El mundo del misterio, como cualquier otra disciplina, tiene sus tótems temáticos que contribuyen a definirlo. Sin duda, uno de ellos es la fenomenología OVNI, asunto que ha ido mutando desde su popularización en los años 50 hasta la actualidad. Lo que antes solo se entendía como la aparición de platillos volantes tripulados por seres de otros planetas, se ha transformado en una cuestión que a día de hoy requiere de una amplitud de miras mucho mayor, y que admite visiones más terrenas de lo que la tradición nos ha contado. Aunque es un tema que se ha visto trasladado a la cultura popular a través de innumerables libros, películas y programas de televisión, no hemos visto muchos cómics que reflejen el fenómeno con seriedad y frialdad. Por tanto, Encuentros cercanos viene a cubrir un importante hueco dentro del mundo de las viñetas.
La historia que nos propone Anabel Colazo (El cristal imposible) sigue a Daniel, un joven que desde pequeño ha tenido cierta conexión con sucesos extraños, y que se dirige al pueblo de sus padres para pasar un período vacacional. Durante el viaje tiene una extraña visión y su coche sufre una avería inexplicable, hecho que le obliga a pasar unos días en la localidad más cercana, Las Cruces, hasta que reparen el vehículo. Lo que Daniel no sabe es que esa pequeña población es todo un punto caliente en cuanto a fenómenos extraños se refiere.
El cómic avanza ofreciendo un curioso efecto para el lector, ya que a veces da la sensación de que toda la historia que pone en liza Anabel Colazo es una mera excusa para desplegar multitud de conceptos y casuística relacionada con el mundillo ufológico. Y ojo, esto no lo digo como algo negativo sino como un aspecto que encandilará a los aficionados al misterio. Y es que vamos a encontrar en las páginas de «Encuentros cercanos» un buen puñado de menciones y representaciones de diferentes casos y personajes más o menos conocidos de la crónica OVNI, hilados a través de la trama principal. Otra cosa que encuentro muy acertada es la ambientación que logra transmitir la obra, con un tratamiento un tanto aséptico que ayuda a generar una sensación de extrañeza y confusión crecientes, algo inherente a la fenomenología de las abducciones.
Sorprende leer en alguna entrevista a la autora afirmando que no es experta en estos temas, ya que la fidelidad mostrada con muchos casos «reales» demuestra un importante trabajo de documentación y análisis. Además, Colazo hace gala de una exquisita frialdad a la hora de mostrar ciertos fenómenos, dejando de lado fabulaciones más fantasiosas para centrarse en un punto de vista más racional o incluso filosófico.
El particular estilo de dibujo de Anabel Colazo puede echar para atrás a lectores potenciales, quizá más acostumbrados a diseños más espectaculares y vistosos. Sin embargo, el trazo feísta y casi infantiloide de la autora cumple dos funciones principales. La primera es contribuir a ese enrarecimiento tonal que embadurna toda la obra, logrando al mismo tiempo representar con bastante escrupulosidad algunos iconos reconocibles del mundo del misterio. La segunda tarea que el dibujo cumple a rajatabla es la de no distraer en exceso de la narración, dejando que el lector se empape de conceptos en ocasiones bastante abstractos. La ausencia de color enfatiza esto último.
Gracias a la calidad que La Cúpula suele otorgar a sus publicaciones, contamos con una edición intachable en formato pequeño y precio asequible que convierte a «Encuentros cercanos» en una compra, si no imprescindible, sí muy aconsejable. Bajo mi punto de vista, los lectores versados en los temas que toca la obra podrán disfrutar de un acercamiento al misterio como rara vez se da en un cómic. Las interesantes reflexiones sobre fenomenología extraña tal vez puedan atosigar a quienes no estén familiarizados con algunos de los conceptos que aparecen, aunque al final del cómic se incluye un pequeño apéndice que puede servir de ayuda en este sentido. Como sucede en la realidad del fenómeno OVNI, «Encuentros cercanos» no ofrece respuestas, si acaso plantea más preguntas que vienen a sumarse a la principal que formuló Andreas Faber-Kaiser: ¿Qué quieren esta gente?