
El segundo tomo de Mademoiselle V, escrito y dibujado por David Enebral y coloreado por Manuel Marina, llega como esas segundas partes que no se conforman con repetir la fórmula. Sino que deciden abrir un portal secreto en mitad del aula y lanzarnos a un mundo mucho más grande, más extraño y, sobre todo, más divertido. Si en el primer tomo ya nos quedó claro que este cómic tenía un pie en la aventura y otro en la magia cotidiana. Aquí Enebral y Marina pisan el acelerador y nos llevan a pasear con gárgolas vivas, reinas de las hadas y homenajes que hacen que el lector sonría como si hubiera encontrado un huevo de pascua en cada página.
La premisa es sencilla y maravillosa: La clase de Mademoiselle V, ese grupo de chavales que ya actúa como una especie de pandilla aventurera, se topa con una gárgola que necesita ayuda. Y ojo, no estamos hablando de una gárgola cualquiera, sino de una criatura con personalidad propia, que mezcla el porte solemne de una estatua de piedra con un carácter entrañable que rompe cualquier prejuicio. Esa idea, la de rescatar lo inmóvil, lo pétreo, lo que solemos mirar de lejos y darle vida es de por sí un motor que conecta directamente con nuestra imaginación infantil. ¿Cuántas veces de niños no miramos hacia lo alto de una iglesia o una catedral y pensamos “seguro que por la noche se mueven”? Pues Enebral nos lo confirma: sí, se mueven, y además pueden ser tus colegas de aventuras.

El asunto no se queda ahí. La historia se complica, se ramifica y se abre hacia un mundo de hadas, en el que los niños descubren a la mismísima reina de las hadas. Este encuentro cambia las reglas del juego y convierte el cómic en una especie de excursión a otro plano, lleno de criaturas, paisajes y situaciones que tienen mucho de cuento clásico. El mundo feérico que Enebral construye no es un decorado bonito sin más. Tiene textura, historia y está lleno de rincones que piden ser explorados con calma. Y aquí es donde entra en juego el trabajo visual: cada página está cargada de detalles, relieves y elementos gráficos que convierten la lectura en una experiencia casi táctil.
Uno de los grandes encantos de este segundo tomo es su manera de mezclar homenajes sin perder identidad. Por un lado, están los guiños clarísimos a la mítica serie de los 90, Gárgolas. Esa creación de Frank Paur y Greg Weisman. Y aquí toca ponerse un poco nostálgicos: ¿quién no recuerda esa intro con música épica, esas criaturas de piedra despertando al anochecer y la mezcla entre acción superheroica y tragedia shakesperiana? Enebral rescata esa atmósfera, pero lo hace con una sonrisa cómplice. Hay poses, hay caras y momentos que nos pasan por la memoria de manera instantánea. Es como si el cómic dijera: “sí, sé que tú también creciste viendo esto, guiño-guiño, y aquí tienes tu ración de recuerdos en versión moderna”. Por otro lado, también aparece un homenaje de peso a La historia interminable, la obra inmortal de Michael Ende. El cómic transmite esa sensación de que hay un mundo paralelo, un universo de fantasía que vive y respira al margen del nuestro. Pero que necesita que los niños (y por extensión, los lectores) lo mantengan vivo con su imaginación. Al igual que Bastián se adentraba en Fantasía para salvarla del avance de la Nada. Aquí los protagonistas entran en un mundo feérico que parece pedir a gritos ser cuidado, explorado y recordado. El guiño es claro, pero no es una copia. Enebral lo utiliza como trampolín para darle su propio carácter a la narración.

Ahora bien, todo este despliegue de referencias y homenajes no tendría sentido si la ejecución no estuviera a la altura. Aquí es donde el trabajo gráfico brilla. David Enebral dibuja con un estilo que sabe equilibrar lo caricaturesco con lo detallista. Los personajes tienen expresividad, humor y gestos que los hacen cercanos. Al mismo tiempo, los fondos y los elementos mágicos se cargan de un nivel de detalle que sorprende. Lo mejor es que no se trata de un detalle “decorativo”. Cada relieve, cada textura, cada sombra aporta a la atmósfera y hace que el cómic se lea como una experiencia sensorial.
Hay que destacar también el valor “artesanal” del tebeo. Enebral no busca una lectura fría ni genérica. Sino que imprime en cada página la sensación de que está jugando con los lectores. Usa páginas que se pueden colorear, prueba texturas y experimenta en muchas partes del tebeo para que los menores lo disfruten. Eso convierte la lectura en un juego compartido, donde el autor y el lector se encuentran en un terreno común. La pasión por las historias que mezclan aventura, fantasía y humor.

Estas 32 páginas, editadas por Tengu Ediciones, son un paso adelante en todos los sentidos. Conserva el espíritu juguetón y aventurero del primero, pero amplía el universo. Se atreve a explorar nuevos territorios y lo hace con una mezcla de respeto a la tradición y frescura creativa. Es un cómic que funciona tanto para los más jóvenes, que se dejarán llevar por la magia y la acción, como para los adultos que disfrutarán cazando homenajes y dejándose llevar por la nostalgia bien colocada. Y si algo queda claro es que esta serie no tiene techo. Cada página parece prometer que lo mejor todavía está por venir. Mientras tanto disfrutemos de nuevos de esta aventura de Madmoiselle V.
