En 1924, Andrew Irvine y George Mallory intentaron coronar el techo del mundo, El Everest. Tras el 8 de junio de dicho año, cuando fueron vistos cerca de la cima, no se supo más de ellos. ¿Habían conseguido llegar a la cumbre? Acababa de nacer el mayor misterio del alpinismo. 75 años después, en 1999 se encontró el cadáver de Mallory a poco más de quinientos metros de la cumbre. A día de hoy sigue sin haber más datos sobre lo que ocurrió con su compañero Irvine ni se ha podido recuperar la cámara de fotos que éste llevaba consigo. Un enigma sin resolver en esa montaña conocida para los nepalís como Sagarmatha y que probablemente nunca se pueda esclarecer, pero que sirve de caldo de cultivo para el tebeo del que hablaremos hoy: El Enigma de Sagarmatha, de Ortolá, José M. Tafalla y Jota, recientemente editado por GP Ediciones.
El tebeo nos va a situar en los años 30, en pleno periodo entre guerras. El Everest seguía sin haberse coronado por ningún occidental que hubiese sobrevivido al intento y Adolf Hitler encarga esa misión a un equipo de lo más granado de su Tercer Reich. Lograr coronar el Everest puede ser un golpe de efecto frente al mundo, demostrando mediante este hecho, y la propaganda que se hará del mismo, la supremacía aria frente al resto de la humanidad. Comandados por Heinrich Buffa, estos hombres y mujeres pagados de sí mismos y de su épica fascista quedarán retratados en la expedición. Tanto por el trato condescendiente para con sus ayudantes sherpas o los monjes budistas que se encuentren en su camino, como por las peligrosas situaciones a las que se verán expuestos. Todo por la gloria del Führer, hasta el absurdo o la tragedia.
En ese batallón encontraremos tipos tan delirantes como el jefe de la expedición, Heinrich Buffa, un personaje tan extremo y esperpéntico que tal como es definido podría encajar en cualquier película de Luis García Berlanga o de Álex de la Iglesia, el cual, por cierto, firma el prólogo de la obra, mientras que el epílogo corre a cargo del montañero Carlos Pauner. Buffa es caracterizado como un hombre de férreas convicciones y devoción por su país. Este excombatiente de la primera guerra mundial se cree capaz de lo imposible para llegar a cualquier objetivo que le sea designado. Posee un alto y épico concepto de sí mismo que da de bruces con la realidad, consiguiendo situaciones absurdas y cómicas. Del resto del reparto conviene destacar otro miembro de la expedición que es un personaje real, la cineasta Leni Riefenstahl. La directora de “El triunfo de la voluntad” (Triumph des Willens, 1934) es la encargada de rodar la gesta alemana. Un acierto incluir este personaje para contextualizar mejor la obra y darle la consistencia histórica al “encargo” de Hitler mandando a su cineasta de referencia a la misión.
Abelardo Ortolá y José M. Tafalla hilvanan de este modo una historia que parte de misterios y personajes históricos y que deviene en un relato que discurre entre la épica del hombre frente a los elementos y la estupidez de los que se creen elegidos para la gloria, que contrasta con la humildad de aquellos que la alcanzan. Todo sazonado con situaciones hilarantes que enlazan desde el costumbrismo humorístico «Made in Spain«, propio de Azcona y Berlanga, con ecos de esos relatos de expediciones que se pueden encontrar en revistas pulp de principos del siglo XX. Mientras tanto la trama avanzará hasta descubrir un misterio que encierra Sagarmatha.
El dibujo de José Blanco, más conocido como Jota, resulta esencial para los parámetros en los que se desarrolla el tebeo, pues es capaz de mostrar la majestuosidad y sentido de la aventura que implica enfrentarse a una expedición así, resuelve gráficamente las escenas de acción y no descuida la parte cómica del relato. Hecho remarcable este último, pues en los rostros de muchos de los personajes reside la fuerza de los momentos clave de la historia, tanto los humorísticos como los melodramáticos.
Editado en formato rústica, en dimensiones de álbum europeo y en riguroso blanco y negro por GP Ediciones, “quizá no sea la historia real, pero es una buena historia”, afirman los autores en la introducción del cómic. Sin duda lo es. Partiendo de enigmas históricos logran tejer una divertida aventura en la que confluyen el humor y la épica del hombre frente a los elementos. Quizá el misterio que envuelve a Mallory y a Irvine nunca se solucione, pero “El Enigma de Sagarmatha” nos entretendrá a la vez que demostrará que la grandeza de coronar el techo del mundo es mucho más inmensa que cualquier bandera o “ismo” creado por un grupo de hombres.