Tras la conquista por parte de las tropas cristianas de Málaga en 1487, se pasó a la ofensiva sobre la zona oriental del reino de Granada en 1488, que culminó con la toma de Baza en 1490. El reino nazarí de Granada quedó aislado e incomunicado del resto del mundo árabe de la época. Tras ocho años de guerra expansionista auspiciada por los Reyes Católicos solo quedaba el toque de gracia frente a aquel estado, que fue vasallo del Reino de Castilla en otras épocas, y el asedio desde lo que hoy conocemos como la ciudad de Santa Fe comenzó. La resistencia granadina no tardó en doblegarse ante el fuerte asedio cristiano comandado por el Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como “el Gran Capitán”, y el 25 de noviembre de 1491 el reino de Granada capituló firmando ante Castilla. En menos de dos meses Boabdil debía entregar la ciudad a los Reyes Católicos y partir al exilio.
En realidad pocas opciones viables le quedaron al último gobernante nazarí de la península. Tras nueve años de efectividad bélica cristiana solo quedaba entregar su reino y poder obtener condiciones que permitieran a su antiguo pueblo seguir practicando su religión y seguir regulando su convivencia por sus propias leyes y costumbres (hecho que fue posible en un primer momento hasta que años después las rebeliones de las Alpujarras cambiaron el escenario para musulmanes y moriscos). Aún con ello, la capitulación no sentó nada bien entre muchos súbditos granadinos y Boabdil tuvo que enfrentarse a desavenencias internas hasta el día que entregó las llaves de la ciudad, el 2 de enero de 1492. Cuatro días después, coincidiendo expresamente con la epifanía, los Reyes Católicos entraron en Granada habiendo logrado la unificación religiosa de toda la península. Tanto con este hecho, como con la conquista de Navarra por parte de Fernando el Católico en años posteriores, se configura la extensión territorial de lo que posteriormente pasó a ser conocido como España.
Ahora situémonos en los días previos a las capitulaciones de Santa Fe, negociadas en secreto por las partes. Ese es el contexto que nos va brindar el cómic de que trataremos hoy: “1492: La Toma de Granada” de Carlos Díaz Correia, Ernesto Lovera y Ester Salguero, editado por Cascaborra Ediciones. Tras la negociación y rendición en papel de Boabdil queda entregar la plaza y el reino. No todos los súbditos granadinos están de acuerdo y entre las tropas cristianas reina una calma tensa ante algún ataque furtivo árabe que aún se perpetra. Es tiempo de diplomacia y ahí es donde se centra el tebeo.
Así pues seremos testigos de las rebeliones que se gestan en los últimos días de la Granada nazarí, a los esfuerzos diplomáticos que ha de hacer el Gran Capitan – con momentos de acción bien dosificados para aumentar el interés de la lectura – y a la amistad del Sultán con el capitán cristiano. Todo ello en un guion que fluye con naturalidad y centra su atención donde realmente se dirimen las batallas: las conjuras de palacio y no en los campos donde se combate. Un acierto por parte de Diaz Correia centrar el guion en un periodo tan corto de tiempo, lo que permite explorar uno de los momentos claves de la conquista de Granada y dotarle de credibilidad al no abusar de épica y sí dotar de caracterizaciones muy tridimensionales a los personajes principales de esta obra coral.
En cuanto al dibujo, el estilo sencillo de Ernesto Lovera hace que nos centremos en el relato en unas viñetas no recargadas de fondos y detalles, ganando dinamismo la narración. A lo largo del cómic hay algún que otro guiño a cuadros pintados sobre estos hechos históricos, guiños que preferimos no desvelar para un mayor disfrute cuando el lector se adentre en la obra. En cuanto al color, la elección cromática utilizada por Ester Salguero, resulta sobria y funcional. No exenta de sutiles matices pero siempre al servicio de lo importante: la historia que se ha de contar.
El volumen editado dentro de la colección “Historia de España en Viñetas” por Cascaborra Ediciones, de 64 páginas en formato álbum europeo, se acompaña de una pequeña reseña histórica a cargo de Álvaro López Franco, que servirá al neófito para contextualizar tanto el tebeo como para conocer más sobre la historia de nuestro país. Otra muestra más de las posibilidades literarias que ofrece la historia de este país para realizar buenos tebeos que sirvan tanto para disfrutar de una buena lectura como para primer paso hacia el conocimiento de hechos significativos de nuestra historia.