
“Todo son historias.
Todas las historias son la misma”
Así reza la contraportada de “Manga”, el tebeo que culmina la trilogía fractal de «Luis». Un saludable experimento que llevó el autor el pasado año. Entre mayo y junio del 2024 vieron la luz las tres piezas de este onírico puzle. “Ruido Blanco”, editado por Planeta cómic, fue el primero en aparecer, seguido de “El palíndromo imposible” en mayo, de la mano de Cartem, para culminar en junio con “Manga”, bajo el sello de Fandogamia.

En esta trilogía, ciertamente el orden de lectura no es determinante, porque «Luis» no juega con los parámetros más esperables del cómic comercial, sino que apuesta por llevar su propuesta a pastos creativos más fértiles. Esos donde pocos transitan, donde lo convencional se difumina en los códigos mínimos para ahondar en relatos que comuniquen por lo sensitivo, mas que por una exposición tradicional. Ahí está la fuerza de esta trilogía de fractal. Una que en Manga se ve amplificada por la resolución que entraña en sus adentros.
“Todo son historias”
No estamos ante un cómic convencional. No hace falta. Para eso ya hay muchos otros. «Luis» prefirió buscar otros caminos. Unos que igual exigen un poco más a quien lo lea, pero a cambio la recompensa es mucho mayor, estableciendo un dialogo más intenso en sus páginas con quien se asome a ellas. Unas donde la economicidad de lo figurativo refuerza lo onírico del relato. Transmitiendo, en definitiva, logrando una conexión en el sentir. Porque este tebeo, como los otros dos que le preceden, más que leerse se siente. Como una experiencia de las que deja huella y poso. De las que huyen de las zonas de confort para llevar a ambas partes del mensaje, lector y autor, a lugares más saludables en términos de creatividad. Dejando huella, en definitiva. Una que logra ser más intensa en las páginas de «Manga», por lo bien resuelta que queda.

Cuando cualquier medio de expresión huye de lo evidente es cuando asume riesgos. Cuando emplea códigos menos esperables, surge la posibilidad de llegar a zonas inexploradas. Aunque todas las historias sean la misma, en ocasiones algunas son más bellas por cómo están enfocadas y contadas. Por la audacia en su exposición y forma de desarrollarse. Por la capacidad de conectar más allá de lo críptico de las formas. Eso se da pocas veces. Pero cuando ocurre, conviene celebrarlo. Y «Luis» con “Manga” lo ha conseguido: llevarnos a ese lugar tan inexplorado y, a la vez, tan íntimo que logra conectar y transmitir. Quizá por eso, aun habiendo pasado más de un año desde que Fandogamia editó esta obra, seguimos maravillándonos con ella. Que puede que no sea fácil. Pero nada que merezca mucho la pena lo es. Y “Manga” posee esa cualidad en sus artísticas vísceras.
