
Su nombre aun resuena en su interior. Han pasado años pero el dolor no ha desaparecido del todo. Después de ella, cada día pesó como una losa. Dejo huella en su cuerpo y alma. También cicatrices que llevaron tiempo cauterizar. Algunas no han curado todavía. Pues su nombre, Ava, le acompaña como un mantra de lo perdido. Pero ella ha vuelto… volviendo a sacudir lo más íntimo de Dwight….
“Continúa hablando
Y como un idiota, continúo escuchándola”

De ahí parte el segundo arco de Sin City: “Mataría por ella” (“Sin City: A dame to kill for”) de Frank Miller, recién recuperado por Norma editorial en unas ediciones a gran formato que conmemora a lo grande que es quizá el mejor trabajo del autor de Olney. El que definitivamente lo situó entre los más grandes y que nos llevó a las calles de la ciudad del pecado. Entre esas calles, relatos de pura serie negra revestidos de notable encanto gráfico. Uno que todavía seduce, pues hay muchos quilates las páginas de esta serie.
Como muestra, la que quizá sea una de las cumbres de “Sin City”. La que hoy nos ocupa. “Mataría por ella” recoge, argumentalmente, la esencia de muchos relatos noir que fueron alimentando el género en páginas de pulpa. Donde tipos duros se cruzan con mujeres fatales que ponen en jaque sus vidas. Donde el peligro está detrás de las curvas y la seducción implica engaño mientras se descubren los recovecos retorcidos del alma.

De todo eso bebió Miller para construir esta obra. Ya en el comienzo del volumen, Miller es transparente y no esconde sus cartas, dedicando el trabajo a Mickey Spillane, el creador de Mike Hammer . Lo que viene a continuación toma la esencia del género negro para transmutarlos en viñetas que recogen su esencia, conformando un relato de una pieza, compacto y certero. De los que no se olvidan.
Pero el tebeo no se quedó solo en la recreación de un género. Aportó personalidad en lo que plantea: tanto en lo argumental, introduciendo elementos y personajes que resultan frescos, como en lo gráfico, que es donde el relato crece exponencialmente hasta hacer de “Mataría por ella” una de las cumbres de su carrera. El uso del claro oscuro, las composiciones de página y el acertado estético de cada encuadre hacen de este tebeo uno de los más grandes que nacieron en los noventa. Uno que, décadas después, te sigue cogiendo del cuello y atrapa cuando menos lo esperas. Que sigue impactando y dejando huella tras su lectura.

Para quien ya lo haya leído, volver a “Mataría por ella” en esta nueva edición de Norma supone una buena noticia, por lo cuidada que está esta presentación a gran tamaño: 216 páginas en cartoné que cuentan con nueva traducción de Hernán Migoya y que hace justicia a cada trozo de tinta empleado en el volumen. Uno tan compacto como el relato que encierra. Quizá de los mejores que Frank Miller ha creado. Y eso, contando con la lista de trabajos que el autor norteamericano ha hecho a lo largo de su carrera, es decir mucho. Por tanto, ya sea en la edición estándar o en la de lujo que se acompaña de una lámina y cofre, conviene recorrer las calles de Sin City con “Mataría por ella”.
