Strange Fruit: extraña y amarga cosecha

1927. El pueblo sureño de Chatterley, Mississippi, no está viviendo sus mejores momentos. La localidad está anegada por las incesantes lluvias, y se teme que en cualquier momento la presa que retiene las aguas se venga abajo y provoque un desastre sin precedentes. La situación se ve agravada por el aumento de las tensiones raciales. Oficialmente la esclavitud ya no existe, pero en Chatterley, como en otros muchos lugares, el racismo está muy arraigado y, del mismo modo que la presa, amenaza con explotar en un violento enfrentamiento. En medio de la bomba de relojería que supone esta situación, un extraño objeto se estrella cerca de donde se realizan los trabajos de contención del dique. Pronto hará su aparición un gigante negro que servirá de detonante para que todo estalle.

Strange Fuit es una miniserie de 4 números publicada por Boom! Studios que, como habéis leído más arriba, coge un trasfondo no muy utilizado en los cómics para ofrecernos una especie de elseworld que, realmente, nos vuelve a contar la historia de Superman bajo un novedoso punto de vista. La canónica trama de un artefacto que se estrella en nuestro planeta con un ser en su interior que tiene «habilidades especiales» es aquí planteada como una vuelta de tuerca a la noción que tenemos de nuestro kryptoniano favorito, situando a su trasunto en un momento y lugar muy delicados.

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Evidentemente, el cómic habla sobre todo del racismo. Tras leer la historia completa, puedo decir que el componente fantástico o superheroico empaña en parte el mensaje que nos quiere dar el guionista Mark Waid (Los nuevos Campeones, The Flash) , ya que bajo mi punto de vista se podía haber montado la misma historia prescindiendo de ese elemento para crear un cómic histórico más creíble y mucho más sobrio. De hecho, aunque el personaje alienígena protagoniza algún momento que da lugar a la controversia (momento bandera), su trama es realmente simple y, a día de hoy, anticuada. Buena muestra de lo que digo es el desenlace ya que, pese a poder ser un tanto inesperado, se precipita en el último número de un modo que puede hacernos recordar a cómics de hace 50 años, mucho más inocentes y simples que lo se publica hoy día. Además, el guión evita totalmente dar cualquier tipo de trasfondo o motivación a este personaje tan enigmático, lo cual nos deja sin saber realmente cuáles son los motivos por los que se comporta como lo hace, y desconociendo absolutamente su origen.

No cabe duda de que lo más vistoso lo encontramos en el apartado gráfico, con un trabajo de J.G. Jones tremendamente llamativo gracias a su trazo hiperrealista. Las imágenes con las que acompaño el presente artículo a buen seguro os recordarán al estilo de Alex Ross, ya que las similitudes son evidentes. Jones realiza una gran labor con sus pinceles y con el color, otorgando a la obra un aire mucho más cercano a la pintura que a lo que acostumbramos ver en los cómics. Pese a ello, hay momentos en que sus personajes adolecen de cierta falta de expresión, resultando un tanto rígidos. El diseño está cuidadísimo, logrando el artista trasladarnos a la época en que se sitúa la narración de un modo perfecto. Esto queda patente en el detallista vestuario de los personajes, decorados u objetos.

Lo cierto es que «Strange Fruit» prometía mucho en su inicio, pero finalmente se queda un poco a medias. Reconozco que los primeros números son llamativos y te dejan con ganas de seguir leyendo, pero al final uno se queda con un sabor agridulce. La idea de introducir a un personaje con superpoderes en una época tan convulsa me parece buena, pero su desarrollo no me termina de convencer. El guión propone un mensaje antirracismo que se me antoja demasiado simplón para los tiempos que corren y, como digo más arriba, del personaje principal sabremos lo mismo al final de la obra que al principio. Aún así, la historia se deja leer a gusto y el apartado visual es sobresaliente. Como dato curioso, «Strange Fruit» es también una canción de Billie Holiday, un auténtico himno contra el racismo que evidentemente se homenajea en la obra que nos ocupa.

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