
Mucho tiempo ha pasado desde que Javier y Juan Gallego sorprendieron con ese poema gráfico que fue su primer trabajo conjunto: “Como si nunca hubieran sido”. Tiempo en el que los hermanos, entre otros proyectos, han cultivado su nuevo trabajo, que ha visto la luz esta primavera de la mano de Reservoir Books: “La Plaga”. Un tebeo de esos que crecen conforme se recorren sus entrañas: compuestas a base de ambición conceptual, fresco desarrollo y audacia. Por lo que cuentan, abarcan y sugieren de forma aparentemente sencilla, pero que lleva a fértiles terrenos llenos de complejidad existencial.
A primera vista, “La Plaga” puede parecer un thriller psicológico con tintes lisérgicos y siniestros. De hecho, lo es, pero solo en parte, pues en sus páginas anidan otros muchos elementos, conceptuales y gráficos, que hacen de este tebeo una refrescante propuesta. De esas que atrapan en sus primeras paginas y no te sueltan hasta la última viñeta, dejando con un buen sabor de boca, con intensidades antagónicas que dejan poso para reflexiones posteriores.

Mas allá de “La Plaga” que aduce el título de la obra, mostrada de forma explícita en el domicilio del protagonista del cómic, están unos acertados mimbres con los que se ha armado el tebeo. Tanto literarios como gráficos. En el caso del guion, Javier Gallego compone un relato lleno de suspense y desesperación. La que desprende la soledad en que vive el personaje principal: un arquitecto atrapado en la rutina diaria que descubre un día como su casa es invadida por gusanos.
De ese punto de partida comienza un proceso Kafkiano que sirve para que Javier Gallego pueda ahondar en cuestiones de mayor calado como, por ejemplo, la soledad en la que viven muchas personas en las grandes ciudades, la salud mental, la falta de relaciones sociales o ausencia de redes de apoyo. Es en esa amalgama donde se asienta el cómic, plasmado de forma eficaz por Juan Gallego: el cual nos muestra en estas páginas una combinación de estilos gráficos que refuerzan cada uno de los pasajes del relato. Tanto en lo argumental como en lo emocional, el cómic se apoya en todas y cada una de las opciones estéticas que ha elegido el dibujante para, lejos de dispersar, intensificar el resultado global.

Queda conformada, pues, “La Plaga” como una saludable sorpresa en lo plástico y un notable acicate en lo literario, haciendo de su recorrido uno que conviene degustar con calma, prestando la debida atención que precisan cada una de sus páginas. Dejando que las sorpresas y reflexiones aparezcan orgánicamente tras el suspense y la lisérgica angustia de algún pasaje mostrado. Esas son las fortalezas de “La Plaga”: un sólido cuento siniestro que inquieta de igual forma que sacude el alma. Todo un revulsivo hecho tebeo.
