Poison City. La censura: el cuento de nunca acabar

Veto. Desaprobación. Reprobación. Anatema. Vituperio… Palabras cuyo significado está relacionado con la censura y que, a pesar de encontrarnos en pleno siglo XXI y de que supuestamente somos muy avanzados, sigue muy presente a día de hoy en muchos ámbitos en nuestra sociedad. El mundo del cómic tampoco se salva de esta lacra y hemos tenido muchos ejemplos de ello a lo largo de los años. Desde aquella caza de brujas en los años ’50 encabezada por el psicólogo alemán Fredric Wertham y con su libro La seducción del inocente como pilar fundamental en aquellos famosos juicios hasta casos recientes como el de Milo Manara y su portada de Spiderwoma en Marvel o el llamado Bat-pene en la obra Batman Condenado de Brian Azarello y Lee Bermejo, que hicieron que las redes sociales se llenarán de protestas ante esta censura por parte de las dos grandes compañías comiqueras estadounidenses. En nuestro país también vivimos el secuestro de la revista satírica El Jueves y las consecuencias que trajo consigo. Nadie ni nada se salva de la censura y en estos tiempos tan políticamente correctos que nos está tocando vivir la estamos sufriendo y parece que no tiene muchos visos de acabar…

Bajo esta premisa el mangaka Tetsuya Tsutsui publicó en 2014 en la revista Jump Kai de la editorial Shueisha la obra que hoy traemos a la web: Poison City. En 2015 conseguiría en Francia el premio Asie ACBD. En nuestro país fue publicada por Planeta Cómic en 2017 en solo 2 tomos con un precio de 9’95 cada uno. Es de agradecer que ante las largas colecciones que se suelen publicar del mercado nipón nos traigan también series cortas para alivio de nuestros bolsillos y de nuestras abarrotadas estanterías.

Puede que las portadas de la obra nos lleven a engaño y que pensemos que nos encontramos ante un seinen apocalíptico pero en su interior nos encontramos una cosa completamente diferente. Esta es la sinopsis: “Corre el año 2019 y falta muy poco para que los juegos olímpicos estén a punto de celebrarse en Tokio. El mangaka Mikio Hibino se dispone a publicar un manga de terror llamado Dark Walker. A su vez, surge un movimiento radical en la sociedad japonesa llamado “operación de limpieza” y que pretende eliminar cualquier cosa considerada soez o de dudoso gusto. Asistiremos entonces a todos los obstáculos que encontrará Hibino para poder publicar su obra.

El origen de la obra viene de una experiencia personal del autor: Tsutsui comenzó a publicar sus obras en Internet hasta que llamó la atención de la editorial Square Enix y le propusieron trabajar para ellos. Allí publicaría su ópera prima, Duds Hunt, inédita hasta ahora en nuestro país, y seguiría con las obras Reset, Manhole, Prophecy, su secuela Prophecy: the copycat y la propia Poison City. Todas sus obras suelen tratar de thrillers policíacos con altas dosis de suspense y misterio. En 2009 su obra Manhole pasó de considerarse “obra nociva para los menores” a “incitación a la violencia considerable y crueldad entre los jóvenes” por la Agencia de los niños y el futuro del departamento de Nagasaki. Hasta el año 2013 el autor no se entera de esta decisión y decide reunirse con el comité responsable de esta elección. De esa reunión llega a la conclusión de que la censura no proviene de los temas tratados, sino por el aspecto visualmente explícito de la obra en cuestión.

Sumemos a la ecuación la Ordenanza por un desarrollo saludable de la juventud promulgada en 2010 en la asamblea metropolitana de Tokio y ya tenemos todos los mimbres para la ejecución de la obra. Tsutsui nos narra todos los problemas que pueden surgir para la publicación de un manga y cómo saltarse todas esas “vallas de censura” con pequeños trucos y mucha imaginación. Su dibujo es bueno y vemos cómo se adapta a varios géneros porque va intercalando imágenes de Dark Walker, la obra dentro de la obra, con la historia principal.

En resumidas cuentas, nos encontramos con una obra muy interesante, bien documentada, que resulta ser un canto de amor a la libertad de expresión, a la pura creación de los autores y contra todas las cortapisas que se suelen encontrar los autores en sus intentos de publicar sus obras.

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