Dice Jaime Hernandez (autor de Love and Rockets) en la contraportada del cómic que nos ocupa, que My pretty vampire ofrece todo lo que las películas de terror «adultas» de los años 70 se saltaban. Creo que tiene parte de razón. Pero solo parte.
Publicada por Fantagraphics, la portada de «My pretty vampire» nos da una buena pista de por donde van los tiros. El título ya nos indica que estamos ante una historia de vampiros, y que llega presentada en un envoltorio minimalista pero sumamente atractivo. También tenemos además un componente «picante» bastante presente en la ilustración de la portada. Con todos estos datos, ¿nos da la obra lo que promete este anticipo? Pues…sí, y no. Intentaré explicarme.
La autora Katie Skelly nos cuenta la historia de Clover, una joven y hermosa vampira que se encuentra recluída en una mansión por su hermano Marcel, quien no la permite salir al exterior. El aburrimiento y la sed de sangre llevarán a Clover a buscar la manera de escapar y encontrarse con un mundo que le ofrece tantos estímulos como peligros.
Bajo tal premisa encontramos un cómic extraño, adictivo a nivel visual pero un tanto desigual en cuanto a su desarrollo. Asumo que Katie Skelly ha optado conscientemente por contar la trama de una manera que pueda homenajear a ese cine malo de explotación que abundaba en la década de los 70, es decir, haciendo que pasen muchas cosas, saltando entre escenas continuamente y dejando huecos, muchos huecos, sin contar. Es como si hubiera trasladado al cómic, de manera metafórica, los típicos fallos de raccord de esas producciones baratas que constituyeron un género en sí mismas.
Pese a ello, podemos decir que «My pretty vampire» se muestra algo más complaciente en el sentido de que permite al lector rellenar los múltiples agujeros que va a encontrar, ya sea por detalles sutiles o por el propio hipnotismo visual que desprenden las páginas del cómic.
La obra tiene un indudable toque sexy al estilo francés, refinado en algunas formas pero un tanto esquemático y vago en muchos momentos. El barbarellismo de la protagonista es evidente, dándonos un claro indicio de la evidente búsqueda de lo cool y del estátus de «obra de culto» que rezuma «My pretty vampire». Que lo consiga o no, ya queda para los ojos de cada lector. Bajo mi punto de vista, a la obra le falta un poco de «chicha» que le acerque definitivamente a esos giallo que solían ser más (mucho más) crudos.
A primera vista, el dibujo parece directamente sacado de Hora de aventuras, con una morfología de personajes muy similares a los que creó Pendleton Ward. Pero el arte de Katie Skelly esconde algo más, una psicodelia perversa que entronca bastante bien con el tipo de alocada historia que nos está contando, cosa cuyo mérito achaco al dibujo por encima del guion. Encontramos también ecos del giallo italiano en algunas ensoñaciones de la protagonista, perfectamente conseguidos gracias al magnífico uso de un color cambiante y chillón que realiza la autora. Cuando no tiene mucho que contar, Skelly mete viñetas de desnudos y sexo (menos de lo que podría parecer, eso sí) remitiendo nuevamente al exploitation cinematográfico.
Creo que la intención de Katie Skelly es huir en dirección diametralmente opuesta a un estilo sesudo, complejo y de segundas lecturas, para abrazar conscientemente la simplicidad de una historia sin pretensiones. Lo que pasa es que lo hace de un modo extraño, sin una pizca de humor y con una livianidad que deja un regusto diferente a lo que estamos acostumbrados. «My pretty vampire» es puramente pop, una propuesta que entra muy bien por los ojos y se lee en un suspiro pero cuyo contenido da la sensación de estar vacío. Como el corazón de un vampiro.