“Los Días Felices” (“Les Jours Hereux”) fue el nombre elegido para el programa que sentaría las bases políticas que iban a regular la Francia tras su liberación. De Gaulle no quería que el país galo quedara bajo un gobierno de ocupación militar norteamericano tras recuperar el territorio. Tampoco era su deseo que, después de la ocupación del Tercer Reich, hubiera rencillas y revanchas guerracivilistas entre colaboracionistas y resistentes de aquellos años de plomo. Para ello, ya en 1944, la Francia Libre comenzó a hacer circular el documento político por la Francia ocupada. En él vendría recogido muchos de los parámetros por los que la República Francesa se ha guiado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Era el momento de ir colocando las piezas en el tablero que quedaría tras la liberación.

El desembarco era inminente. Nadie sabía cuando, pero todos lo esperaban. Muchos de los franceses, como agua de mayo para salir del yugo nazi o del gobierno títere de Pétain. Los alemanes lo temían, pues era la amenaza que pondría en jaque su dominio en Europa, como así fue. Del mismo modo, los colaboracionistas querían mantener el estatus quo de la ocupación y la invasión.
En todo caso, la tensión aumentaba. En muchas ocasiones de puertas para dentro. Pero los movimientos se iban dando. Y las consecuencias manifestándose en un país que ansiaba libertad. Conforme pasaban los días, la resistencia interior, de forma clandestina y constante, saboteaba al invasor, mientras que milicias de los maquis iban plantando cara a frente abierto, en una guerra de guerrillas que aumentaba la sensación de inseguridad para el Reich alemán y la Francia colaboracionista.

En el otro bando, las represalias no tardaron en llegar. Aumentando la presión sobre la ciudadanía y auspiciando milicias de franceses colaboracionistas ante la inacción de la gendarmería, a la que se consideraba que no era lo suficientemente contundente con la resistencia. Eran los días previos al Desembarco de Normandía. Son los días que nos esperan en “Los Niños de la Resistencia 9: los días felices” (“Les Enfants de la Résistance – Tome 9 – Les Jours heureux”), el último álbum de la serie de Vincent Dugomier y Benoît Ers, editado en castellano y catalán por Editorial Base.
Siguiendo la estela de la serie, Dugomier mantiene el equilibrio entre la fidelidad a los hechos y construir un sólido relato que entretenga y de a conocer ese periodo oscuro de la historia de Francia. Para ello, los niños protagonistas y la población de Pontain l’Ecluse se mantienen como el catalizador perfecto que muestra un relato sólido y sobrio. Perfectamente perfilado en viñetas por un efectivo Benoît Ers. Juntos mantienen el nivel de esta serie tan efectivamente didáctica, que enseña un pasado para no olvidar. Que entretiene a la vez que da a conocer. Con un efectivo tono que la hace muy disfrutable a cualquiera que abra este cómic.

En las 56 páginas que consta “Los Niños de la Resistencia 9: los días felices” hay aventura e historia. Hay un cómic resuelto con oficio que da a conocer de forma precisa aquella época. Todo con sabor de aventura, pero no olvidando que se está ante hechos históricos que se han de enseñar. Para ello, el dossier que acompaña al tebeo, como de costumbre, sirve para ahondar más en la época y contexto, arrojando una mayor comprensión a lo que significaba vivir aquellos días. Unos “días felices” por la liberación que iba a llegar, que aún eran de plomo por la represión sufrida y los riesgos que asumieron muchos miembros de la resistencia, tanto adultos como niños.
