
En el corazón podrido de la ciudad, donde el aire es veneno y la esperanza una reliquia olvidada, camina un hombre condenado a morir con cada inhalación. Su nombre es Ray. Fue detective. Fue alguien hasta que su propio cuerpo lo traicionó. Con un diagnóstico de sensibilidad química múltiple que implica una sentencia de reclusión perpetua. Cada partícula, cada fragancia, cada mota suspendida en el aire es una amenaza letal. Así que Ray se encerró. Se apagó como una bombilla en un callejón sin salida. El mundo siguió girando sin él. Lo olvidó. Pero cuando desaparece su “novia”, la única persona que compartía su enfermedad, la única luz en ese encierro asfixiante, Ray hace lo impensable: abre la puerta. Sale. Respira. Y comienza la cuenta atrás para resolver un misterio antes de que la ciudad lo mate. Por eso el comic «Toxic Detective«, escrito por Claudio Cerdán y dibujado por Sergio Carrera, es un descenso épico y enfermizo al lado más tóxico del ser humano
Ray no es un héroe invulnerable ni un sabueso de novela barata. Es un hombre roto que decide enfrentarse a un mundo que literalmente lo envenena. Su regreso a las calles es una odisea de supervivencia. Un pulso constante contra un entorno hostil en el que cada paso es un riesgo calculado. Cerdán construye con precisión quirúrgica la figura de este detective enfermo, solitario, testarudo y profundamente humano. La desaparición de su novia lo arrastra a una investigación plagada de mentiras, policías corruptos y violencia sin adornos. En esa trama reconocemos ecos de Ed Brubaker y Sean Phillips, como si un capítulo perdido de Criminal hubiera sido filtrado por una máscara de oxígeno.

En el aspecto gráfico, Sergio Carrera eleva la historia con un trazo sucio y expresivo que huele a calle mojada y gasolina vieja. Sus viñetas no solo muestran: transmiten. La luz y la sombra se entrecruzan con un control absoluto con una personalidad muy marcada. Las calles parecen cerrarse sobre Ray, los rostros ocultan secretos en cada arruga, las atmósferas son densas como el humo de un coche atascado en un túnel. Carrera dibuja como si cada línea estuviera contaminada, y esa sensación convierte la lectura en una experiencia inmersiva, casi física. Si la versión en blanco y negro ya destacaba por su atmósfera opresiva y su trazo sucio, esta versión a color añade nuevas capas de profundidad. La contaminación adquiere tonos enfermizos, las calles rezuman peligro en matices grisáceos y verdes, y el rostro de Ray parece más vivo y vulnerable que nunca. Carrera demuestra un control absoluto de la paleta cromática, manteniendo la estética noir pero potenciando la sensación de toxicidad que impregna cada página.
Este comic se publicó en vía crowfunding y ahora regresa a España en una edición mejorada. Con un formato a color de la mano de Tengu Ediciones. Un sello que ha apostado con decisión por rescatar y dar nueva vida a esta historia singular. No es una simple reedición. Es una versión renovada, cuidada, que amplifica todo lo que hacía grande a la obra original. Además de la historia principal cuenta a modo de extras con pin-ups de autores de primerísimo nivel como Renato Guedes, Vicente Cifuentes, Julián Tottino Tedesco, Eduard Torrents, Max Fiumara, Dani Goye, Claudio Sánchez Viveros o Edgar Max además de una introducción a cargo de David Galán Galindo y un texto de Claudio Cerdán desgranando detalles interesantes del proyecto. Y por colofón la portada de Viktor Farro.

Este tebeo es una obra que respira con dificultad, pero deja sin aliento. Es puro, afilado, contemporáneo y con un corazón enfermo que late fuerte. Ray no tiene capa ni gadgets, pero tiene algo mucho más poderoso. La determinación de desafiar un mundo hostil armado solo con su voluntad y una mascarilla. Claudio Cerdán firma un guion sólido, intenso, con diálogos precisos como disparos. Sergio Carrera ofrece un dibujo que se queda grabado en la retina. Juntos han creado un cómic que no solo entretiene. Te golpea, te incomoda y te hace pensar. En tiempos donde respirar se volvió un acto político y sanitario, este comic se siente más actual que nunca. Es una historia de detectives, sí, pero también es una historia sobre fragilidad, resistencia y la brutalidad silenciosa del entorno que habitamos. Ray no es el héroe que esperábamos, pero es el que necesitamos para mirar de frente a esta ciudad que hemos contaminado. Cada aliento es un disparo, y «Toxic Detective« no falla ninguno.
