Madmoiselle V: Entre monstruos anda el juego

En el Colegio Karloff no hay niños normales… y eso es lo mejor de todo. Aquí no se suspira por cromos ni por recreos soleados, sino por clases de magia avanzada, redacciones sobre literatura gótica y recreos donde alguien puede transformarse en lobo, abrir un portal interdimensional o comerse la merienda a través de vendas milenarias. El alma de esta aula única tiene colmillos elegantes, mirada sabia y un corazón más grande que su ataúd: se llama Mademoiselle V, es vampira, profesora de primaria… y la protagonista del maravilloso tebeo Mademoiselle V, escrito y dibujado por David Enebral y coloreado por Manuel Marina. Una obra breve, colorida y monstruosamente entrañable que convierte la diversidad, la empatía y la inteligencia emocional en auténtica magia.

Con solo 32 páginas a color, este tebeo, editado por Tengu Ediciones, es capaz de hacer lo que muchas sagas enteras no logran: presentarnos un mundo encantador, lleno de personajes memorables, con un mensaje claro contra el acoso y a favor de la inclusión, sin perder el humor ni la chispa en ningún momento. Mademoiselle V no enseña matemáticas, lengua o ciencias como otros profesores. Ella enseña algo más importante: que todos, seamos como seamos, tenemos un lugar. Y que nuestras diferencias no solo deben respetarse, sino celebrarse.

La clase de Mademoiselle V está compuesta por un grupo de alumnos a cuál más singular. Tenemos a Lilith, una momia que da mil vueltas en empatía a cualquier adulto, siempre pendiente de los demás, con una sensibilidad que atraviesa siglos. Dfudglu, por su parte, es un tímido dios exterior (sí, de esos que podrían tragarse el universo entero) que prefiere quedarse callado en su pupitre, dibujando mundos secretos en los márgenes del cuaderno. Luego está Valdemar Jr., un hombre lobo pequeño, inquieto y juguetón, que no puede evitar aullar cuando algo lo emociona (que es casi siempre), y que convierte cada actividad en una pequeña aventura. No podemos olvidar a Emma Hyde, una mezcla deliciosa de dulzura e imprevisibilidad: a veces es puro algodón de azúcar y otras tiene un carácter de lo más llamativo. El futuro señor del infierno, Ozzy, también va a clase. Pero lejos de ser aterrador, es un niño aplicado que solo quiere aprender sin invocar a su ejército de demonios ni incendiar por error la pizarra. Finalmente, está Nadia Salem, una pequeña maga con una varita más eficaz que muchos adultos y una voluntad de ayudar que le hace ganar amigos allá donde va, incluso entre criaturas de ultratumba. Un personaje que recuerda en muchos momentos a esa maga de la distinguida competencia que invoca sus hechizos del revés.

Todos ellos están dibujados con un cariño enorme. El trazo de David Enebral es expresivo, ágil y encantador, con un diseño de personajes que podría funcionar tanto en un tebeo como en una serie animada. Hay una armonía perfecta entre lo monstruoso y lo entrañable: colmillos y vendas, tentáculos y alas, brillos mágicos y sombras antiguas, todo convive con una naturalidad que demuestra que en el colegio de Karloff las etiquetas no importan. Cada viñeta respira vida, y la paleta de colores que aporta Manuel Marina transforma cada página en una explosión de tonos vivos que jamás pierde la atmósfera de cuento oscuro. El resultado es una delicia visual que atrapa tanto a lectores jóvenes como a adultos con alma de niño (y corazón de monstruo).

Pero lo que convierte a Mademoiselle V en un cómic imprescindible no es solo su estética ni su sentido del humor, sino su mensaje de fondo: aquí se habla del bullying sin caer en el sermón, y se muestra cómo la diferencia, lejos de ser un problema, es una fortaleza. A través de metáforas encantadoras, como dioses tímidos, diablos inseguros y pócimas que salen mal, se nos habla de emociones reales: la vergüenza, la rabia, el miedo al rechazo, la búsqueda de aceptación. Y todo se hace con una ternura que desarma y una inteligencia que brilla entre colmillos y capas.

Además, los guiños a la cultura del terror clásico son constantes: los monstruos de cine y literatura, desde los universales hasta los más ocultos, tienen su hueco. El colegio Karloff es, por supuesto, un homenaje nada disimulado a Boris Karloff, el eterno monstruo de Frankenstein. Hay referencias sutiles que los mayores disfrutarán enormemente: desde las momias de los años 30 hasta los primigenios de Lovecraft, desde Hyde hasta el mismísimo Príncipe de las Tinieblas. Pero todo filtrado por una lente infantil que convierte el terror en ternura, lo oscuro en festivo, lo extraño en familiar. De la misma manera destacar las portadas que se podrían colorear al estar en blanco y negro, algo ideal para que los pequeños disfruten tanto de la lectura como de la interacción con el mismo libro.

Este tebeo es, por tanto, una historia que entretiene, educa, divierte y emociona. Una carta de amor a los monstruos y una declaración de principios para todos los que alguna vez se han sentido diferentes. En sus 32 páginas cabe una escuela entera de valores, risas y monstruos adorables. Y cuando uno llega a la última viñeta, solo desea una cosa: que suene el timbre y empiece una nueva clase con «Mademoiselle V» y sus alumnos. Porque en el Colegio Karloff no se teme a lo desconocido… se le da la mano y se le invita a jugar. Y después de cerrar las páginas de este primer tomo, quedamos a la espera de disfrutar de la siguiente aventura de esta entrañable pandilla.

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