
Entre las muchas acepciones del término “revolución” que presenta la Real Academia de la Lengua Española está el que la designa como “acción y efecto de revolver o revolverse”. También el del “cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional”; que se entronca con el del “levantamiento o sublevación popular”.
En el caso del cómic que hoy nos ocupa, “Los Sacrificadores 3” (“The Sacrificers 3”), de Rick Remender, Max Fiumara, André Lima Araújo y Dave McCaig, asistiremos a una. Pero no será ésta popular, pues esta insurrección va a ser llevada a cabo solo por un ser: Paloma, dispuesto a subvertir el orden tras la toma de conciencia sobre la mentira en que se basa su mundo. Una mentira que ha servido para que los dioses mantuvieran el poder a toda costa.

En este caso, no obstante, la revolución no solo se advierte, pues también “se va a revolver” el mundo tras los hechos acaecidos en anteriores entregas. El equilibrio está roto y las consecuencias comienzan a manifestarse. La nueva condición que ha adquirido Soluna le llevará por el camino que muchas veces han tomado “los sacrificadores”, esos jóvenes elegidos para el sacrificio mortal que mantiene el estatus quo de este mundo. Mientras tanto, Rokos, su padre, el dios sol, prosigue la búsqueda de su hija. Y cuando tome conciencia de donde está ella, desatará su fogosa furia…
Con estos mimbres Remender mantiene el interés de la serie. Una que no solo mantiene el interes, sino que va conjugando elementos universales con los procesos de evolución del dúo protagonista: Paloma y Soluna, que funcionan como las dos caras del sistema que se se muestra en el tebeo. Uno, Paloma, como la pieza más débil sobre la que se carga y somete. Otra, una de las privilegiadas del sistema. Remender, tras el shock del primer volumen, subvierte el estatus de ambos tras un hecho traumático. Uno que hace que ambos tomen conciencia, con dispares resultados en su forma de actuar. Un hecho que, en esencia, alimenta de forma certera esta trama en la que la ficción sirve para proponer algo más que mero escapismo, por los elementos para la reflexión con los que se ha construido.

Si lo conceptual es determinante en “Los Sacrificadores”, no lo es menos el trabajo artístico de Max Fiumara, André Lima Araújo y Dave McCaig. Ellos son los responsables de dar una identidad gráfica al relato. Una que la hace reconocible y diferente. Que la distingue y singulariza. Esta no es una odisea fantástica más. Y en parte es gracias al trabajo de Fiumara y Lima Araujo, que perfilan con sus dibujos un mundo muy personal. Que obviamente bebe de referencias, pero posee un toque personal, embellecido por los acertados colores de McCaig.

La edición en castellano de Norma de » Los Sacrificadores 3” cuenta con traducción de David Domíngez . En ella, lejos de agotarse la premisa de partida, se intensifica en un rumbo certero a lo largo de las cuatro grapas (The Sacrificers #12 a #15) que contiene. Unas en las que la trama gana intensidad y deja con ganas de continuar el relato. Señal que Remender, Fiumara, Lima Araújo y McCaig, han compuesto una serie para tener en cuenta a la hora de elegir lecturas fantásticas. En todos los sentidos que se puede aplicar ese adjetivo.
