
La huella que dejó la colonización del continente americano es un hecho imborrable, siendo sus principales victimas los pueblos amerindios. De los millones de pueblos, hablando cientos de lenguas, pocos quedan a día de hoy en el continente si comparamos con el censo que se estima en el momento que llegaron los colonizadores.
En Norteamérica, especialmente Estados Unidos, los pueblos amerindios han sido pieza esencial para alimentar el imaginario del Western. El genero de frontera por excelencia del siglo XX mitificó las duras condiciones de vida de aquellos que protagonizaron la expansión de los Estados Unidos hacia el Oeste. Nutriéndose de personajes reales y alimentando leyendas de la pradera: bandidos, forajidos, pistoleros e indios son una constante de muchos de sus relatos. Sin embargo, como toda ficción, los elementos que se toman para alimentarla se desdibujan e incluso se simplifican. Por suerte, llegó el Western crepuscular para corregirlo, desmitificando muchas de las posturas simplistas y maniqueas. Un subgénero que ha enriquecido, sin duda, toda la mitología relacionada con los relatos del oeste norteamericano, dándole mayor profundidad y complejidad.

Dentro del Western Crepuscular podríamos englobar a “Nativos. La sombra negra del hombre blanco” (“Indians! L’ombre noire de l’homme blanc”), recién editado en castellano por Norma Editorial. Todo un ambicioso proyecto capitaneado por Tiburce Oger que, junto a Hervé Richez, Paul Gastine, Derib, Emmanuel Bazin, Jef, Corentin Rouge, Christian Rossi, Dimitri Armand, Huges Labiano, Laurent Hirn, Dominique Bertail, Ronan Toulhoat, Félix Meynet, Benjamín Blasco-Martínez, Emmanuel Bazin, Mathieu Lauffray, Laurent Astier, Michel Blanc-Dumont, Émile Beaud, Jocelyne Charrance y Jack Manini, conforma un retrato coral que intenta sintetizar el destino del pueblo indio desde el inicio de la colonización de Norteamérica.
Ya la portada a cargo de Mathieu Lauffray sintetiza a la perfección lo que espera en su interior: la imagen poderosa de un indio norteamericano sobre la sombra de un cowboy define a la perfección el subtítulo del volumen: “La sombra negra del hombre blanco”. Pues esta fue definitiva para aquellos pueblos orgullosos que estaban en pleno contacto con la naturaleza y tomaban de ella solo lo que necesitaban. En contraste, la civilización que llegó explotó los recursos de la tierra en aras del progreso. Sirva de ejemplo, la fiebre del oro que fue desplazando a los indios hacia las tierras donde no había yacimientos, mientras que los recursos de los que vivían fueron mermando a consecuencia de la huella del hombre “civilizado”. Condenados a vivir en reservas, y corrompida su conexión espiritual con su medio ambiente, la suerte de aquellos amerindios es de todos conocida.

A través de relatos breves, el volumen va trazando un recorrido por los siglos, donde observamos como van cambiando el contexto y las praderas. Los cambios en el modo de vida amerindio son mostrados, como la primera toma de contacto con los caballos, animal que se convertiría en esencial en los años previos a acabar confinados en reservas. También las armas, que cambiaron sus formas en las multitudes guerras que realizaron contra el hombre blanco, muchas a causa de los tratados que los civilizados rompían a su antojo.
Todo eso está aquí, alimentando las historias que ha guionizado Tiburce Oger. Enriquecidas con el arte de cada dibujante que participa. Mostrando un mosaico de grato recorrido. Uno que, si bien en ocasiones algún capítulo resulta demasiado breve, consigue llevarnos a aquellas praderas que ya nunca volverán a ser lo que fueron. Desprovisto de lugares maniqueos o simplistas – las costumbres más sanguinarias o rudas son mostradas sin remilgos – y aportando la complejidad que precisa retratar a unos pueblos como estos mientras su caminó hacia la desaparición se trazó.

Editado en Francia por Bamboo Édition, Norma nos lo presenta en castellano tomando como base la edición de lujo de esta obra coral. Con traducción de Eva Reyes de Uña, las 140 páginas que esperan aquí suponen un acertado collage de los indios norteamericanos a lo largo de su historia desde el descubrimiento del continente. Es una ficción, sin duda, pero recoge la sensación de lo que bien pudo haber sido. Y eso es lo que hace de “Nativos” un tebeo que merece la pena recorrer.
