Poco sabemos con absoluta certeza de lo ocurrido en la batalla de Guadalete de 711 (algunos apuntan a 712). Un hecho envuelto ya en la leyenda por las consecuencias que desencadenó en la península: el comienzo de la dominación musulmana y el repliegue y desaparición de la supremacía visigoda y de sus gobernantes, más centrados en luchas de poder interna que en fortalecer una tierra presa de la decadencia.
Las crónicas de ambos bandos dan por muerto al último rey visigodo, Don Rodrigo o Roderico, ascendido al trono apenas un año antes. En Guadalete solo se encontró su caballo, tras la derrota. Una derrota de la que tanto mérito tuvieron las tropas musulmanas comandadas por Táriq ibn Ziyad, como la traición de los visigodos partidarios de Witiza, su predecesor en el trono.
Todos los elementos expuestos, que sin duda han sido manoseados y manipulados a lo largo de años de historia para reforzar intereses coyunturales, son presa de la una neblina tejida con los años de la distancia, de la que poco a poco la historiografía moderna ha ido desentrañando, en la medida de lo posible, lo nuclear de los hechos del mito popular. Dicho lo cual, no cabe duda que en este episodio histórico hay elementos más que suficientes para que se construya un gran relato aprovechando la fuerza de lo que ha trascendido a lo largo de los siglos, con sus luces y sus sombras. Y así lo han hecho Juan Alcudia y Taco Silveira en “Guadalete. El ocaso visigodo”, un nuevo volumen de la colección “Historia de España en viñetas” de Cascaborra Ediciones.
El propio Alcudia admite en el epílogo que estamos ante una ficción basada en un episodio histórico. Con las licencias necesarias para ofrecernos un relato que funcione por sí mismo, Alcudia nos brinda un guion en el que la épica y la tragedia se dan la mano con el simbolismo. Ayudado en todo momento por el arte de Taco Silveira, que con una efectivas composiciones de página y un tono cromático que nos remite al ocaso, sirve a los propósitos del guion con efectividad y oficio. El trazo firme de Silveira nos llevara por esa calma tensa que se respira antes del combate, en un «in crescendo» plagado de simbolismo y detalles, que culminarán en una batalla desencadenada con toda su fiereza y crudeza…. Un ejercicio de intensidad en lo gráfico que logra su propósito, atrapando al lector para que no deje de leer hasta el final.
A lo largo de las 64 páginas del volumen editado por Cascaborra podemos comprobar la solidez de este trabajo: efectivo en su desarrollo, con las dosis necesarias de épica y tragedia y la solvencia gráfica adecuada para que el resultado funcione. Tanto para divertir y entretener como para descubrir y conocer. Pues detrás de esta ficción se esconde la historia y en estas páginas hay suficientes elementos de interés para que en el lector aflore la curiosidad de saber más sobre el hecho histórico. Por tanto, tanto a nivel lúdico como pedagógico el tebeo funciona. Porque los buenos relatos, además de entretener son portadores de algo más, y ese algo nos lo encontramos en estas viñetas sazonadas de tragedia y épica; gestadas entre la leyenda y la historia…