Los 200 primeros casos de Mortadelo y Filemón: Agencia de Información

Aquel 20 de enero de 1958 hicieron su primera aparición en las páginas del número 1.394 de “Pulgarcito”. Aún quedaban años para que ingresaran en la T.I.A. y, por aquel entonces, gestionaban una “Agencia de Información” en la que combatían, a su manera, el crimen. Página a página fueron consolidándose hasta llegar a ser, décadas después, los personajes más célebres, no solo de esa factoría de comedia que fue la “Escuela Bruguera”, sino del tebeo español. Ellos son “Mortadelo y Filemón” y poca presentación es necesaria para saber de la importancia e impronta han dejado en varias generaciones de lectores desde finales de los años ´50 del siglo XX.

Todo tiene su comienzo y aquí está el de los personajes más célebres de Francisco Ibáñez. En 1958, el célebre dibujante acababa de entrar en Bruguera, por aquel entonces la editorial más importante de cómics en España. Fue una época en la que, con regularidad, se pedían personajes nuevos para las publicaciones de la Editorial de “el gato negro”. Entre ellos, Ibáñez creo a esta pareja de detectives bajo ese título con pareado, sello de muchos personajes de la editorial la época: “Mortadelo y Filemón, agencia de información”.

Pasarían años antes de ser agentes secretos y que en sus páginas se acompañaran de secundarios como El Súper, el profesor Bacterio u Ofelia. Antes de eso, regentaron la agencia de detectives en una relación de subordinación que perduró décadas. Filemón era ese jefe serio y anodino al que el carismático Mortadelo ponía en aprietos. Por aquel entonces el espigado ayudante usaba un bombín de donde sacaba los disfraces que se convirtieron en una certera constante indisoluble al personaje y eficaz refuerzo cómico de la serie a lo largo de los años.

Con los años el bombín desapareció, así como su mirada se tornó más expresiva dejando atrás esos ojos caídos con los que Ibáñez lo dibujó en un primer momento. Del mismo modo que Filemón fue encontrando el aspecto que hoy nos es natural cuando lo imaginamos. Hasta que eso se diera, quedan los primeros años en los que Ibáñez fue gestándose para devenir en el autor que llegó a ser posteriormente. Unos primeros tiempos que “Los 200 primeros casos de Mortadelo y Filemón” recogen, con la voluntad de rescatar unas páginas del olvido. Son las primeras de estos personajes, restauradas por Rubén Larrea y que se acompañan de acertados textos de Antoni Guiral y Jordi Canyissà, que contextualizan época y lugar, situando el momento en la historia de Ibáñez y Bruguera, analizando además algunas páginas que componen la obra, señalando aciertos y cambios de estilo donde se advierte ya lo que después llegaría, con los años, a ser parte de las mayores fortalezas de los personajes.

Más que un trabajo de arqueología, este volumen es un disfrute que nos lleva a los años de los primeros pasos de Mortadelo. Con su humor (más blanco que nunca, pues era época de censura en España) pero con rasgos definitorios de los personajes ya latentes en sus historietas. Hechas para divertir, sus gags siguen siendo eficaces décadas después. Con su encanto y su inocencia. A pesar de usar unos esquemas que se repetían semana tras semana, Ibáñez forjó en estas páginas todo lo que vino después. Aun con evidentes influencias – especialmente de Vázquez y del estilo gráfico imperante en la Bruguera de finales de los ’50 – Ibáñez fue singularizándose a cada paso. Y aquí están los primeros.

A lo largo de sus 240 páginas, el volumen comprende todo lo publicado de los personajes desde el Pulgarcito 1.394 (20 de enero de 1958) hasta el número 1.587 (2 de octubre de 1961). 200 historietas, más extras de la época, restaurados para la ocasión, que nos devuelven al joven autor que fue Ibáñez con sus primeros pasos con Mortadelo. Estas historietas demuestran que mucho de lo que vino después ya estaba en su potencial de origen. Son las páginas en las que autor y personajes se buscan hasta encontrar acomodo en las dinámicas que les harían célebres años después. En las que se va advirtiendo la evolución página a página mientras se encuentra una voz gráfica propia, en la que en seis tiras por página (cinco si salía en portada) se condensa la historia semanal. Donde sirve igualmente para retratar una época como para ir gestando al mayor icono cómico del tebeo español. Eso aguarda en “Los 200 primeros casos de Mortadelo y Filemón” y sigue siendo divertido recorrerlos.

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