El guardaespaldas de Masud: dentro del conflicto afgano-soviético

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“Solo serán dos meses.” Esa fue la consigna que Dimitri Uristov, Mariscal de la Unión Soviética, manifestó en 1979 cuando se comenzaron a enviar efectivos del Ejército Rojo a Afganistán. Una década después, en 1989, Moscú reconocía la derrota en Afganistán, abandonando un país roto entre clanes y facciones, germen de la situación actual. Entre medias, muchas historias por contar surgidas de aquel conflicto. Como la que nos ocupa hoy: “El guardaespaldas de Masud”, (“Le Garde du corps de Massoud”) de Jean-Pierre Pécau, Renato Arlem y Thiago Rocha, que acaba de editar en castellano Cartem cómics.

Una historia real, la de Nikolai Bystrov, soldado del Ejercito Rojo que cayo preso de los muyahidines y acabó cambiando de bando en esa guerra, llegando a ser uno de los hombres de confianza de Ahmad Shah Masud, (Ahmad Shāh Mas’ūd) el león de Panshir (Bazarak, 2 de septiembre de 1953 – Khaja Baha’u’llah, 9 de septiembre de 2001), el señor de la guerra y líder político al que el Wall Street Journal lo calificaba como “el afgano que ganó la guerra fría”.

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Asesinado por Al-Qaeda dos días antes del 11-S, es ese el momento en que comienza la historia de este tebeo, cuando Bystrov descubre que Masud ha sido víctima de un atentado terrorista. Ese es el punto de arranque para que Bystrov recuerde su vida desde que llegó como soldado comunista a Afganistán. Situados en contexto, Jean-Pierre Pécau traza un guion preciso, fiel a los hechos, en los que describe como el soldado ruso acaba siendo parte importante de los muyahidines de Masud: su guardaespaldas.


“Quien viene a Afganistán, siempre regresa a Afganistán…
el país de las águilas,
el reino de la insolencia…”

Así pasamos por los años ´80 afganos, en pleno conflicto en el valle de Panjshir, donde la Jamiati Islami plantó cara a los soviéticos y a otros clanes afganos. Centrados en momentos puntuales entre la relación de Bystrov y Masud, el relato va ganando altura apoyándose tanto en el preciso ejercicio de síntesis que Pécau desarrolla en su guion, como en la gran documentación del trabajo. Hecho que se ve reflejado en las viñetas dibujadas por Renato Arlem, que retrata con fidelidad absoluta tanto escenarios como armamento. El sobrio color de Thiago Rocha hace el resto para que la propuesta funcione de forma solvente, en un relato que, si bien es breve, apenas 60 páginas, es preciso en lo que nos muestra tanto en lo argumental como en lo documental, pues en muchas de estas páginas hay subtextos que aportan de forma sutil mucha más información contextual que enriquece el conjunto.

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Publicado originariamente en Francia por Éditions Delcourt dentro de la colección “Histoire et Destins” en 2021, que agrupa relatos bélicos basados en hechos reales y desprovistos de elementos de ficción épicos, “El guardaespaldas de Masud” es el título elegido por Cartem cómics para inaugurar sus “Historias de la Guerra”. Editado en un cuidado formato de álbum europeo, el cómic se acompaña de un excelente texto final a cargo de Lasha Otkhmezuri, que pone en contexto el conflicto de Afganistán con la URSS, dando mayor profundidad a la experiencia lectora que nos espera aquí. Un relato que ocurrió, una historia que merece ser contada y conocida, porque en las guerras, como en cualquier aspecto de la vida, todo es más complejo que la aparente dicotomía con la que a veces se simplifica la realidad. Este tebeo es buen ejemplo de ello, por la escala de grises que lleva implícito lo contado en sus páginas.

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