
Ran-Tan-Plan.
Con ese nombre basta para hacerse con este volumen. Es el del perro más estúpido de todo el lejano oeste y el secundario cómico que más risas ha despertado a lo largo de los muchos cómics protagonizados por Lucky Luke, con permiso de los Hermanos Dalton. En las páginas del “Lucky Luke Integral 2” de Morris y René Goscinny, que acaba de editar Norma Editorial nos encontramos con su primera aparición, entre el nacimiento de otras muchas constantes que harían célebre al vaquero «más rápido que su propia sombra».
En respuesta al famoso y cinematográfico perro “Rin- tin- tin”, una intrépida mascota (y sus sucesores) que protagonizó varias películas, Goscinny creó esta acertada parodia: un perro cuya característica más notable era su estupidez, motivando con ello escenas tan surrealistas como divertidas en las aventuras de Lucky Luke primero, como en su propia cabecera años después. Fue la mayor de la sorpresas que aguardaba en “Tras la pista de los Dalton” (“Sur la piste des Dalton”), uno de los álbumes que contiene este tomo.

Quizá sea este uno de los motivos para leer estas páginas, pero no el único. Pues aquí está parte de la “edad dorada” que Goscinny dio a Lucky Luke, encontrando en estás páginas los parámetros ideales para que el vaquero creado por Morris cabalgara a buen trote hacia la leyenda del cómic europeo que hoy es. Son los años de ebullición de un Goscinny inspiradísimo. Ejemplo de ello son estas aventuras, aparecidas primeramente serializadas en “Spirou” entre el 30 de julio de 1959 y y el 1 de julio de 1961, editadas todas ellas en álbum nada más concluir su aparición en la revista y reeditadas en numerosas ocasiones hasta nuestros días. Consecuencia, sin duda, de que lo que Morris y Uderzo hicieron fue atemporal, pues estos tebeos siguen cosechando carcajadas sesenta años después de haber sido creados.
El tándem ya había demostrado la química que había entre ellos (Lucky Luke Integral 1). Habiendo encontrado Morris al socio ideal: el ingenioso Goscinny, que supo darle al vaquero un halo de fina ironía y humor blanco que lo hizo distinguirse y crecer, además de proporcionar consistencia argumental al guion, con los gags siendo parte de un todo, no una sucesión de golpes de efecto sin rumbo. El guionista cohesionaba todo en una sólida y divertida trama. Aquí, salvo los jugosos juegos de palabra “made in Gosciny”, están el resto de señas de identidad del que quizá sea el guionista más notable de la Bande Dessinée clásica: Humor blanco, fina ironía bien sembrada y un gusto por provocar situaciones divertidas y cómicas.

Cabe destacar también que en estas aventuras aparecen algunas de las estructuras que luego Goscinny repitió con acierto con Lucky Luke, como las tradicionales fugas de los Dalton con las que comienzan muchas de las historias en las que el vaquero se las tiene que ver con los hermanos. La primera de ellas es la que abre el volumen “ La evasión de los Dalton” (“L’evasion des Dalton”) y establece el canon por donde discurrirán estas interminables fugas. La segunda fue “Tras la pista…”, el célebre tebeo donde Ran-Tan-Plan mostró sus “destrezas” por primera vez.
Junto a ese tipo de aventuras está el otro esquema de relato en que se apoya la serie: el de aprovechar un hecho histórico para recrearlo conLucky Luke. Un recurso que ya Goscinny aplicó desde un primer momento con el vaquero solitario y que en estos años de consolidación vuelve a dar frutos notables junto al certero dibujo de Morris.

“Mississippi arriba” (“En Remontant le Mississippi”) – que los lectores más veteranos citan por la primera traducción que se dio en España: “Remontando el Mississippi” -nos lleva a aquella carrera fluvial desde Nueva Orleans hasta Minneapolis remontando el río para ver quien se quedaría con la concesión de transporte por el río. “
De forma análoga, “A la sombra de los Derricks” (“A l’ombre de les Derricks”) nos transporta a la primeriza fiebre del petróleo que se produjo en Estados Unidos, mientras que “Los rivales de Painful Gulch” (“Les Rivaux de Painful Gulch”) recrea la rivalidad de dos familias de granjeros en un pequeño pueblo del oeste. Solo que en este caso, más que tragedia hay mucha comedia, pues posiblemente los personajes que aquí esperan están tan faltos de puntería como bien provistos de vis cómica.

Entre estas historias algún cameo que otro aguarda, bien de otros autores de la época, bien de algún que otro personaje. Todos ellos buscando complicidades con quien vea la página y los reconozca. Hecho que, por otra parte, no altera el disfrute de cada aventura. Con independencia de que se conozca (o no) al personaje o autor dibujado, la aventura y el humor funciona con solvente solidez.
Ese es el viaje que proponen las 250 páginas que esperan en “Lucky Luke Integral 2”. Prologadas con un acertado texto de Jorge García y con traducción de Daniel Cortés. Comprenden una edad dorada de poco más de dos años. Una que continuó dando buenos frutos. En estos álbumes comprenden una excelente cosecha, donde se destila la esencia y elementos que han hecho a Lucky Luke uno de los personajes más celebres de la Bande Dessinée.

Un periodo en el que Morris desplegó su savoir faire en cada página, aprovechando el torrente de ingenio que era entonces Goscinny. No hay que olvidar que fue en esa época en la que el guionista creó a Astérix con Uderzo. Desde entonces hasta su muerte, se encargó, entre otros trabajos, de dar lustre a ambos personajes con guiones superlativos que siguen siendo atractivos décadas después. Como ejemplo, las cinco aventuras de Lucky Luke que comprende este integral. De lo mejorcito que hicieron juntos Morris y Goscinny cuando “cabalgaron juntos” con Lucky Luke.
“- Me pregunto donde nos estamos metiendo, Jolly Jumper…
– En una historia de locos, como siempre…”
