La Máscara de Fudo 1: venganza escrita con sangre

«La máscara de Fudo» («Le masque de Fudo«) se abre como una vieja leyenda susurrada junto al fuego. Una de esas historias que parecen existir desde siempre y que alguien, por fin, ha decidido dibujar. Saverio Tenuta nos lleva al Japón feudal no como un lugar exótico, sino como un territorio espiritual, áspero y bello, donde el honor es una carga, la venganza una tentación constante y la violencia una consecuencia inevitable. Este primer tomo funciona como un largo y elegante descenso hacia la oscuridad, narrado con una sensibilidad casi poética y una crudeza que nunca resulta gratuita.

Todo comienza con Shinnosuke, un niño pobre cuyo mayor pecado es soñar demasiado alto. Sueña con ser samurái en un mundo que apenas le concede el derecho a sobrevivir. Su vida está marcada por la escasez, por la enfermedad de su madre (sacerdotisa de un culto moribundo) y por el desprecio que ella siente hacia él, como si intuyera que en su hijo habita algo que no debería despertar. Frente a esa frialdad materna se alza la figura de su hermana, verdadero ancla del relato, el único vínculo puro que mantiene a Shinnosuke unido a la luz. Tenuta construye este arranque con una delicadeza admirable, dejando que el lector se encariñe con el niño antes de romperle el mundo en las manos.

La aparición de la máscara marca el punto de inflexión de la historia. Encontrada entre las ruinas de una aldea arrasada, la máscara de madera pálida es, en apariencia, un simple objeto. Pero desde el primer momento transmite inquietud, como si contuviera una voluntad propia. Al principio Shinnosuke la usa como un juego, como una forma de sentirse fuerte, de fingir ser aquello que desea llegar a ser. Sin embargo, La máscara de Fudo no cree en la inocencia prolongada. Poco a poco se revela el origen de la máscara, los poderes que concede y, sobre todo, el precio que exige a quien se atreve a llevarla. Cuando la tragedia golpea de lleno y su hermana es secuestrada, la máscara deja de ser un símbolo y se convierte en un destino.

La trama avanza alternando pasado y presente, mostrándonos al imponente Nobu Fudo liderando a un grupo de guerreros mientras descubrimos cómo Shinnosuke se fue despojando de su humanidad para convertirse en ese hombre casi espectral. La venganza es el motor evidente del relato, pero no el único. Tenuta explora la transformación interior del protagonista con una mirada íntima y amarga. Muestra cómo el dolor, la rabia y la culpa van moldeando una identidad nueva, más fuerte y al mismo tiempo más vacía. Nobu Fudo no es un héroe en el sentido clásico, sino el resultado de una herida que nunca ha cerrado.

En la segunda parte del tomo, Shinnosuke se une a un grupo de jóvenes que aspiran a convertirse en guerreros dentro de un dojo. Este tramo de la obra profundiza en la idea de la hermandad, del entrenamiento y del sacrificio, pero también en la manipulación y el adoctrinamiento. La promesa de obtener información sobre su hermana empuja al protagonista a aceptar pruebas cada vez más extremas, mientras los secretos de la máscara salen lentamente a la luz. Aquí la obra se vuelve más oscura, más violenta y más desesperanzada, dejando claro que el camino del guerrero no es un sendero de gloria, sino una pendiente resbaladiza hacia la pérdida definitiva de la inocencia. El tomo culmina con un clímax poderoso y doloroso que deja al lector con la sensación de haber cruzado un umbral del que no hay vuelta atrás.

En el aspecto gráfico, el trabajo de Tenuta es, sencillamente, deslumbrante. El dibujo tiene un carácter pictórico que convierte cada página en una pequeña obra de arte. El uso de la acuarela aporta textura, profundidad y una sensación artesanal que encaja a la perfección con el tono legendario del relato. Los paisajes del Japón medieval respiran melancolía, los rostros están cargados de emoción contenida y las escenas de acción son brutales sin perder nunca la elegancia. Tenuta domina tanto el silencio como el estallido de violencia, y sabe cuándo detenerse en una mirada o en un gesto mínimo para decir más que con un combate entero.

La edición de Tengu Ediciones con traducción de Lorenzo F. Diaz acompaña perfectamente a la obra. El tomo en tapa dura, con un papel de gran calidad y una reproducción cuidada del color, hace justicia al trabajo artístico de Tenuta. Los extras con ilustraciones en tinta china son un añadido que refuerza la sensación de estar ante una obra mimada y respetada. «La máscara de Fudo» es, en definitiva, una obra hermosa y cruel, épica y melancólica, que entiende el Japón feudal como un escenario espiritual donde la violencia y la belleza caminan de la mano. Un relato de honor y venganza que no busca glorificar la sangre, sino mostrar el coste real de derramarla. Un primer tomo imprescindible para quienes disfrutan de las historias de samuráis, de la fantasía oscura o, simplemente, de los cómics creados con auténtica pasión.

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