Precious Metal: Más que una precuela

El final de la década pasada trajo consigo a “Little Bird”, un saludable revulsivo de ciencia ficción que no tardó en aparecer en castellano de la mano de Nuevo Nueve, llegando a nuestro país tras haber cosechado un Eisner en 2020. No era para menos: la serie, obra de Darcy Van Poelgeest e Ian Bertram, nos abría las puertas de un mundo que bebía de lo mejor de la ciencia ficción de las últimas décadas, pero aportando una fresca dosis personal en lo que desarrollaba. Una que, por la cantidad de conceptos mostrados, sugería la posibilidad de ampliarse en futuros relatos.

Esa es la puerta que cruzamos con “Precious Metal”, que se presenta como una precuela de lo que ocurría en la celebrada miniserie. Una continuación que, si bien ha tardado mucho en materializarse, mantiene tono y nivel con respecto a “Little Bird”, situando la acción en un tiempo anterior a lo que vimos anteriormente. Poelgeest nos lleva 35 años antes de la rebelión y centra el foco en Max Weaver, un rastreador de “mods” que ha de encontrar a un niño modificado. Uno especial, pues sus habilidades pueden ser claves para los juegos de poder que se dan en ese mundo. Incluso, a nivel personal, el niño puede ser un catalizador para que Max venza la amnesia que bloquea sus recuerdos del pasado…

De aquí parte “Precious Metal”, manteniendo una equilibrada combinación de oficio y frescura. Oficio por las referencias de clásicos de la ciencia ficción que maneja, pues hay conceptos que beben de figuras como  Katsuhiro Ōtomo, Moebius o, especialmente, Alejandro Jodorowsky. De forma orgánica, sin imposturas, pues son influencias bien asimiladas y utilizadas de forma natural para construir un relato que atrapará a los aficionados del género.

Como en “Little Bird”, “Precious Metal” apunta alto, abrumando en ocasiones y deslumbrando en otras. En esta ocasión, esa sensación se amplifica pues se consigue que quien lo lea tenga la misma sensación que el protagonista del cómic, que padece amnesia. Es un recurso que potencia lo contado y despierte más interés por seguir esta trama, donde descubrimos a la vez que el protagonista lo que envuelve su mundo. Uno que no deja indiferente si está representado por el arte de Ian Bertram, que hipnotiza en cada página consiguiendo ser un ágil narrador gráfico que no renuncia a detalles y a un cierto barroquismo en muchas viñetas. Características que se amplifican con los efectivos colores aplicados por Matt Hollingsworth. Hecho que motiva a volver a el tras una primera lectura, para ir deleitándose con muchas de sus páginas.

Dicho lo cual, las 320 páginas de “Precious Metal”, quedan conformadas como un buen relato de ciencia ficción que va a satisfacer a los aficionados al género. No solo a quienes quedaron seducidos por “Little Bird”. Lo que aquí espera se puede disfrutar como lectura independiente por lo robusto de su propuesta. Si ese es el caso, no sería raro que después de acabar el volumen, traducido y rotulado con maestría por El Torres,  uno buscara la obra precedente. En todo caso, y aún compartiendo universo, “Precious Metal” tiene los elementos suficientes para considerarse una obra sólida por sí misma, mucho más que una precuela de “Little Bird”, es una efectiva ampliación del universo  de Darcy Van Poelgeest e Ian Bertram.

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