
Si Batman es el «Caballero Oscuro«, Dick Grayson es, por derecho propio, el «Acróbata Luminoso«. El tipo que ha heredado la disciplina, la ética y el implacable sentido de la justicia de su mentor pero que, a diferencia de él, sabe sonreír, pedir ayuda y hasta invitarte a pizza después de una noche de patrulla. Y en el primer tomo de «Nightwing» que edita Panini Comics, Tom Taylor y Bruno Redondo no solo capturan esa esencia: la elevan hasta convertirla en una carta de amor al personaje y a lo que representa.
La historia nos lleva de vuelta a Blüdhaven, esa ficticia ciudad costera que parece vivir permanentemente entre la corrupción política y el crimen organizado, pero que para Nightwing es su hogar. Y claro, el hogar no siempre es un sitio bonito. La nueva alcaldesa es Melinda Zucco, cuyo apellido es una puñalada directa a su pasado, porque sí, es familia del hombre que asesinó a los padres de Dick en el circo. Si eso no es un desafío personal, que baje Superman y lo diga. A esa trama principal se suma un nuevo villano que da auténtico mal rollo: Heartless. Su nombre no es postureo. El personaje va literalmente robando corazones, y no en plan romántico precisamente. Es el tipo de amenaza que combina lo físico con lo psicológico, y Taylor lo usa como una sombra que planea sobre todo el arco. Pero el verdadero corazón de esta serie no está en el misterio, sino en sus personajes. Dick Grayson, pese a haber pasado por infiernos recientes (la muerte de Alfred, un disparo en la cabeza, meses de amnesia y un intento de asesinato cortesía de Blockbuster), sigue siendo ese héroe que confía en los demás. Donde Batman sospecha, él conversa. Donde Bruce gruñe, Dick sonríe. Donde el murciélago va solo, Nightwing llama a un amigo. En este caso, a Barbara Gordon, que se convierte en la aliada y confidente ideal. La química entre ambos es pura dinamita. Conversaciones llenas de ingenio, apoyo mutuo, y esa tensión romántica que Taylor sabe dosificar para que siempre quieras un poquito más. Y si hay un secundario que roba la escena es Bitewing. Ese pequeño cachorro que es salvado de los maltratares y por el que todo amante de los animales se le caería una pequeña lagrimita de felicidad.

El gran acierto del guion es que, aunque la trama central esté bien construida y plantee un misterio interesante, todo el peso recae sobre la caracterización. Taylor entiende que este personaje no es Batman con otro traje. Es alguien que ha heredado el sentido de la responsabilidad de su mentor, pero que sabe trabajar en equipo, pedir ayuda y, sobre todo, no dejar que la esperanza se le oxide. Taylor entiende que el corazón de Dick es lo que lo hace único. No es un personaje definido solo por sus habilidades acrobáticas o sus noches patrullando. Es su empatía, su capacidad de conectar con la gente, lo que lo diferencia de cualquier otro miembro de la Batfamilia. En este tomo, esa humanidad se siente en cada página, ya sea en los momentos de acción o en las escenas más tranquilas.
Si hablamos de acción, Bruno Redondo está pletórico. Sus páginas no se leen: se recorren como si estuvieras siguiendo a Dick por los tejados, saltando de viñeta en viñeta. Su narrativa es fluida, espectacular sin caer en el exceso, y llena de pequeños detalles que recompensan al lector atento. Influencias de otros dibujantes se notan, pero siempre filtradas por un estilo propio que sabe cuándo ser elegante y cuándo golpear con fuerza visual. Incluso en las partes dibujadas por Rick Leonardi y Neil Edwards, la estructura visual que Redondo deja establecida se mantiene y respeta, y eso da coherencia al conjunto.

La edición de Panini en el formato Premiere comprende los números Nightwing #78-#83. Donde se incluye, además de las portadas alternativas realizadas por SKAN, Riley Rossmo con Iván Plasencia, Jamal Campbell, o Max Dunbar, una introducción de Lidia Castilla explicando de donde viene el personaje y como se inicia esta historia. Y como colofón, una entrevista que realizó a Bruno Redondo, ilustrada con varios bocetos del autor.
En definitiva, este primer tomo es más que un gran arranque. Es un manifiesto de lo que significa ser héroe sin perder la humanidad. Tom Taylor escribe con corazón y cabeza. Bruno Redondo dibuja con alma y espectáculo. Juntos, convierten a «Nightwing» en algo más que un vigilante. Por eso cuando cierras el tomo no sientes que has terminado una lectura sientes que acabas de recibir una invitación personal a seguir patrullando los tejados de Blüdhaven junto a él. Y créeme: esa es una oportunidad que no querrás rechazar.
