
“Me miro en el espejo y soy feliz
Y no pienso nunca en nadie más que en mi
Leo libros que no entiendo más que yo
Oigo cintas que he grabado con mi voz”
Los versos con los que da comienzo esta reseña, siguen inmutables al paso del tiempo. Pertenecen a una canción de poco más de dos minutos, una que revelaba un talento y potencial descomunal,. Uno de sus autores es Nacho Canut, parte integrante y esencial de Pegamoides, Dinarama, Vegetales y Fangoria, personaje determinante para entender parte del pop que se ha hecho en España en las cinco últimas décadas. El otro es el protagonista del cómic que hoy nos ocupa: Eduardo Benavente (Madrid, 30 de octubre de 1962 – Alfaro, 14 de mayo de 1983), fue la estrella que se apagó demasiado pronto, con apenas 21 años. La canción, por si queda todavía alguna duda, es “Autosuficiencia” de Parálisis Permanente, y también da título al tebeo dedicado a Eduardo, una de las figuras esenciales para entender y dimensionar lo que más tarde pasó a llamarse “Movida”.
“Autosuficiencia” abría el lado del single que Parálisis Permanente compartió con Gabinete Caligari en enero de 1982. Un single con el que Tres Cipreses comenzó su escueta pero potente andadura (otro de sus lanzamientos fueron los primeros singles de Loquillo y Trogloditas, Desechables, Seres Vacíos y Cámara), antes de ser absorbido por DRO. Ese single sirvió para presentar en sociedad dos grupos que, pasado el tiempo, se puede afirmar que derrocharon personalidad en sus propuestas. Centrándonos en Parálisis Permanente”, en su fugaz vida lograron no solo dejar huella en la generación que los vio nacer en la independencia más absoluta, sino que su escueta discografía (El larga duración “El Acto”, más dos singles y medio (pues uno es compartido), junto a la antología que recogió todo lo grabado por Eduardo) mantiene su fuerza.

Prueba de ello es que Parálisis Permanente se mantiene ahí. En su estatus de grupo de culto, respetado y querido tanto por punks, siniestros o gente con querencia más pop. Consiguiendo algo muy difícil, que es llegar a ese sitio solo reservado a los grandes. Ese lugar que consiguen las canciones que siguen sonando frescas con independencia del paso del tiempo. Eso es lo desprenden las canciones de Parálisis Permanente, que, a pesar de estar grabado en una época y lugar determinado, cuando vuelven a sonar mantienen intacta la garra.
Ayer, 30 de octubre, Eduardo habría cumplido 63 años. Quién sabe lo que le hubiera deparado la vida de haber podido sortear la muerte en aquel trágico accidente que segó su vida en mayo de 1983. Eso nunca lo sabremos. Lo que si podemos conocer es lo que hizo en su corta vida, y lo alto que llegó en términos artísticos en un periodo relativamente corto de tiempo. Eso es lo que nos cuenta el cómic editado por Cascaborra. Donde Juanra Fernández y Julio Serrano, «Julepe«, trazan la peripecia vital y musical de Eduardo en viñetas, desde los tiempos en que montó “Plástico” junto a Rafa Gutiérrez (Hombres G) a su paso como batería por los Pegamoides para influirlos de after Punk en el final de sus días, con especial énfasis el que sería su proyecto más personal junto a Nacho Canut, Javier Benavente y Johnny Canut: Parálisis Permanente. Formación que fue mutando, llegando a formar parte Jaime Urrutia en un momento dado, hasta dar con la alienación con la que quedó inmortalizado “El Acto”, donde Eduardo y Johnny (posteriormente sustituido por Toti Árboles) se acompañaron del bajo de Rafa Balmaseda, la guitarra de Antonio Morales, los teclados de Ana Curra , teclista pegamoide, musa de la independencia musical de la época y parte esencial de la banda cuando pudo estar en Parálisis «a tiempo completo».

Precisamente Ana Curra fue la que puso en contacto a Juanra Fernández con varios de los personajes que vivieron esta historia, para reconstruir un momento y lugar ya irrepetible. Uno que ya ha entrado en la mitología y que ha dejado huella en la cultura popular española. Así se ha construido esta biografía, breve pero intensa, como una canción urgente. Como una melodía siniestra con las que Parálisis Permanente han conquistado la eternidad. Un logro que se mantiene año tras años, cuando alguien descubre alguna de esas canciones. Auténticos tesoros de culto que siguen suponiendo un shock para quien oye por primera vez estos arrebatos urgentes de ingenio, donde, además del material propio que realizaron, las versiones que acometieron – el “I Wanna be your Dog” de Iggy and the Stooges y el “Heroes” de David Bowie – fueron auténticas declaraciones de principios estilísticos, porque Eduardo y compañía se movían en los parámetros que establecen estos temas. En medio, ese after punk traído del Reino Unido que encontró una voz propia y singular en la banda madrileña, que hizo mucho más que importar la tendencia siniestra a España, sino que le dieron un toque personal y diferenciador que los hacía únicos.
De todo esto se nutre este cómic. De recorrido tan breve como intenso. Donde Julepe captura el momento y lugar que fue en unas viñetas plagadas de referencias. Con un ritmo que discurre entre lo biográfico y lo poético, la vida de Eduardo queda perfilada en 106 páginas. Retratan un tiempo, pero nos muestran el contexto donde se creó un cancionero inmortal.. El que llevó a cabo Eduardo Benavente en Parálisis Permanente. Ese que ha conseguido que sean la inmortal banda de culto que siguen siendo hoy en día. Quizá por eso, ahora mismo, al acabar estas líneas, suena el bajo hipnótico de “Te gustará”.

También es el retrato de una vida fugaz, pero intensa. Cuyo brillo eterno perdura. “Podemos ser héroes, un día nada más”, pero el brillo que dejó Eduardo Benavente es eterno. Como muestra, sus canciones. Y como testigo en viñetas, «Autosuficiencia«.
