Hay cómics que llegan como un relámpago en medio de la tormenta, iluminando todo lo que tocan y recordándonos por qué los superhéroes siguen siendo un mito moderno. Eso es exactamente lo que ocurre con Marvel Premiere de Los 4 Fantásticos de Ryan North. Un volumen que recopila los seis primeros números de la nueva etapa de la Primera Familia y que no solo plantea un misterio poderoso desde la primera página, sino que también devuelve a Reed, Sue, Ben y Johnny a ese lugar único del Universo Marvel que siempre les perteneció: el del asombro, la ciencia ficción inteligente y la humanidad más cercana. Desde el título mismo, “¿Qué fue de los 4 Fantásticos?”, Ryan North nos arroja a un enigma que parece colgar sobre la ciudad de Nueva York como una sombra imposible de disipar. Algo terrible ha ocurrido, algo que no se nos explica de inmediato, y la familia que siempre fue el corazón del cosmos marvelita aparece desunida, fragmentada y dispersa. No se trata de repetir una vez más el origen que todos conocemos, los rayos cósmicos y la transformación, sino de mostrarnos a los héroes en un punto de quiebre, enfrentados no ya a un villano, sino a la misma fragilidad del tiempo y de los vínculos.

El arranque con Ben Grimm y Alicia Masters es toda una declaración de intenciones. Lejos de los rascacielos y de la Torre Baxter, el matrimonio viaja por carretera, casi como si fueran fugitivos de su propia vida. Pero ese viaje pronto se transforma en un descenso a lo extraño cuando ambos se ven atrapados en un bucle temporal que no solo repite los días, sino que parece haber estado allí desde antes de que nacieran. Ryan North utiliza esta paradoja como un espejo de lo que significa vivir anclado al pasado, de lo que implica que la vida se repita sin salida aparente. El tiempo se convierte en un personaje más, un antagonista invisible pero implacable, y tanto Ben como Alicia deben enfrentarse a la pregunta de si se resignan a girar en ese ciclo eterno o si encuentran la manera de romperlo. No es una batalla con puños o con poderes, es una lucha contra lo inevitable, y ahí late con fuerza la verdadera identidad de los 4 Fantásticos: no son solo superhéroes que salvan mundos, son personas que no se rinden ni siquiera cuando el enemigo es la misma lógica del universo.
En paralelo, Reed Richards y Sue Storm intentan reconstruir algo parecido a un hogar en medio de la ciudad destruida. Sus capítulos respiran una melancolía particular. Vemos a Reed, el eterno hombre de ciencia, enfrentado a un mundo de relojes rotos y realidades fracturadas. A Sue, que como siempre es el ancla de la familia, sosteniendo con calma lo que parece insostenible. Es fascinante cómo North convierte la ciencia ficción en una metáfora de la vida cotidiana. El matrimonio como un rompecabezas en el que las piezas no siempre encajan, el tiempo que se quiebra como los relojes que ya no marcan las horas, la necesidad de seguir adelante incluso cuando todo parece perdido.

Por su parte, Johnny Storm vive quizás el viaje más íntimo. La Antorcha Humana, siempre arrogante, siempre bromista, aparece aquí más vulnerable que nunca, intentando construir una identidad en una ciudad que lo rechaza. Busca su lugar en un presente que se le escapa entre los dedos. Johnny siempre fue el eterno adolescente del grupo, pero en estas páginas se revela como un hombre que, pese a las llamas que lo envuelven, teme quedarse solo. Esa vulnerabilidad lo convierte en un personaje más humano que nunca, alguien con quien cualquiera puede identificarse.
Lo extraordinario de este tomo es que, aunque no hay desde el principio una gran amenaza cósmica ni un villano icónico que los ponga a prueba, la sensación de épica está presente en cada página. La batalla ya no es contra los grandes males del universo sino contra algo mucho más abstracto. El paso del tiempo o la incapacidad de mantenerse unidos. Esa apuesta es arriesgada porque aleja a la serie de los fuegos artificiales habituales. Sin embargo, funciona de maravilla porque nos recuerda que la fuerza de los 4 Fantásticos nunca estuvo en sus poderes, sino en su condición de familia. La aventura de North es, al mismo tiempo, íntima y universal, porque convierte las paradojas temporales y las realidades alternativas en metáforas de la vida misma.

Por eso, el guion de Ryan North es sencillamente brillante. Su capacidad para equilibrar la ciencia más loca con diálogos ingeniosos y emoción sincera es asombrosa. Toma a la familia más veterana de Marvel y los reinventa sin traicionar su esencia. Sus diálogos están llenos de chispa, pero nunca sacrifican la tensión dramática. Su humor ilumina incluso los momentos más oscuros, recordándonos que la esperanza siempre fue la clave de este equipo. También consigue que lo extraordinario parezca cercano, que un bucle temporal eterno se sienta como una metáfora de nuestras propias rutinas. Recordando en algunos momentos a aquella maravillosa película de Bill Murray.
Al lado de North, el arte de Iban Coello es un torbellino de dinamismo y expresividad. Sus páginas rebosan energía, con un trazo enérgico y moderno que captura tanto las explosiones cósmicas como las miradas silenciosas. La expresividad de los rostros, los encuadres cinematográficos y el ritmo de las secuencias convierten cada número en una experiencia absorbente. Al igual que Ivan Fiorelli con un dibujo sólido que refuerza la claridad y la fuerza de las composiciones. Mientras que los colores de Jesús Aburtov aportan calidez, bañando de luz tanto las escenas de acción como los momentos más íntimos de ambos dibujantes. El resultado es un cómic que no solo se lee, sino que se vive.

Lo fascinante de esta etapa es cómo dialoga con la tradición sin quedarse atrapada en ella. Los 4 Fantásticos han tenido etapas legendarias. La fundacional de Stan Lee y Jack Kirby, que definió la Edad de Plata. La etapa de John Byrne, que consolidó a los personajes como un drama familiar con toques épicos. La reinvención de Jonathan Hickman, que convirtió sus aventuras en un tapiz cósmico de largo alcance o la de Carlos Pacheco, Rafael Marín y Jesús Merino en su momento dulce. Cada uno aportó una visión distinta de lo que significa ser la Primera Familia. Lo que hace North es no intentar competir con ellas, sino abrir una nueva senda. Más introspectiva, más emocional, más consciente de la fragilidad humana. El “¿qué fue de los 4 Fantásticos?” no es solo una pregunta dentro de la historia, es también una pregunta dirigida al lector. Con esa pregunta nos sitúan en un plano que tanto para el novato como para el veterano hacen que el interés aumente.
Este material ya fue publicado en grapa por Panini Comics, ahora se recopila en su formato Marvel Premiere. Además de los primeros seis números traducidos por Uriel López, el tomo incluye multitud de portadas alternativas dibujadas por J. Scott Campbell, Frank Miller, Arthur Adams, Todd Nauck o Alex Ross entre otros. Por todo esto, 160 páginas son una puerta de entrada ideal para quienes nunca se habían acercado a los 4F. No requieren conocer décadas de continuidad, porque plantean su propia trama con claridad y fuerza. Pero al mismo tiempo recompensan a los lectores veteranos con guiños y referencias que evocan la larga historia del grupo. Es accesible y profundo al mismo tiempo, un equilibrio muy difícil de lograr.

En definitiva, «Los 4 Fantásticos de Ryan North» es un cómic que demuestra que lo fantástico sigue vivo. Es inteligente, emotivo, deslumbrante y profundamente humano. Es un nuevo comienzo que honra el legado de la Primera Familia al mismo tiempo que abre un camino fresco y emocionante. Y, sobre todo, es un recordatorio de que los 4 Fantásticos no son solo superhéroes, son una familia, y como tal, representan la esperanza de que, pase lo que pase, siempre habrá alguien dispuesto a sujetarte la mano cuando todo lo demás se desmorone. Si esta es solo la primera entrega, lo que viene después promete ser una de las etapas más interesantes de los últimos tiempos. Porque al final, lo fantástico nunca desaparece, solo espera el momento adecuado para volver a brillar.
