Victorie City es una ciudad mugrienta, cubierta por una encostrada capa de corrupción policial, donde moran psicópatas inmisericordes y ciudadanos acobardados. En Victorie City sobrevive Hektor Ness, un detective de policía que se mueve como un pez fuera del agua, ya que está rodeado de compañeros que han tejido una red de extorsión a ciudadanos. En este entorno, Ness parece la única persona que se agarra a una utópica rectitud. Pero en Victorie City también mora el rostro personificado del diablo, un auténtico asesino sin escrúpulos llamado Brahm Allvar.
Contada así, podríais pensar que estamos ante una obra modélica del género noir o policíaco. Lamentablemente, la interesante premisa se queda sólo en eso, y las expectativas se dan de bruces con la cruda realidad. Y es que «Victorie City», cómic creado por Keith Carmak y Vincent Nappi para IDW, comienza muy bien, y siempre que el extraño estilo de dibujo no nos saque de la obra, los dos primeros números consiguen introducir una historia muy interesante que retrata fielmente los bajos fondos de una ciudad bastante turbia. El problema viene cuando justo en la mitad de la obra el guionista Keith Carmack nos cuela un elemento fantástico más propio de un cómic de superhéroes, que rompe abruptamente con lo que nos había contado hasta ese momento. A partir de aquí, la trama pierde gran parte de su atractivo, consiguiendo que el lector termine el cómic más por inercia que por puro interés.
Antes mencioné lo extraño del arte de Vincent Nappi, y es que su estilo de dibujo es sucio y emborronado. Es un dibujo diferente a lo habitual y, aunque le puede ir bien a una historia de este tipo, cuesta acostumbrarse a la multitud de líneas que llenan cada viñeta. Además, Nappi no logra una correcta representación de las escenas de acción, resultando esas secuencias un batiburrillo confuso. Esto también queda patente en la rotulación del texto, que de igual manera busca distanciarse de lo común pero acaba chirriando bastante. El color se basa en dar un tono uniforme, generalmente azulado o sepia, dando la impresión de estar ante un cómic en blanco y negro.
Una vez más, nos encontramos con un cómic cuya historia cumple en su primera mitad pero termina bifurcándose hacia un camino erróneo y decepcionante. Puede que en un principio os pique la curiosidad, pero cuando Victorie City muestra su auténtica cara demuestra ser un lugar poco aconsejable para visitar.