
El verano de 1944 marcó un punto de no retorno en Varsovia. Tras la primera rebelión a la ocupación nazi en el gueto de Varsovia un año antes, más simbólica y moral que efectiva, la segunda vino se produjo con mayor efectividad, logrando que los alemanes se alejaran de la ciudad. La llegada del Ejército Rojo era inminente y convenía a la resistencia polaca tener el control de la capital para poder negociar en mejores condiciones ante los comunistas.
El 1 de agosto, El ejercito de interior polaco, junto a ciudadanos rebeldes, lograron su objetivo. Pero los alemanes quedaron al acecho y no iba a pasar mucho tiempo hasta que la volvieran a tomar Varsovia. Mientras tanto, el Ejercito Rojo no llegaba, y los nazis aplastaron la rebelión. Entre 200.000 y 250.000 civiles y 15.000 rebeldes murieron durante el levantamiento y el conflicto.

Después, cuando la ciudad quedó en manos comunistas, a aquellos luchadores por la libertad polaca no les esperó un reconocimiento por parte del ejercito soviético, sino la cárcel e interrogatorios para anular voluntades. El resultado ya es de todos conocidos: Polonia fue un satélite más de la Unión Soviética durante la guerra fría.
El tebeo que hoy nos ocupa nos habla de una de las protagonistas de aquella rebelión: Maria Sabina Devrim, aquella muchacha que con 21 años luchó contra la ocupación nazi. Su vivencia viene relatada en “La insurgente de Varsovia” (“L’insurgée de Varsovie”), de Jean-Pierre Pécau, Dragan Paunovic y Bertrand Denoulet, que Cartem comics acaba de poner a la venta en nuestro país, siendo este volumen el segundo de la colección ““Historias de la Guerra”, inaugurada con “El guardaespaldas de Masud”, también con guion de Pécau.

A partir de testimonios de la propia Maria Sabina Devrim, Pécau construye un relato directo, pegado a esos días de plomo y rebelión, donde nos cuenta tanto el combate como las derrotas. Una ante el invasor nazi; otra ante “el liberador” ruso. Todo a partir del testimonio en primera persona de la protagonista del cómic: aquella jovencita que luchó y sobrevivió al horror que fue la Varsovia de la Segunda Guerra Mundial.
El arte de Dragan Paunovic, minucioso y efectivo, refuerza el sobrio tono de Pécau. Las viñetas con las que narra gráficamente sirven no solo para llevarnos por el relato, sino para ilustrar con fidelidad lo acontecido, apreciándose un gran trabajo de documentación bien asimilado en el resultado final. Hecho que refuerza el cómic en dos direcciones: la primera es mostrar una historia mucho más solida; la segunda es una finalidad documental notable, por el grado de veracidad mostrado en cada arma, ropa y escenarios donde se desarrolla la trama. En el mismo sentido, el efectivo color vertido por Bertrand Denoulet nos lleva de forma emocional a la Varsovia en ruinas de 1944.

Publicado originalmente en Francia por Delcourt en 2021, la edición en formato álbum europeo que ha llevado a cabo Cartem cuenta con una acertada traducción de María Vandulciel Blanco y, a modo de extra, el excelente texto de Lasha Otkhmezuri, recogiendo declaraciones de la propia Maria Sabina Devrim que da mayor contexto histórico a lo que cuenta el tebeo. Así se erige este relato de lucha por la libertad de un pueblo, catalizado en esa joven que, en su veintena, plantó cara junto a sus compatriotas al nazismo. Un relato de una pieza y sobrio, de los que aparte de entretener, ilustra y nos muestra capítulos de la historia reciente de Europa, llevándonos a ese siglo XX del que conviene no olvidar, para no repetir errores no tan lejanos en el tiempo.
