
“Lo único que nos queda es lo extraño.”
Hay relatos que crecen a cada paso, conforme se avanza en su recorrido. Hay otros que, además lo hacen en más de una dimensión, de forma paralela, en función de quien asume el protagonismo. Es el caso de la celebrada serie (o series) que es (son) “La Mano y los Seis Dedos” (“The One Hand and the Six Fingers”). Dos miniseries interconectadas que acaban de conquistar el Eisner a la mejor reimpresión – Álbum gráfico, pues su edición en TPB se ha hecho de forma conjunta.
Puede parecer un premio compartido, pero en absoluto lo es, porque estamos ante una misma obra o proyecto, fragmentada en paralelo en dos series limitadas “The One Hand”, de Ram V y Laurence Campbell; y “The Six Fingers”, de Dan Watters y Sumit Kumar. No solo comparten colorista, Lee Loughridge, sino que cuentan la misma historia desde perspectivas diferentes. Es la que nos lleva a una serie de asesinatos que comienzan a aparecer en la ciudad de Neo Novena. Unos que recuerdan a los que perpetraba un asesino en serie ya encarcelado. El detective que lo detuvo, Ari Nasser, a punto de jubilarse, intentará desvelar el misterio que envuelve a estos crímenes cometidos con el mismo patrón.

Puede parecer una premisa de partida manida. El hecho de que, además, esté ambientada en un futuro remitirá a más de uno a clásicos del cine de ciencia ficción con la eterna sombra de “Blade Runner” en el subconsciente colectivo. En cuanto a los ecos cinematográficos más noirs, la comparación con “Seven” también será una constante. Pero este tebeo es algo más que una conjunción de estas dos referencias.
En su lectura, conforme se abandona esos lugares comunes citados, lo que se cuenta es algo refrescante y ambicioso. Fresco, por el juego de espejos que se plantea mientras se avanza en la trama en paralelo. Certero, por los contextos que maneja y sugiere. Es la amalgama perfecta para, además de ver las dos caras de un mismo misterio, construir un sólido relato entre la serie negra y la mejor ciencia ficción. Esa que deja en su recorrido reflejos de la sociedad en la que es creada, aunque sea de forma retorcida.

La grandeza de estas dos series es que en realidad sean un solo relato. A dos voces. La de los protagonistas de las cabeceras. También la de los equipos artísticos que se hacen cargo de cada parte, conjugando una sinergia exponencial tanto en el guion como en el apartado gráfico. Que singulariza cada parte y, a la vez, la complementa, enriqueciendo el resultado conjunto. Uno que no deja indiferente por la solidez lograda en una convergencia orgánica que fluye con naturalidad hacia el desenlace de la trama.
Quizá por eso la mejor manera de leer esta obra sea de la forma que se presenta en TPB: salteando las entregas de ambas series. Así vamos viendo como crece en paralelo el relato bajo los dos puntos de vista. En una siniestra simetría que se retroalimenta con efectiva sincronicidad y armonía.

“La mano y los Seis dedos” conforma diez grapas en total, de dos series que dan como resultado una sólida obra, bien sintetizada desde la portada con esa imponente ilustración de Anand Radhakrishnan. La edición española que acaba de estrenar Norma, de 312 páginas en formato cartoné, cuenta con traducción de Hernán Migoya y realización técnica de El Torres. Donde cada detalle se ha cuidado con oficio. A la altura del relato que encierra sus viñetas, a dos voces y con poso existencialista. Con sabor a lo mejor de esa ciencia ficción con tintes de serie negra. Y es que, como la mano que vemos en la portada del cómic, éstamos ante una historia deja huella tras su lectura.
