
“ ¡La guerra con el Infierno!
¡La fuga de capitales!
¡El apocalipsis!”
En el mercado financiero y de inversión, se utiliza el término «potencial de revalorización» para designar la capacidad que tiene un activo o inversión para aumentar su valor a lo largo del tiempo. Un concepto, en ese contexto, lleno de incertidumbre. En el mundo del cómic, ese concepto se podría contemplar con más certeza si nos referimos al valor potencial de una serie conforme se desarrolla por entregas, verificando el lector, en cada nuevo volumen y grapa, si la serie va ganado empaque o no. De ahí, una vez que las expectativas previas se han correspondido al resultado leído proyectaremos un nuevo potencial, una nueva expectativa hacia la siguiente entrega. Ejemplo de lo anteriormente expuesto nos sirve el tebeo que hoy nos ocupa: “Dark Investment. Mojabragas”, de Javier Ara, editado por Drakul.

Si ya con “Atraco a mano alzada”, Javier Ara se hizo un nombre en el panorama del tebeo nacional, con “Dark Investment” sin duda lo está consolidando. Esta serie, en la que asume la autoría completa (con la ayuda al color de Manuel J. Rodríguez en el primer volumen “El incidente Calcabrina”), está demostrando donde puede llegar si se le deja espacio. Y lo hace con originalidad, humor, acción, fantasía, ciencia ficción y sana irreverencia, en un resultado plagado de entertaiment de la mejor factura.
“Aún no me siento el culo, pero en cuanto me haya metido el décimo gin-tonic, no me sentiré ni la dignidad.”
Así lo pudimos comprobar en “El incidente Calcabrina” y “Trata de Almas”, los dos primeros volúmenes de la saga, donde los conceptos del mundo financiero y de inversión se mezclaban hábilmente con lo esotérico y descubríamos una agencia, la que da título a la serie, encargada de comerciar con el activo más poderoso de nuestra dimensión: las almas; además de ser garante de supervivencia de la tierra frente a otros mundos sobrenaturales.

En ese contexto conocimos a Angélica, la protagonista de los dos primeros volúmenes, que en este tercero deja el protagonismo a lo que podría entenderse como su particular “sidesick”, que no es otro que Víctor, nombre clave: Mojabragas. Un apodo que los lectores de la saga recordarán las razones de su obtención mientras una posible carcajada les haga rememorar el primer volumen. En pos de no perjudicar a los nuevos lectores que se acerquen a la obra, mantendremos un escrupuloso silencio al respecto.
Además de cambiar el foco del personaje principal, Ara nos reserva alguna sorpresa más en este tercer volumen, aportándonos un relato en el que la serie negra más clásica está presente en todo momento. Todo ello sin renunciar a esos diálogos marca de la casa, esos que te asaltan con un gag cuando menos te lo esperas; y esa irreverente mezcla que resulta de combinar hechos cotidianos con tramas plagadas de espionaje, traiciones, magia y conspiraciones sobrenaturales. A todo eso se enfrentará Mojabragas en este volumen.

“¿Quieres un consejo de pulpo viejo?”
Al contrario que en los contextos financieros y de inversión, en “Dark Investment. Mojabragas” no hay ningún elemento de incertidumbre. En todo caso hay muchos de entertaiment de calité, de esos que hacen que se devoren las 128 páginas que componen este tebeo editado en rústica por Drakul. Tras su lectura, se entenderán las razones de porqué esta serie ya ha vendido los derechos para publicarse en 8 países: Frescura, irreverencia y originalidad, mucha originalidad, son las claves. Y es que “Dark Investment” no solo es un título de alto valor en cuanto a diversión, sino que con “Mojabragas” se revaloriza de forma exponencial.
PD: Ya esperamos con ganas la cuarta entrega: “Operación tangencia”
