
Si eres de los que ha llegado aquí al calor de la serie de Bruno Stagnaro protagonizada por Ricardo Darín, bienvenido: es el momento de ir a las fuentes y descubrir la versión dibujada por Alberto Breccia y también la original dibujada por Francisco Solano López, ambas con guion de Héctor Germán Oesterheld. Si eres de los que conoció antes el cómic en sus dos versiones, enhorabuena: ya sabes lo mucho de bueno que hay en las páginas de “El Eternauta” en las dos vidas gráficas que tuvo. Intentaremos contextualizarlas, centrando la atención en la visión recreada en 1969 que Reservoir Books acaba de rescatar para el mercado español.
Argentina tiene en su haber un gran patrimonio de cómics y personajes que ya son universales. Baste citar dos ejemplos inapelables de géneros distintos: “Mafalda” de Quino y “El Eternauta” de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. Ambos reconocibles a lo largo y ancho del noveno arte, son puro siglo XX que ha trascendido su época y contexto. En el caso que nos centraremos hoy, “El Eternauta” es una obra adelantada a su tiempo. Publicada entre 1955 y 1957 en la revista “Hora Cero” supuso un auténtico revulsivo en el campo de la ciencia ficción en viñetas cuya influencia y huella llega hasta nuestros días. Quizá se trate del mejor tebeo argentino de la historia, lugar que comparte con el glorioso “Mort Cinder”, del mismo Oesterheld y el gran Alberto Breccia.

En ambos casos encontramos la firma del gran Héctor Germán Oesterheld, HGO (Buenos Aires, 23 de julio de 1919 – 1977). Escritor que combinó una inteligente ciencia ficción, donde cuestionaba sutilmente aspectos del siglo XX que le tocó vivir como el capitalismo, el colonialismo y el imperialismo. Quién sabe dónde podría haber llegado la segunda parte de “El Eternauta II”, que estaban haciendo con Solano López cuando se impuso el golpe de estado militar en la Argentina de 1976. Aún en la clandestinidad acabó el guion, pero eso no impidió que el 27 de abril de 1977 fuera secuestrado por las fuerzas armadas de la dictadura argentina, al igual que ocurrió con otros miembros de su familia, como sus cuatro hijas, y miles de “desaparecidos” durante el “Proceso de Reorganización Nacional” argentino. Se especula que murió un año después, en 1978, por los testimonios recogidos de otros presos que coincidieron en prisiones con él, aunque a día de hoy no queda registro oficial de su muerte. La única certeza es que fue una víctima más de las miles que hubo en un proceso represivo cruel y cainita para quien fuera disidente de la corriente autoritaria en el poder o alentara el pensamiento libre y la capacidad crítica. Igual de cierto que el reconocimiento de la figura de Héctor Germán Oesterheld es universal a día de hoy y su obra se sigue leyendo. De sus torturadores nadie recuerda su nombre. Quizá la Historia sea sabia y reserva un espacio en la posteridad a quien deja tras de sí un trabajo notable de la talla de, sin ir más lejos, “Mort Cinder” o “El Eternauta”.

Ocho años antes de que Oesterheld desapareciera, en 1969, “El Eternauta” tuvo otra vida, que es la que hoy nos ocupa. Una versión que se encargó de plasmar en papel el gran Alberto Breccia (Montevideo, 15 de abril de 1919 – Buenos Aires, 10 de noviembre de 1993) para la revista “Gente”. El tándem Oesterheld – Breccia ya había dado frutos notables como, como Ernie Pike, Sherlock Time ,Mort Cinder (realizado entre 1962 y 1964) o los tebeos (publicados en España en el volumen unitario «Che / Evita» por Reservoir Books) sobre Evita y el Che Guevara. Como curisidad, cabe destacar que el dedicado al icono argentino de la revolución cubana fue publicado originariamente en enero de 1968, apenas tres meses después de su asesinato en Bolivia.
El nuevo “Eternauta” de 1969 suponía un paso delante de un tándem que ya había demostrado una sobresaliente sinergia. Una que permitió verter en el tebeo tanto una mayor critica a algunos aspectos sociales de la época como a revestirlos de una fresca experimentación gráfica. Una cuyos resultados a día de hoy están más que asimilados por la industria y el noveno arte. Pero que en la década de los sesenta, al igual que “Mort Cinder”, fueron todo un revulsivo. El propio Frank Miller ha reconocido en declaraciones que “Todo empezó con Breccia” y no le falta razón. Muchas de las formas de resolver una página, encuadres, composiciones o formas de jugar con las masas de tinta, que a día de hoy se pueden considerar totalmente integradas en la narrativa gráfica, vienen de Breccia, uno de los más grandes historietistas del siglo XX.

El viaje de “El Eternauta” en manos de Oesterheld y Breccia comenzó un 29 de mayo de 1969, pero no duró mucho. “Gente” no dejaba de ser una revista del corazón al uso, dirigida a un amplio target, pero con unas características muy concretas. El contexto político tampoco ayudaba ante el audaz guion de Oesterheld, con un trasfondo político mucho más afilado. Sin embargo, la excusa para cancelar la serie fue el vanguardista dibujo de Breccia, al que la editorial le pidió que “fuera más comercial”. Breccia se negó en rotundo, manteniendo su integridad artística y la serie acabó. Por suerte, les permitieron a los autores cerrarla debidamente dejando un final sin cabos sueltos, si bien no llega tan lejos en las tramas como en la primera versión dibujada por Solano López, la versión dibujada por Breccia es mucho más punzante en lo político, además de todo un derroche vanguardista gráfico de la época.
Fue una vida fugaz pero intensa. Serializado en capítulos de tres páginas, el tiempo le ha reservado el estatus de obra de culto. No es para menos: Un guion solvente con elementos críticos sin perder nunca el objetivo de entretener a quien lo lea, además de hacerle reflexionar en segundo término. Envuelto en unas páginas cuya fuerza se mantiene inmutable, que fueron vanguardia en su momento y siguen siendo magistrales a día de hoy.

Un trabajo que Reservoir Books acaba de recuperar en una edición restaurada para el mercado español en una edición en formato álbum de 64 páginas, con un cuidado papel para disfrutar al máximo del arte de Breccia y del guion de Oesterheld. Es momento pues de entrar “El Eternauta 1969”: un tebeo de lujo, de vida breve pero huella eterna.
