
La portada de este cómic sintetiza muy bien lo que nos espera en sus páginas. En ella podemos ver a un niño con máscara de lobo en un bosque. La poca luz indica que es de noche, si bien su rostro queda iluminado, quizá por una luz natural que probablemente sea la luna. El es uno de los pilares del nuevo arco argumental de “Los Cazadores Solitarios volumen 2” («The Lonesome Hunters 2: The Wolf Child”), la serie que inauguró Tyler Crook como autor completo y cuyo segundo volumen acaba de editar en castellano Norma.
Si en el primer volumen Tyler Crook demostró recursos para manejarse como autor completo, presentando a los personajes y arrancando de un punto de partida interesante, en esta ocasión las sensaciones se reafirman de forma solvente. Hechas las presentaciones de Howard, el anciano cazador de monstruos, y Lupe, su joven vecina, el vinculo del legado y el aprendizaje ya está sellado entre ellos y en torno a esa espada mágica tan codiciada tanto por las fuerzas sobrenaturales que la anhelan como por la iglesia que busca recuperarla.

Es momento pues de que el relato fluya, aportando nuevos matices y situaciones. Y Tyler Crook apunta a esa dirección con oficio. El viaje iniciado por los protagonistas principales les llevará a un pueblo perdido de la américa profunda. Será el escenario perfecto para encontrarse con un niño que pide ayuda, uno que porta una máscara de lobo. Esa imagen, tierna y siniestra a la vez, es la del personaje de la portada. Un acierto gráfico y conceptual de Crook que en este volumen se exprime a conciencia.
De esa premisa surgirá un relato solvente con un pie en lo sobrenatural. Sencillo en planteamiento, pero complejo si realmente ha de funcionar. Crook lo deja fluir mientras introduce a la par subargumentos que enriquecen la saga en su conjunto. Todo con su sello gráfico habitual, ese que deja texturas únicas en lo gráfico y que da la atmósfera precisa con los colores elegidos. En composiciones de página al servicio de lo que se quiere contar, funcionales y que dan el espacio necesario a cada momento y situación para que sean efectivos. Así crece esta aventura sobrenatural en viñetas. De forma orgánica. Fluyendo entre las ramas del bosque donde ocurre gran parte de la acción. Sin forzar ninguna situación, simplemente dejándolas fluir en un argumento orgánico.

Eso espera en el tebeo de la portada con “el niño lobo”. Uno realizado con efectivo oficio que reafirma a Tyler Crook su solvencia como autor completo. A lo largo de sus 120 páginas proporciona entretenimiento de buena factura. De los que seducen en lo gráfico y convencen por lo argumental. La edición de Norma, con traducción de Gema Moraleda, además de incluir las cuatro grapas de “The Lonesome Hunters: The Wolf Child” editadas en Estados Unidos por Dark Horse, se cierra con un pequeño dosier de bocetos de propio Crook, culminando así un volumen que da exactamente lo que sugiere desde su portada. Un tebeo fantástico en el sentido sobrenatural y artístico. Sin más pretensión que entretener con una historia solvente. Conviene pues reservar cita con este “niño lobo” de «Los Cazadores Solitarios volumen 2«.
