Cada paso hacia adelante es una afirmación que lo vivido no es la solución y es mejor seguir avanzando. El riesgo y la recompensa están entrelazados en la trama del avance. Aquellos que se aventuran más allá de lo familiar se encuentran con desafíos que podrían parecer insuperables, pero es precisamente la superación de estos obstáculos lo que lleva a las recompensas más significativas. El uso que tiene en la narrativa de los traumáticos con sucesos actuales no solo enriquece la historia, sino que también genera un impacto emocional profundo en el lector. La empatía se intensifica al experimentar la conexión visceral entre los momentos dolorosos del pasado y las luchas presentes de los personajes, creando una experiencia de lectura más envolvente y memorable.
Esta segunda parte llega a España gracias Kibook Ediciones. Tiene un formato, rústica de tapa blanda con acabado rugoso (13,8 x 20,9 cm) de 376 páginas. La textura de la portada y los interiores con el papel marfil (un poco amarillento), como en el primer volumen. Así nos sumerge en un torbellino de emociones el segundo número de «The Horizon«, donde la enfermedad se erige como una sombra ineludible que se cierne sobre los personajes. Junto la intriga propia con que Jung Ji Hun eje esta historia, se agolpan los recuerdos en la memoria de los protagonistas. Y al final, cuando se acaba la lectura de esta entrega, quedan las emociones duales que despierta su recorrido: la tristeza por lo que se desvanece y el deseo por lo que está por venir. Con el próximo volumen asomándose en el horizonte, queda claro que este manhwa no solo nos ha cautivado, sino que también nos ha dejado con el incesante deseo de seguir explorando los sucesos que vivan sus protagonistas en la continuación de la serie..
