Los sueños del Niñato: Lisérgica brillantez

Los Sueños del niñato Texto 01

“Enfría el mono”.

Ese título ilustraba un dibujo del gran Miguel Gallardo (Lleida, 27-12- 1955, Barcelona, 21-11-2022) en el sumario del número 72 de la revista “El Víbora”, publicado en noviembre de 1985. En el, bajo un gran cartel de la conocida marca de anís catalán, podemos ver en primer plano a un chaval de la época apoyado en la pared. Debajo del curioso tupe se advierten unos ojos vidriosos que revelan la abstinencia que está sufriendo el sujeto. Las excesivas notas de sudor que cubren su cara y una mueca temblorosa, junto a unas acertadas líneas cinéticas dibujadas por Gallardo, acaban de componer el estado físico del sujeto en cuestión, preso de los efectos de privación del opiáceo causante de una de las lacras sociales de la época.

Este dibujo de Gallardo fue icónico en su momento, al igual que su protagonista, Pepín López Cebolledo, “El Niñato”, aquel integrante de “La Basca” de Makoki que tuvo vida propia en una serie de relatos cortos (de tres a siete páginas) que permitieron al artista de Lleida condensar grandes dosis de creatividad en las páginas de “El Vibora” entre 1982 y 1988. Fueron “Los sueños del Niñato”, todavía vigentes, que Ediciones la Cúpula ha recopilado en una edición de justicia con el legado de Gallardo (“María y yo”, “Makoki” o, entre otros, “Perico Carambola”).

Los Sueños del niñato Texto 02


“Makoki. La Fuga de la Modelo” había sido un éxito desde su primera edición de 1981, poniendo al personaje de Gallardo, Juan López Mediavilla, más conocido como Juanito Mediavilla (Burgos 1950, Burgos, 7-10-2022) y Felipe Borrallo. Desde la adaptación que realizaron Gallardo y Mediavilla para “Disco Express” del relato “Revuelta en el Frenopático” de Borrallo en 1977, el reconocimiento hacia el personaje no dejó de crecer, pasando con los años a llegar a ese olimpo de clásicos de nuestra historieta que quedan en la memoria colectiva para siempre. Entre “La Basca” de inadaptados que acompañaban a Makoki, se encontraba “El niñato”, como contrapunto más juvenil, pero igual de quinqui que sus colegas.

Un yonki adolescente, en los tiempos que ese fenómeno era habitual en muchos suburbios urbanos de la península, era Pepín. Y de ese punto de partida nace lo que hizo Gallardo con él personaje, separándolo de Makoki y la basca. Del síndrome de abstinencia, más común por aquel entonces en muchos estratos de la juventud, parte esta serie. De “el mono” y “los viajes”, en definitiva. Y con esos parámetros Gallardo construyó relatos tan lisérgicos como excepcionales. Haciendo del pastiche un arte, estas páginas tienen varios homenajes, formales e implícitos, a grandes del cómic y a corrientes estéticas. Todos integrados en relatos aparentemente menores, con recorrido y estructura “brugueriano” en ocasiones, bañados de asfalto y calle. De aquella calle en la que se podía encontrar una jeringuilla en el suelo, pero también de la calle que en el quiosco uno se podía topar con revistas que tenían tanta irreverencia como frescura artística.

Los Sueños del niñato Texto 03

Onírico y lisérgico, como un “Little Nemo” durmiendo tras ingerir LSD. Audaz, tanto en planteamientos como en los homenajes bien conceptualizados. Transgresor y contracultural en su momento. Pero sobre todo vigente, pues lo que espera aquí da para mucho, además de la comedia adulta en una primera lectura. Por un lado, subyace la realidad urbana de un momento y lugar. Por otro, hay una creatividad absoluta en todos los referentes y guiños artísticos que Gallardo utilizaba en estas viñetas. Todo ello hace de estos “sueños” unas páginas de muchos quilates.

La Cúpula ya recopiló parte de este contenido allá por 1986. Ahora, treinta y ocho años después, lo recupera ampliándolo (doblando casi su extensión) con material posterior de Gallardo con su “niñato”, incluyendo una galería de ilustraciones notables. Así se construye este volumen, que hace total justicia tanto a personaje como a creador, en una cuidada edición de 112 páginas que cuenta con un acertado prólogo de Rubén Lardín. Una edición que, por el mimo con el que se ha realizado, se antoja definitiva. El continente ideal para unos relatos que fueron y son audaces, vigentes y transgresores. Brillantes en definitiva son «Los sueños del Niñato«.

Deja un comentario