“Ahora, este sitio es lo único que puede librarme de acabar con una camisa de fuerza.
O en una celda.
O ambas cosas.”
(Kid Lobotomy)
Volvemos a centrar la atención en Black Crown, el sello de Shelly Bond que edita desde la independencia interesantes propuestas de cómics nada complacientes, editados en Estados Unidos con IDW Publishing. Volvemos a tomarnos una pinta en el ficticio pub “Black Crown” y, aprovechando que la editorial Medusa Comics ha editado este mes la primera referencia del sello en castellano, Kid Lobotomy de Peter Milligan y Tess Fowler, centraremos nuestra atención en esta obra.
En el caso de que las pintas y las copas se concatenen en el imaginario pub y se haga demasiado tarde, hay una oportunidad de alojamiento cercana para quien no quiera abandonar el barrio. “The Suites” es un curioso hotel próximo al Black Crown donde posiblemente haya habitaciones disponibles. Un servicio de hostelería nada habitual que puede incluir servicios a los huéspedes tan sorprendentes como… ¡una lobotomía! Y practicada por el máximo responsable del establecimiento, el director, Kid Lobotomy. Con un curso de Medicina a sus espaldas y un pasado como estrella de rock fracasada, el joven director del hotel sigue padeciendo trastornos mentales graves aunque ello no es impedimento para seguir practicando los “terapéuticos servicios” a los clientes que visiblemente parezca que lo necesiten, siempre a juicio de Kid.
El desquiciado máximo responsable del hotel no está solo. Junto a sus traumas, el recepcionista Gervais y la camarera Ottla son sus empleados más fieles y lo más parecido a su punto de apoyo, dada la distorsión perceptiva que sufre Kid. No olvidemos nunca su locura y la cantidad de lobotomías que ya han practicado en su cerebro, a instancias de su padre, conocido en la obra como “Big Daddy”. Fue él mismo quien delegó la gerencia de “The Suites” en Kid en detrimento de Rosebud, su otra hija, una mujer dominante y posesiva que ansía hacerse con el control del hotel.
Esta es la premisa que nos plantea Peter Milligan (“Shade: the Changing Man”, “X-Statix” o “Britannia”) en el inicio de este relato. A partir de aquí, el lector será testigo de una narración que discurre entre lo onírico, el surrealismo y el absurdo. Una excursión hacia el abismo que supone la locura que padece Kid Lobotomy: rivalidad fraternal conjugada con sexo incestuoso mientras Kafka se entremezcla con William Burroughs en situaciones donde seres multiformes y amigos imaginarios se sucederán. Una confusión bien mezclada entre delirio y alucinaciones que llevará al protagonista a resolver el enigma de su pasado que dio origen a su estado mental.
Estamos ante un trabajo del Milligan más experimental, en los que puede parecer en algún momento que hay un caos narrativo en una lectura simplista. Nada más lejos de la realidad: Milligan traza su guion desde la perspectiva de la percepción de un loco y su delirio, y acertadamente lleva al lector a través de ese discurrir de consciencia perturbada mientras la trama avanza entre cambios de situación, flashbacks y alucinaciones. Una lectura que exige esfuerzo en el caso de lectores acostumbrados a propuestas argumentales más sencillas, pero que premia ese esfuerzo al cerrar el volumen. Un viaje onírico que aparte de contar, hace sentir e inquieta.
Una experiencia para no dejar indiferente que se acompaña del dibujo de Tess Fowler, de suave trazo e ideal tanto para las escenas más oníricas como las inquientantes. Cabe destacar algunas composiciones de página del tebeo que refuerzan la intensidad argumental de forma notable. En cuanto a la paleta de colores elegida por Lee Loughridge y Dee Canniffe, consigue el mismo objetivo: aumentar las sensaciones y vivencias – sean reales o no – por las que pasa Kid Lobotomy y de las que es participe el lector.
Así pues, la inquietud y lo sobrenatural del delirio se conjuga con lo onírico de un sueño en esta singular obra, arriesgada por concepto pero de contundente resultado tras su lectura. Al Igual que “Punks not Dead”, Kid Lobotomy es otra muestra de que los cómics de Black Crown ofertan propuestas diferentes. Esta obra supone el desembarco del sello en España de la mano de Hidra en una acertada edición en formato cartoné con una excelente relación calidad precio en lo que oferta en sus 152 páginas: además de los seis números publicados hasta la fecha por IDW, nos encontraremos con una entrevista a Peter Milligan realizada por Shelly Bond y todas las portadas principales y variantes que se utilizaron en la edición estadounidense en grapa – de, entre otros, Frank Quitely, JH Williams III, y la propia Tess Fowler – , además de otros extras que es mejor no revelar para que el lector los descubra tras la lectura del volumen. Al fin y al cabo, introducirse en esta historia puede ser toda una experiencia de las que dejan huella.