
Hay obras que, aunque no alberguen un relato propiamente dicho, son muy elocuentes. Es el caso de “Cien y pico dibujos sin fundamento” de Carlos Giménez, recién editado por Reservoir Books. En él se recogen más de una centena de ilustraciones de la última época del autor. Una en la que, como el mismo expresa en el prólogo, ha podido dibujar en grande por el placer de hacerlo, sin estar ceñido a las dimensiones de una viñeta o las exigencias de un guion. Dibujar, como dice, en libertad y por placer.
No hay pues un planteamiento, nudo y desenlace en estas páginas. Pero si un discurso potente. El que queda impreso en la tinta de cada ilustración. Donde aparecen viejos conocidos de obras pasadas, junto al autor, en diferentes situaciones. Todas contando o representando algo. Ya sea una idea o una posición vital. Una actitud que refleja que el arte, bien entendido, es expresarse. Dejar plasmado un momento, concepto o sensación. Dispuesto a ser descubierto por el lector cuando vea cada una de las páginas de este museo en formato libro. Porque abrir “Cien y pico dibujos sin fundamento” es una suerte de visita a un museo de ilustraciones de Carlos Giménez hecho libro. Uno al que volver tantas veces como se quiera, merece más de una visita por lo que alberga.

En lo formal podemos encontrarnos el certero e inconfundible trazo de Giménez con sus conocidas características expresivas: esas que hace inconfundible lo que dice con el rostro cada uno de los personajes que perfila. Ejemplo de saber contar. Porque, aunque esto no sea un cómic, en cada una de las ilustraciones que componen el volumen se cuenta algo.
Así se desenvuelve este “art book”. Uno nacido, como dice Giménez, del placer de dibujar. De sentarse en una mesa y primero bocetar a lápiz hasta dar con el encuadre que mejor sintetice lo que quieres expresar para luego, una vez afinado todo, dejar que la tinta lo realce con masas de negro que darán, con el volumen que sea preciso, la profundidad a cada trazo y forma.

Dice el título que estos dibujos son “sin fundamento” y no podemos estar más en desacuerdo con la afirmación. Porque lo que hay aquí es mucha sustancia. Que puede que no esté hilvanada en un guion formal, pero si que está cohesionada por una forma artística de ser y dibujar. De vivir y expresarse. Una que revela que, con independencia de la edad que se tenga, quien tuvo, retuvo. Que parte de la destreza se puede perder con los años si la vista no acompaña. Pero el «saber hacer» no. Como muestras, las ciento y pico que hay en estas páginas. Por eso es tan elocuente “Cien y pico dibujos sin fundamento”.
